Yakuzas vampiros, policías corruptos, sadomasoquistas insaciables en la búsqueda del dolor extremo, muñecas hiperviolentas, fantasmas y objetos que cobran vida para buscar venganza, así son los personajes heridos de Takashi Miike, el otrora enfant terrible del cine japonés y el más exitoso y prolífico dentro y fuera de su país -100 películas conforman su filmografía hasta ahora y es un habitual de los festivales de cine más prestigiosos del mundo- gracias a filmes radicales y transgresores como Audition - 80%, relato de culto que lo lanzó a la fama en occidente por su extraño uso y estilización de la violencia, humor negro y atmósferas de pesadilla, donde lo que parece normal se vuelve perturbador, filmes en apariencia clásicos que se convierten en thrillers para dar forma visual al terror y la esquizofrenia; si en algo es también un virtuoso Miike es en el arte de mezclar géneros y subgéneros para dar vida a frankensteins modernos que se vuelven contra sus creadores como ese muñeco que decide salirse de la sopa de la que forma parte para comerse la campanilla de la joven que está a punto de engullírselo en La Felicidad de los Katakuris - 64%.
Takashi Miike nació un 24 de agosto en Osaka en 1960 y estudió cine en la Academia de Artes Visuales de Yokohama, bajo la tutela del reconocido director Shôhei Imamura con quien colaboró en filmes como Black Rain (1989). Sus primeros trabajos fueron películas de bajo presupuesto producidas para el mercado de video y con temáticas de la cultura yakuza –la mafia japonesa. Pero no todo es hiperviolencia en la filmografía del japonés; también ha dirigido musicales como For Love's Sake, y títulos dirigidos al público infantil, de Zebraman a The Great Yokai War.
El cineasta japonés fiel seguidor de la figura y las películas de Bruce Lee ha confesado que sus propias películas le dan miedo como lo revela en una entrevista de 2015 de EL PAÍS:
Tengo que decirte que yo lo he pasado mal grabando incluso mis propias películas de miedo. Lo pasé fatal rodando algunas escenas de Audition, lo reconozco. Pero es una forma de pasarlo mal muy extraña y diferente a cualquier otra: es un miedo divertido, con el que pasas un buen rato.
Un dato curioso sobre otra de sus joyas, Ichi the Killer, es el del Festival de Cine de Toronto de 2001, en el que le regalaban al público bolsas poder vomitar. Se cuenta que en efecto, algunos de los asistentes vomitaban o huían afectados de las salas de cine. Hoy que el realizador llegó a los 55 años, les compartimos una lista que reúne sus películas mejor reseñadas por la crítica hasta ahora, que también puede servirte como guía para adentrarte al universo de Takashi Miike, un cine no apto para estómagos sensibles.
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