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RESEÑA: Nueva York sin salida | Más melodrama que thriller

Este filme es una guía paso por paso de cómo no hacer una película sobre el crimen y la corrupción

La clave de un thriller es aumentar constantemente la incertidumbre y emoción por saber cómo se resuelve el conflicto en un ambiente de tensión. Y todo eso es exactamente en lo que falla Nueva York Sin Salida (31%) en sus dos horas de duración, las cuales lamentablemente se sienten el doble de largas al arrastrar básicamente todos los clichés de películas sobre policías corruptos y crímenes en esa ciudad estadounidense.

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Dirigida por Brian Kirk en su debut como director de largometrajes, Nueva York Sin Salida comienza cuando el detective Andre (Chadwick Boseman) toma el caso de un par de ladrones que, en un intento por recoger varios kilos de cocaína, terminan siendo perseguidos por las fuerzas de seguridad tras matar a ocho oficiales. En su búsqueda por saber quiénes son los fugitivos y qué salió mal, descubre que no todo es lo que parece con los hombres de azul.

Predecible y dispareja en sus actuaciones, la película retoma los conflictos que se exploran en filmes como Día de Entrenamiento (72%) o Los Infiltrados (91%), los cuales relatan cómo la corrupción se inmiscuye entre las filas de la policía, pero si aquellos sorprendían al espectador por cómo su crudeza y narrativa ágil para revelar al final, y de manera frontal, la vileza y complicidad de hombres y mujeres poderosos, el argumento y desarrollo de la cinta de Kirk pretende sorprender al público con un giro de tuerca que resulta demasiado obvio para el respetable.

No puede haber intriga si es obvio lo que va a suceder y Nueva York Sin Salida (31%) falla en el manejo del misterio. Desde el primer acto, es evidente que los policías están actuando extraño y con una saña particular por atrapar sin vida a los criminales lo que hace menos efectivo que al final el protagonista descubra esto. El guión es incapaz de esconder este detalle o de enmascararlo con otra falsa pista.

De la misma forma, sus personajes están encasillados desde el inicio, solo se mueven en el registro de los villanos o los buenos de la historia. En el primer minuto se establece que el protagonista es de moral inquebrantable y que los dos fugitivos son criminales sin un ápice de arrepentimiento. Esta falta de exploración en la psicología de los protagonistas, impide que se genere una empatía con el público, y que la historia quede plana.

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Pero no es sólo un problema del libreto, sino de la dirección. Las actuaciones son sumamente disparejas. Es como si Kirk no se hubiera preocupado por guiar a su elenco y mantenerlos en el mismo tono. Boseman, y el resto del reparto, hacen lo que pueden para dar una profundidad que el guión no tiene.

Nueva York Sin Salida (31%) queda atrapada en un loop de aburrimiento, a causa de la falta de originalidad de su trama y riqueza de sus personajes. Un filme terriblemente gris, al igual que la manera en la que se descubre el crimen que da razón de ser al relato.

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