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RESEÑA: Mansión Embrujada | El espectral encuentro de dos mundos

Aunque la cinta es una mejora de la versión de 2003, es demasiado larga como para cumplir con su propia ambición narrativa

En el negocio del cine, Disney es una de las empresas que más se ha comprometido a encontrar las fórmulas correctas para crear franquicias de largo interés que puedan explotar por años. Además de los superhéroes que llevan dominando la cartelera desde hace más de una década, la productora insiste en trabajar proyectos inspirados en sus distintas atracciones de Disneyland, y es que todavía esperan repetir el éxito de Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra (79%). Con el remake de Mansión Embrujada (43%), la compañía logra proponer algo bastante entretenido, pero que carece de raíces fuertes como para ir más allá de una entrega. La cinta dirigida por Justin Simien ciertamente es una buena distracción, pero una que tropieza con sus propias ambiciones y falla para ir más allá de lo esperado.

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Luego de la gran recepción de la adaptación protagonizada por Johnny Depp, Orlando Bloom y Keira Knightley, la compañía se dio cuenta que su parque temático podría dar mejores frutos de los esperados, pero nunca logró admitir que en la mayoría de los casos estas producciones servirían mejor si no se tratara de forzar una franquicia. Tomorrowland: El Mundo del Mañana (50%) sufrió de este problema y el resultado fue un desastre sin igual para Disney, pero también lo fue La Mansión Embrujada (13%) de 2003 protagonizada por Eddie Murphy. Esta cinta fue increíblemente criticada por los expertos, el público y hasta el protagonista, y aunque ante la llegada de su remake muchos quieran rescatarla, lo cierto es que nunca cumplió con las expectativas y no es un gran ejemplo de lo que se puede construir a partir de algo tan interesante como la atracción original de la marca.

Luego de reconocer que no podrían crear secuelas siguiendo esta película, Disney decidió que un nuevo intento era mejor opción y en 2010 se confirmó que Guillermo del Toro buscaría dar con una nueva visión para este canon. Por desgracia, los años pasaron y, al igual que otros proyectos del director, las cosas se vinieron abajo y fue necesario buscar otra alternativa. En 2020, la productora anunció oficialmente su intención de continuar con el remake y en 2021 el responsable de Dear White People (91%) quedó a cargo de esta nueva versión, que ofrecería algo interesante para los niños y sus padres, algo que reflejara la experiencia misma de la atracción original.

Mansión Embrujada es protagonizada por Lakeith Stanfield, Owen Wilson, Rosario Dawson, Tiffany Haddish, Chase Dillon y Danny DeVito, y cuenta la historia de un hombre escéptico y deprimido que intenta ayudar a una madre y su hijo que se ven acosados por varios fantasmas. Reclutado por un sacerdote que falló en su misión de “limpiar” la casa de estos espíritus, el protagonista se encontrará con algo sorprendente que lo hará replantearse sus propias creencias. Hay que darle crédito a la cinta por ofrecer una trama suficientemente entretenida para esos espectadores que gustan del terror juvenil como Escalofríos (76%), aunque aquellos que esperen un horror más complejo saldrán decepcionados sin remedio.

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El remake tiene varios puntos positivos que serán suficiente para buena parte del público, aunque muchos otros notarán lo fácil que estos elementos se convierten en obstáculos que impiden que la cinta se convierta en algo mucho mejor. Entre lo más destacado está el elenco que funciona muy bien en equipo y cuyos personajes se desarrollan bien dentro de la historia, a pesar de que es claro que Ben (LaKeith Stanfield) es el centro de la misma al ser el único que muestra más matices y la complejidad esperada en cualquier película que intente conectar con el público. Desde los primeros minutos queda claro quién es y cómo funciona la mente de este hombre en duelo que sigue sufriendo por su propia esperanza de encontrar las respuestas adecuadas.

Justamente por su construcción, se nota que el resto de los personajes no funcionan tan bien y eso es una pena porque todos demuestran tener puntos interesantes que se quedan en el aire. Por ejemplo, el sacerdote Kent (Owen Wilson) sirve como el alivio cómico y lo hace muy bien hasta que el propio ritmo de la película nos recuerda que el tono del actor lo hemos visto en otros títulos hasta el cansancio y se pierde una oportunidad valiosa de hacer algo más interesante con su dilema moral. Algo similar sucede con la psíquica Harriet (Tiffany Haddish) que primero sirve para contemplar las posibilidades de un fraude espiritual y que en teoría tiene su propio reconocimiento en esta área que queda relegado para poner escenas que realmente no funcionan más allá del minuto en el que aparecen en pantalla.

Pero tal vez lo más lamentable de todo es lo que sucede con las figuras de Gabbie y Travis. Al comienzo de Mansión Embrujada podemos ver a este par llegar por primera vez a la casa, y de inmediato se nota la química entre ellos y la ausencia que los une como familia, pero también pone una brecha en su relación. De manera bastante cómica, el personaje interpretado por Chase Dillon domina esos primeros minutos y nos hace querer conocerlo más, en especial cuando es claro que conectará de manera personal con Ben. Sin embargo, la cinta pierde una oportunidad de oro para aprovechar a este personaje, lo que hace de su evolución un camino predecible y superficial. De igual forma, Rosario Dawson queda muy desdibujada entre la importancia del protagonista y el color que tienen los otros involucrados en la historia, lo que afecta mucho la parte emotiva de la cinta y la resolución de la misma, tanto en el giro que buscaban dar como en el cierre esperado en estas historias de Disney.

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Pero hay que reconocer un punto a favor para la guionista Katie Dippold por construir una gran excusa para mantener la historia dentro de la mansión, y es que el mayor problema con las historias de casas embrujadas o encantadas es justamente la simpleza con la que se trata algo así de relevante. En Mansión Embrujada, los personajes deben estar cerca de la construcción porque los fantasmas acechan más allá de sus puertas, aunque en el día son libres de salir a buscar las respuestas que buscan para enfrentar al enemigo. Aunque algunos podrían considerar que el villano de la cinta es bastante simple, en realidad funciona bien bajo la tradición Disney en la que se usa como una figura oscura sin redención, pues aquí no hay espacio para ese tipo de complejidad; algo que hasta cierto punto se agradece para simplemente disfrutar de la experiencia que busca retratar la famosa atracción.

A nivel técnico, Mansión Embrujada funciona bastante bien. El diseño de los espectros es sencillo, pero atractivo, y aquellos que han disfrutado de la atracción original notarán con gusto los detalles sobre los fantasmas y sus respectivas historias. Por otro lado, la creación misma de la mansión y cómo cambia por la actividad espectral es otro de los elementos más fuertes de la cinta. Es cierto que durante el tercer acto se pudo arriesgar más para generar en el espectador la sensación de caos y ansiedad, pero sí logra ser visualmente interesante y una excusa narrativa para separar a nuestros protagonistas cuando más necesitan mantenerse unidos.

Al final, el gran problema de la película es su extensión y es que nada justifica su duración de dos horas. La historia tan simple pudo ser más efectiva en menos tiempo, pero al querer extenderla para seguir con las tendencias actuales del cine, deja vulnerable su propia narrativa y todos esos puntos positivos comienzan a tropezar entre ellos, creando un ritmo desigual y torpe. A pesar de esto, Mansión Embrujada es una agradable propuesta que aunque claramente no puede competir con la oferta de temporada, ni logra abrir las puertas a una franquicia poderosa, sí se convertirá en una distracción muy disfrutable para la familia, especialmente para los espectadores más jóvenes que comienzan a interesarse por las historias de terror.

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