Ella es austriaca, él suizo; ella es poeta, él dramaturgo; ella es temeraria pero vulnerable, él es aventurero pero un poco conservador. Cuando Ingeborg Bachmann y Max Frisch se encuentran por primera vez en París en el verano de 1958, ya son celebridades internacionales del mundo literario. En los cuatro años que siguen, incursionan en un gran amor y en una relación abierta entre Zúrich y Roma. Frisch envidia la fama de ella; Bachmann encuentra molesto los celos de él y el ruido de su máquina de escribir. Ella está emancipada, experimenta una existencia libre y productiva; en Berlín, escribe el famoso discurso: “La verdad es soportable para la humanidad”. Solo después se da cuenta de que está sufriendo y de cuánto: con Adolf Opel en el desierto, y con Hans Werner Henze en Italia.

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