Severance

Muy pocas series de TV funcionan a tantos niveles. Severance fusiona el thriller existencial, la ciencia ficción distópica, la crítica empresarial, el drama romántico, la comedia de colegas y el poema visual, con una buena dosis de horror corporal (...) Sin embargo, son los cuatro personajes principales de Severance los que se meten en nuestra piel. Cada uno de ellos se va definiendo mejor a lo largo de la temporada, y la narrativa oscila entre sus vidas de innie y outie. La actuación de Lower está particularmente matizada en el papel de las dos Helly, y es un placer ver a Cherry como Dylan. Antes era sobre todo una fuente de comentarios inteligentes, pero ahora está atrapado entre sus dos mundos, y cada vez aporta una dulzura más conmovedora a su dilema. Otro personaje destacado de esta temporada es Tillman, que interpreta a Milchick, un intermediario alegremente engreído.

Todo es más intenso de lo que debería, incluyendo un clima invernal tan severo que la temporada a veces recuerda a Fargo. Stiller y equipo hacen su mejor esfuerzo para que cada plano y cada sonido se destaquen, convirtiendo a Severance en un producto a medida en un momento en que la mayoría de las grandes series parecen fabricadas en una línea de montaje. Como en la temporada pasada, hay elementos que evocan a Lost. A eso, esta temporada le añade algunos episodios ligeramente fuera de formato, uno con el punto de vista de los outies sobre eventos que ya hemos visto con los innies, y focos en Gemma y Harmony Cobel (Patricia Arquette), la creyente más ruidosa y ferviente del culto de Kier Eagan. Sin embargo, incluso en ese aspecto no parece que esta maravillosa temporada de Severance copie a su predecesora, sino más bien que honra de manera ingeniosa, algo que ya es una tradición.

'Severance' no se limita a ser una secuela de su primera temporada; es una extensión orgánica que amplía sus preguntas fundamentales sobre la autonomía, la identidad y el costo de ceder parte de nuestra humanidad a cambio de estabilidad. Aunque algunos episodios pueden sentirse más densos o ambiguos de lo necesario, es innegable que la serie conserva su capacidad de provocar y desafiar. El balance entre el misterio y el desarrollo de personajes sigue siendo su mayor fortaleza. Sin embargo, su inclinación por mantener ciertos secretos puede convertirse en un arma de doble filo si no logra ofrecer respuestas que justifiquen su complejidad narrativa en futuras entregas. Mientras tanto, 'Severance' sigue siendo un espejo oscuro y fascinante de las contradicciones de nuestra sociedad contemporánea, invitándonos a cuestionar hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra esencia en nombre de la eficiencia.

A lo que se aproxima Severance muy rápido es al dilema clásico de toda serie construida alrededor de un misterio central: ¿cuándo hay que empezar a resolver incógnitas, si es que hay que hacerlo? Twin Peaks pretendía continuar más allá de la primera temporada sin desvelar al asesino de Laura Palmer (lo hizo a la mitad de la segunda y la audiencia perdió el interés) y Severance vive, en gran medida, de que el secretismo alrededor de las verdaderas intenciones de Lumon le confiere una atmósfera inquietante muy efectiva (...) sin embargo, es ver cómo evolucionan sus personajes donde está la justificación para seguir viendo la ficción porque el misterio, en algún momento, dejará de ser atrayente. Aunque si toda la historia de la compañía continúa siendo tan extraña como lo que se nos ha contado hasta ahora, hay pocas posibilidades de que eso ocurra.

Severance es una ambiciosa serie de ciencia ficción que comenzó como una parábola de las esclavitudes del trabajo moderno pero, ahora, aspira a algo más. El mundo misterioso y solitario creado por Ben Stiller, aquí en su faceta de productor y director, es realmente hipnótico, tanto los exteriores como los interiores rodados en los laboratorios Bell, y el sentido del humor que puebla la serie es igualmente extraño. Pero los enigmas que va dejando la mitología de la serie la emparentan poco a poco con la mítica Lost (Perdidos), con el mismo cuidado con los personajes y los actores. ¿Conseguirá la serie llegar a una conclusión menos polémica o divisiva que la serie que produjo J.J. Abrams?

No cabe duda de que el proceso en el que se ve envuelta ‘Severance’ a nivel de guion tiene una complejidad filosófica de alto calibre. Una complejidad a la que pocos filósofos han sabido acceder y que muchos menos narradores han sabido conjugarlos con una ficción. El salto al vacío de esta serie es absoluto, y tiene mucho que perder ante unas posibilidades ínfimas de ganar. Y a eso hay que añadirle que su amplitud formal es tan amplia (es un drama, es una comedia, es surrealismo, es romanticismo…) que complica el hecho de pretender a llegar a un buen puerto. Los detractores de ‘Lost’ saben bien de lo que hablo. Pero si algo nos enseña ‘Severance’ es que no hay que rendirse en la lucha contra lo impuesto. Y que si ese salto al vacío sale bien puede sacudirlo todo y cambiar las cosas. ¿Podrá ‘Severance’ cambiar la forma en las que vemos las cosas? Quizás sea injusto obligarla a tal empresa, pero si hay una serie que se ha presentado como mesiánica es esta. Y puede terminar saliendo bien. O no. Es algo que está por ver. Mientras tanto, agradezcamos porque exista algo así.

SEVERANCE es una serie extraña y extravagante poblada por seres humanos reconocibles. Y eso hace que su universo mitológico –eso que desvela a los usuarios de reddit que se obsesionan tratando de descifrarlo todo– no caiga en saco roto, no se sienta como un juego de engaños narrativos. Las mejores escenas de esta temporada pasan por momentos que poco y nada tienen que ver con esos secretos –una enrarecida cena, un sorpresivo encuentro en un restaurante, un incómodo abrazo–, pero que conforman el núcleo sólido que lo sostiene. Sin personajes atribulados y confundidos como los cuatro protagonistas que en realidad son ocho (uno adentro de Lumon, otro afuera), todo sería en vano. Una trama intrigante y sorprendente, sí, pero vacía. Gracias a sus fantásticos personajes, nunca lo es.

Severance es un verdadero hito televisivo que cambia el paradigma. Desafía lo establecido sobre identidad, conciencia, ética o ciencia humana. Un hálito de esperanza en la superexplotada industria. Original e intelectual, una obra maestra (...) nada de esto podría ser sin la sensacional y minimalista dirección de Ben Stiller, que continúa demostrando su virtud para arrollar con el estilo visual característico y la atmósfera inquietante. La puesta en escena es tan quirúrgica como la separación de las mentes, y esto hace que la intriga siempre esté nutrida. El enfoque que toma potencia enormemente las actuaciones en materia de profundidad narrativa. Estos mismos intérpretes que atraviesan el corazón con sus papeles. Son asombrosos en esta segunda temporada de Severance, recordando a porciones de adorabilidad a Peter, Olivia y Walter de Fringe, y por complejidad emocional a Jill, Kevin y Nora de The Leftovers. Scott, Lower y Cherry sobrepasan las expectativas generadas tras tres años esperando, te cogen de la mano para un viaje asombroso. Qué personajes, qué personalidades tan adictivas y entrañables.

La espera de tres años valió la pena. Severance regresa como una obra madura pese a su juventud, segura de sí misma y con un desarrollo de personajes que se siente auténtico. Su capacidad para equilibrar misterio, drama psicológico y crítica social demuestra que es una serie que no se conforma con el éxito inicial, sino que busca evolucionar. En una actualidad cultural dominada por lo inmediato, esta historia sigue apostando por la paciencia y la profundidad, consolidándose como una de las series más originales de estos tiempos.

La segunda temporada de ‘Severance’ no intenta responder a todas las preguntas de la anterior. Antes que eso, explora su mundo distópico a través de la evolución de sus personajes. Todo gracias a un guion que une los diferentes escenarios con el misterio de qué es exactamente lo que ocurre detrás de los muros de Lumon Industries. Algo que hace de la segunda temporada un éxito de imaginación y riesgo al contar su historia.