RESEÑA: En el corazón del oro | La terrible historia detrás de uno de los equipos más exitosos de EE.UU.

Apenas en 2017, el Dr. Larry Nassar fue sentenciado a 60 años en una prisión federal después de declararse culpable de cargos de pornografía infantil. En 2018, la sentencia se amplió a 175 años, tras agregarle siete cargos de agresión sexual a menores. Sin embargo, el médico llevaba más de dos décadas abusando sexualmente de cientos de gimnastas del equipo olímpico femenil de los Estados Unidos y de la Universidad Estatal de Michigan (MSU).

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En el corazón del oro es un nuevo documental de HBO, que reúne años de investigación de los productores Steven Ungerleider y David Ulich, y que, además, cuenta con los testimonios de algunas de las atletas que fueron agredidas por Nassar, de sus abogados, de sus familiares y de periodistas. Aún más impresionante es que muestra gran parte del juicio contra el médico, en 2018, en el que más de 150 mujeres se presentaron, durante siete días, para contar lo que vivieron.

Este largometraje, dirigido por Erin Lee Carr, cuenta una historia desgarradora, de verdadero terror, al retratar un sistema que favoreció y provocó que Nassar pudiera cometer sus crímenes durante años. Es bien sabido que el mundo de la gimnasia es sumamente estricto, el documental muestra la disciplina a la que las niñas (empiezan en este deporte desde los 6-7 años) están sometidas, las restricciones que tienen y las humillaciones que, a veces, sufren por parte de sus entrenadores.

Este ambiente fue aprovechado por el Dr. Larry Nassar para acercarse a sus víctimas. El médico se comportaba como si fuera amigo de las gimnastas, les daba dulces, les prestaba el teléfono cuando los entrenadores se los quitaban, era su confidente, les preguntaba por su familia, sin embargo, todo era para que ellas confiaran en él, para que lo quisieran.

Las agresiones sexuales eran durante las consultas, el lugar perfecto para que un médico se aprovechara de su paciente. Cada vez que una gimnasta llegaba con una lesión o con algún dolor, Nassar aplicaba un tratamiento médico, que según él, era necesario para hacerlas sanar más rápido (lo que cualquier atleta y entrenador busca): introducía sus dedos en la vagina de las deportistas, al principio, por algunos minutos, después, según los testimonios, las consultas podían tardar horas.

Este tratamiento, Nassar lo aplicó durante casi 30 años, a veces, incluso, enfrente de los padres de las atletas, quienes no dijeron nada porque confiaban en la palabra del médico. A lo largo de este tiempo, varias gimnastas se cuestionaron si lo que hacía Nassar estaba bien, sin embargo, entrenadores y las mismas autoridades de la MSU, del comité Olímpico y de los clubes de gimnasia consiguieron mantener esta situación en la sombra. En el estado de Michigan, la evidencia acumulada sugiere que los funcionarios que optaron por defender al popular doctor rechazaron los informes sobre los tratamientos inadecuados que este realizaba.

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Los testimonios de las atletas ponen la piel de gallina. Cuando se enteraron que habían arrestado al médico por tener pornografía infantil, muchas no lo podían creer, porque consideraban que era una buena persona y lo querían, no estaban del todo conscientes de que había abusado de ellas durante años: de ese tamaño era la manipulación de Nassar.

En este tipo de producciones, la historia es más grande que el documental mismo, el hecho de que haya ocurrido este tipo de abusos por parte de un médico, durante más de 20 años, con el encubrimiento de varios funcionarios habla de un sistema fallido, de un país en decadencia, de lo más bajo de la gente.

El gran mérito del largometraje es la documentación, las fuentes a las que recurre y sobre todo, la manera en la que cuenta los hechos, sin dejar de lado la vileza de Nassar, pero exponiendo también lo podrido del sistema y mencionando a entrenadores, como Kathie Kledges, John Gedarth, y funcionarios que encubrieron al depredador sexual, porque al final lo que queda claro es que esto no hubiera durado tanto tiempo, a lo mejor ni siquiera sucedido, si no lo hubieran protegido y si no hubieran confiado más en la palabra de un médico y de un hombre, antes que en la de una niña que dice que algo le duele y no le gusta.

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