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Christopher Nolan: director sobrevalorado por fans y críticos

Vicios y malos hábitos de un director que aún no termina de alcanzar su verdadero potencial, del cual no dudamos, pero que aquí colocamos en su justa dimensión

Es hora de hacer una intervención cinematográfica. Hay que hablar de Christopher Nolan, un director que tiene en su haber varios logros y que como realizador cuenta con un respetable abanico de aptitudes. No se puede negar eso ni las ambiciones narrativas de Nolan: las historias que él (junto a su hermano y coguionista Jonathan Nolan ) busca contar siempre tienen como enfoque temas relativos a la condición humana. Una película como Memento (92%) muchos directores quisieran tenerla en su filmografía, sin embargo, por cada cualidad que acompaña el trabajo de Nolan existe un fallo y la suma de estos plaga su desempeño.

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Nolan es un realizador que sabe armar espectáculos que convocan a grandes públicos y eso es otra cualidad que no se puede negar. Sin embargo, los títulos y adjetivos que se han querido conferir al director (genio, intelectual, visionario, etcétera) son por demás cuestionables y, en algunos casos, risibles. Los fallos del director de El Gran Truco (76%) son notorios a todas luces.

OJO: la idea de esta intervención no es demonizar, sino desmitificar a un realizador que muchas veces es presa de sus malos hábitos y vicios como narrador. En el previo al estreno de su épica de guerra Dunkerque (92%) prosigamos a revisar algunos de estos malos hábitos.

Problemas con los diálogos

¿Cuántos diálogos verdaderamente memorables existen en la filmografía de Christopher Nolan? Sin duda, hay algunos ejemplos, pero en términos generales, las conversaciones no son el punto fuerte de los hermanos Nolan. Además de esto existe otro problema: una enorme dependencia en el diálogo de exposición —cuando los personajes de una historia explican mutuamente cosas que la audiencia ya ve o verá en algún momento de la película—.

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Los Nolan tienen el pésimo hábito de hacer que sus personajes estén conceptualizando constantemente todo lo que hacen. Ésta, sin duda, es la idea de los Nolan de hacer un ejercicio de reflexión, pero rara vez ocurre de manera efectiva. En múltiples ocasiones las líneas no dicen gran cosa y sólo terminan con personajes convertidos en títeres que recitan chocantes y redundantes monólogos. La frase “either you die a hero or live long enough to become the villain” es repetida hasta el hartazgo por varios personajes de Batman: El Caballero de La Noche (94%), casi como si Nolan pensara que la audiencia es muy lenta y hay que repetirles el punto que quiere señalar. Lo peor es que el supuesto punto que Batman: El Caballero de la Noche quiere hacer es pobremente planteado: Harvey Dent se transforma en villano no porque realmente tuviera un conflicto moral de intereses, sino por circunstancias que tienen que ver con venganza y rencor (le queman la cara y le matan a la novia) lo cual lo convierte en un personaje extremista. Además, este tipo de diálogos hacen que todo el ensamble sea de lo más frío e impersonal. Una vez más, poner a los personajes a hablar y hablar no los hará más complejos o interesantes, ni a la historia más inteligente.

Christopher Tookey para Daily Mail mencionó en su reseña de Batman: El Caballero de la Noche lo siguiente:

La trama es a menudo imposible de seguir. Y la película, aunque oscura, no es tan profunda como algunos han afirmado.

David Denby para el New Yorker complementa con este apunte:

Una cinta sombría y atascada al mismo tiempo. La narración no está configurada coherentemente para sacar a la luz contrastes y llevar hacia un clímax satisfactorio. El Caballero de la Noche es un clímax constante; siempre está en un frenesí y continúa para siempre.

Nolan tiene problemas para dirigir secuencias de acción y de combate

Dunkerque (92%) promete impresionantes escenas de batallas a gran escala que, definitivamente, lucen como lo mejor que Nolan ha dirigido en ese rubro toda su carrera. Esto contrasta con buena parte de su filmografía, plagada de escenas de acción incoherentes y torpemente hechas. La trilogía de Batman de Nolan es viva muestra de este problema, pues a pesar de numerosos trucos de edición empleados para “ocultarlo”, lo cierto es que rara vez podemos apreciar una pelea visualmente ordenada entre Batman y alguno de sus oponentes. Aun si Nolan contara con los mejores coreógrafos de acción de Hong Kong, su brújula para plasmar combates cuerpo a cuerpo está totalmente rota. Por esa y otras razones esperemos que jamás se le dé la franquicia de James Bond a su atolondrada lente. Ya con las ineptas escenas de acción de 007 Quantum (64%) fue más que suficiente.

La dirección de actores no es su fuerte

Heath Ledger y su actuación como el Joker es algo que nadie olvidará en un buen rato; sin duda, es el personaje más memorable en toda la filmografía de Nolan… lo cual es preocupante porque pone en evidencia que, así como el director es incapaz de producir diálogos memorables, tampoco puede crear personajes para recordar. La raíz del problema viene del guión, pero definitivamente Nolan tampoco ha demostrado que pueda extraer grandes actuaciones de sus repartos. Esto no tiene excusas si consideramos el tipo de histriones que han colaborado con él. Los personajes en el "Nolanverso" quedan reducidos a tristes y desgastados estereotipos, como el de Anne Hathaway en Interestelar (71%), quien recita un cursi y visceral monólogo respecto a la importancia del amor. La clase de diálogo que uno esperaría más de un libro de autoayuda y no de un director “serio e intelectual”. En resumen, todo lo que proviene de los personajes de Nolan es, con notables excepciones, impersonal, frío y distante.

Nolan está obsesionado con los artilugios y el efectismo

Así como Quentin Tarantino y su necedad de filmar en 70 mm Los 8 Más Odiados (75%), una historia que no necesitaba ese tipo de cámara (pero sí una revisión de guión que nunca tuvo), Nolan se encuentra enajenado con cámaras IMAX y otras cosas que añaden poco o nada a sus historias. Este efectismo técnico también se traduce a los libretos, donde siempre existe alguna gran revelación, alguna gran secuencia que termina eclipsando aparatosamente a los personajes y sus dilemas. Nolan no es un narrador disciplinado, ya que al enfocarse tanto en estas escenas pierde de vista todo lo demás que intentaba construir alrededor de los personajes. La trilogía de Batman, otra vez, es claro ejemplo de esta necesidad de hacer una gran secuencia tras otras. Al llegar por fin el enfrentamiento decisivo entre Bane y Batman, algo que la cinta venía cocinando a detalle y donde esperamos ver la venganza del segundo, Catwoman aparece y dispara al personaje de Tom Hardy, lo que termina abruptamente con la participación de éste en un anticlímax de lo más grotesco. Son trucos narrativos estruendosos que, una vez más, alejan a Nolan de esa imagen de intelectual que sus fans y él mismo han buscado construir.

Christopher Nolan es alguien cuyo potencial simplemente no termina de desarrollarse, esperemos no se haya convencido a sí mismo de que ya no tiene nada que aprender de la creación fílmica. Al recibir su Óscar honorario a los 80 años el señor Akira Kurosawa comentó que aún había muchas cosas que no entendía sobre hacer cine y que prometía esmerarse en hacer mejores películas. Una necesaria cuota de humildad que todo cineasta debe poseer en su interior y que, si Nolan encuentra, lo llevará por un camino de creación fílmica sumamente prometedora.

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