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RESEÑA: Rapera a los 40 | Nunca se es muy tarde para reinventarse

El filme de la guionista, productora y actriz Radha Blank es una humorosa reflexión sobre la honestidad y la búsqueda de la voz propia

En su segunda incursión en la dirección (si se considera que la primera fue con el telefilme Sam Bowe: Speech Writer), la neoyorquina Radha Blank presenta una comedia escrita, producida y actuada por ella misma, e inspirada en sus propias vivencias y experiencias.

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Rapera a los 40 (95%) cuenta la historia de una dramaturga cuarentona quien se dedica a dar clases en una escuela pública para ganarse la vida. Tras haber sido considerada una promesa juvenil dentro del medio teatral tiempo atrás, lo cierto es que la carrera de Radha (Radha Blank) en ese rubro ha venido a menos, a pesar de sus esfuerzos y del apoyo de Archie (Peter Y. Kim), su agente y amigo de toda la vida. De esa forma, la escritora lleva una vida gris (subrayada por la fotografía en blanco y negro de Eric Branco), hundida en el hastío, la añoranza de lo que pudo ser, y la ingesta de asquerosas bebidas dietéticas.

Las cosas empeoran tras la muerte de su madre, cuando en una sesión de su clase, una alumna le echa en cara su malograda trayectoria en las artes escénicas, y poco después Radha rechaza (no de la mejor manera) una propuesta de trabajo del productor teatral Josh Whitman (Reed Birney), a quien desprecia por considerarlo artífice de puestas teatrales sosas y estereotipadas. Ya al borde de la desesperación, ruega a su progenitora recién fallecida (y al cielo mismo) que le envíe alguna señal. Y esta le llega a través de un sonido distante proveniente de las calles, el cual a su vez le trae al presente un también distante recuerdo de su juventud.

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Tras esta epifanía, al día siguiente Radha le anuncia a Archie su decisión: iniciará una nueva carrera como compositora e intérprete de Rap. Archie no la toma muy en serio, e insiste en que ella debe hacer las pases con Withman y aceptar trabajar con él. Pero Radha se empecina en su decisión, y es así como termina en el estudio de D (Oswin Benjamin) un DJ al cual le solicita ayuda para grabar un mixtape con sus composiciones. D acepta, y se percata que las rimas de su nueva cliente son poderosas, directas y poseen una buena narrativa, fascinándose con ella de una manera muy profunda.
Sin embargo, la naciente carrera de Radha como rapera tendrá un par de reveses, incluida una inesperada oferta por parte de Josh Whitman -quien es “persuadido” por Archie- para producir Harlem Ave, una obra escrita por ella, bajo la condición de hacerle ciertas modificaciones y “adecuaciones” al argumento. Ante tal encrucijada, insatisfecha y confundida, deberá decidir sobre uno de los dos caminos que se han abierto de súbito ante sí. Y de paso, conseguirá reconciliarse con su propio pasado.

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Ganadora en la edición 2020 del Festival de Cine de Sundance, en Rapera a los 40 (95%) su realizadora interpreta una versión de sí misma, lo que le permite hablar directa y sinceramente de diversos temas, siendo el principal el dilema del ser y el deber ser. Su protagonista se cuestiona sobre si debe dejar de lado sus aspiraciones personales –y su ética como autora-, en pos de aprovechar la que puede ser su última oportunidad de alcanzar por fin la ansiada relevancia en un oficio al cual ha dedicado su vida; o si bien debe perseguir un nuevo sueño que aunque incierto, le brinda un poderoso vehículo a su genuina voz, y a través de él puede expresarse artísticamente, refrendar su combativa postura, y darle salida a sus propias ansiedades y sentires.

Combinando adecuadamente ficción con elementos propios del documental y el biopic, Blank confecciona un entretenido trabajo el cual sostiene vasos comunicantes con algunas de las obras -y discursivas- de Spike Lee, en particular en lo referente a temas como el impacto sociocultural de la desmedida gentrificación; la estereotipada representación de la raza negra perpetuada en los medios de comunicación, e incluso la falta de oportunidades profesionales para los afrodescendientes. Asimismo, el divertido guión de Radha aprovecha para arrojar también un par de pedradas en contra de la corrección política y el falso ánimo “incluyente” que permea en el medio artístico de la actualidad, el cual puede alcanzar niveles absurdos (el chiste sobre la versión masculina de Magnolias de Acero (67%) no tiene precio).

Todos estos elementos son integrados de forma sutil al corpus de una historia personal, atravesando transversalmente al relato de su protagonista: una mujer soltera, entrando en la edad madura, quien es presa de una crisis de mediana edad, donde no solo deberá escoger si conserva intactas su honestidad e integridad; sino también se cuestionará sobre si debe tomar ciertos riesgos a su edad, y descubrirá que nunca se es tarde para alcanzar la maduración -personal y artísticamente hablando-; ni tampoco hay edad para seguir buscando la mejor versión de nosotros mismos.

Rapera a los 40 (95%) resulta ser una atinada apuesta (y un estreno notable) para la plataforma Netflix. Una producción con sabor a cine independiente del bueno, no de ese que solo busca la querencia de los festivales; de tono amable (sin dejarse arrastrar por lo complaciente); con autenticidad y cierta crudeza aparejadas a su discurso; y con una saludable liviandad y gusto estético en su puesta en escena, desembocando en una película disfrutable e incluso memorable.

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