A pesar de tratarse de uno de los fenómenos que mayor arraigo tiene dentro de la cultura popular mexicana, poseedora de una imaginería que se alimenta del absurdo, la tradición y las alegorías; llama la atención que salvo contadas ocasiones -dígase Por la Máscara-, la lucha libre mexicana haya sido tan poco aprovechada en las últimas décadas dentro del mundo de los cómics, las series y el cine de nuestro país. Es más bien en el extranjero donde han volteado a verle con mayor fortuna y convicción. Un ejemplo de ello es Operation Luchador de Alain Vézina, producción canadiense que tiene como primer acierto el plantearse cómo un mockumentary, lo cual encaja a la perfección con la naturaleza del concepto que transitado entre la realidad y la ficción, se consolidó como la más insólita versión del deporte-espectáculo presentando paladines en mallas, que así como en la pantalla grande tenían que lidiar con las garras, colmillos y fauces de zombies, extraterrestres, brujas y otras criaturas, los domingos en las arenas soportaban los piquetes de ojos, golpes ilegales y artimañas de los rudos. Es así que que aquí reinterpretan el humor involuntario que hoy provocan dichas peleas, llevando al exceso la torpeza de las coreografías que presentaban, así como de la forma en que recreaban las incidencias en el ring, rodeándolo de oscuridad para disimular que se filmaba en estudio y sin público presente, con enrarecidas contrapicadas buscando espectacularidad.
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Del mismo modo las posibilidades del formato de falso documental, que incluyen desde testimonios en video de supuestos familiares, expertos y ex compañeros de profesión, hasta material de archivo fotográfico intervenido, les sirven para dotarle al personaje central, en este caso un gladiador mexicano reclutado por la CIA para servir como espía y pelear contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial; de esos rasgos de celebridad que caracterizaban a estetas como Blue Demon y El Santo -a quienes por supuesto se hace referencia-. Le inventan desde proyectos malogrados en el mundo de la música, hasta inesperados romances con figuras históricas, planteados al más puro estilo de cualquier aventura de James Bond, a las cuales no pierden oportunidad de homenajear y satirizar.
Por otro lado, la película tiene el potencial de crear su propio universo de héroes luchísticos, con apuntes a aquellos que pudieron anteceder al protagonista llevando el manto del Ángel Dorado, a quien fuera su mentor, así como a un peculiar enmascarado soviético. Pero lo mejor, es como hacen de Hitler un villano imposible, resultado de las maquinaciones de los clásicos “científicos locos” -quienes por supuesto no podían faltar-, las teorías de conspiración y la visión que se tenía a mediados del siglo pasado, con respecto a los alcances de la fuerza nuclear. Es una lástima que en cuestión de ritmo tenga marcados altibajos, a veces se olvida de la línea principal dejándose seducir por hallazgos entre los excesos, amén de dejar como simple acompañamiento el apartado musical, que podría haberse nutrido mucho más de las distintas épocas a las que alude el relato. Sin embargo, esto no impide que resulte una ingeniosa, divertida y hasta interesante propuesta con respecto a la Lucha Libre Mexicana y el cine al que esta dio origen, algo que ojalá empezaran a tomar en cuenta los creativos mexicanos. Operation Luchador es parte del siempre llamativo festín de cine fantástico y de terror que ofrece el Festival Macabro, el cual por cierto también incluye otro par de documentales sobre el tema, no referimos a Aramis y Nail in the coffin: the fall and rise of Vampiro, pero de esas ya hablaremos en otra ocasión.
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