Inquietante la pregunta que lanza esta película: hoy nos...

Inquietante la pregunta que lanza esta película: hoy nos acostumbramos a las miserias cotidianas y desconfiamos fácilmente de la moral. Pero ¿y ahora?. Tres respuestas en escena. Primero, la negadora serial (¡psicóloga!) que borra todo de un plumazo bajo la metáfora del eclipse. Segunda, el patético modo de amar de una pareja que se sostiene en la cobardía más conservadora bajo guiños de supuesta liberación. Y tercera, el solitario decidido (uno triste y otro optimista). La peli trata de estas tres respuestas que nos conciernen: la negación, la hipocresía y la soledad. También de la mentira y el ser garca naturalizado. No traducible en una infidelidad concreta o fantaseada sino en el trato mesquino o destrato que arrasa en cada detalle que sugiere la danza de miradas y copas de vino que acompañan un diálogo vertiginoso y muy logrado. El cuestionamiento a la rutina del egoísmo lo encarna un personaje: la nueva. Propone su juego y no por casualidad se llama Blanca. Con ella se expone el hilo fino entre ingenuidad y dignidad. En definitiva es la que llega a la parte de verdad más operativa y deja plantados a esta horda de arteros. Al costado, el anfitrión también tiene su grado de entereza… Lo inquietante no es lo virtual tecnológico sino lo virtual humano y el celular en el centro es una excusa narrativa. Tiempos de pantallas multiplicadas que prolongan cada vez con más precisión las nuestras propias. Lo inquietante es la pantallita de cada uno con la que nos vinculamos.

2020-01-22T18:21:39+00:00