Como parte de la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional se presenta Sanctorum - 94% de Joshua Gil, largometraje de ficción que es un drama, una denuncia política, una fábula onírica donde la violencia y la naturaleza se vuelven dos personajes más y que nos hace cuestionarnos con qué naturaleza hemos hecho parte de nuestra vida diaria esa cruda violencia que se vive en México, donde las autoridades y los narcotraficantes forman parte del mismo equipo. La película es clara en su mensaje desde sus imágenes iniciales cargadas de una poesía audiovisual que corre durante todo el cauce de su desarrollo, al igual que los ríos de agua cristalina por lo que comienza a correr sangre. La libertad de los agricultores es arrancada de raíz en sus propias tierras. La infancia queda empantanada y es frenada por la delincuencia. En los arboles crece magia y sus ramas son acariciadas por el miedo que se diluye entre la bruma.
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La película arranca con un sonido estremecedor que proviene del cielo envía una señal a los habitantes de una zona rural, algo está por suceder, el mundo como lo conocían está por cambiar. A partir de ese momento la trama abre una serie de preguntas dramáticas y los personajes se ponen de inmediato en acción para tratar de comprender lo que el cielo les trata de decir.
A medida que avanza la trama, el director nos presenta la historia de un grupo de campesinos que se dedican a la siembra de la amapola en campos que controlados por grupos de narcotraficantes, en ese lugar los trabajadores son vigilados con armas en mano y el peligro los asecha constantemente. Algunos de ellos se ven obligados a ir en familia y exponerse al peligro, pues no tienen otra opción como sustento económico más que dedicarse a la agricultura de un producto que no comercializan por su propia cuenta ni obtienen el pago justo por la mano de obra. En ese pueblo del sur, como en muchas comunidades en México, las oportunidades son escasas, a momentos parece ser un sitio olvidado por el gobierno, las autoridades y las instancias de apoyo humanitario. El crimen organizado es quien impone la ley y el orden en este territorio, donde constantemente son asesinados sus habitantes de una forma despiadada. Junto a estas personas inocentes también mueren las esperanzas, pero estos campesinos son personajes fuertes que están dispuestos a defender sus raíces y lo que les pertenece, están decididos a poner todo lo que tienen en juego, incluso si lo que tienen es muy poco y si es necesario, arriesgan su propia vida por defender el honor y sus tierras. Las cosas se complican todavía más cuando finalmente el gobierno y las autoridades les prestan atención, pero solo con el fin de acusar a los agricultores de criminales. Los habitantes no tienen otra opción, ni siquiera la huida está en sus planes, solo les queda enfrentarse cara a cara con sus mayores enemigos en un duelo que se produce entre el plano real y el espiritual.
El guion de la película tiene una sólida estructura y es muy redondo. Está construido a partir de imágenes y sonidos que dan como resultado una poesía audiovisual llena de realismo mágico, que se mezcla con un estilo documental por sus elementos naturalistas. La mayor parte de la película está dialogada en mixe y ayuuk, lo que le da un peso muy realista a esta producción. El director consigue que nos adentremos en la intimidad de su relato y nos prepara para una serie de secuencias en las que la tensión y el impacto están en primer plano, en epecial al principio con un gran plano general que encuadra la acción de un grupo de personas acribilladas y calcinadas en medio de la nada. Gil consigue una de las escenas más potentes del cine mexicano contemporáneo a través de los sonidos, sin necesidad de mostrar planos detalles inundados de sangre y cuerpos violentados. El director sabe que es más aterrador lo que no se ve de manera explícita y le pide al espectador que autocomplete estos hechos desgarradores en su mente. Es en ese recurso narrativo donde radica uno de los mayores aciertos de esta cinta y que recuerda por momentos a lo que el documentalista mexicano, Everardo González hizo en su largometraje La Libertad del Diablo - 88%: permitir que el espectador imagine la cruda realidad.
Sanctorum - 94% posee una factura técnica impecable, el sonido es imprescindible en esta película, por lo que hay un trabajo muy cuidado tanto en el sonido directo como en el diseño sonoro, a través de estos elementos el cineasta provoca una lista de emociones que van desde la empatía, pasando por el suspenso y el terror. Sin duda, este filme que difumina la línea entre lo real y lo ficticio, podría considerarse como una película de terror moderno, incluso más aterradora que otras películas mexicanas de dicho género. La propuesta visual está en un excelente nivel, tiene un logrado trabajo de fotografía con planos expresivos y cargados de subtexto, con encuadres que enmarcan en un mismo plano la tensión y el peligro con la belleza de sus locaciones. El diseño de producción nos introduce por completo en la atmosfera de la historia. La dirección de actores merece una mención especial, ya que a pesar de que Gil trabaja con no actores, el elenco entrega sólidas interpretaciones.
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Esta cinta que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2019 y se presentó en el Festival Internacional de Cine de Morelia de ese mismo año, cuenta con grandes valores de producción y es una potente crítica social que deja sin palabras y aliento, perdura en la memoria del espectador días después de haberla visto. Es una obra tan estremecedora como los truenos de un relámpago que con la utilización de elementos mágicos, nos da un panorama de una realidad mexicana vigente, así como mensajes urgentes de ver y escuchar.
Como parte de la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, se proyectarán 13 filmes provenientes de diferentes países, entre las cuales se presentarán Los hijos del sol - 75%, de Majid Majidi y La Llorona - 90%, de Jayro Bustamante, cintas que también incluyen contundentes críticas sociales.
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