El regreso de Daniel Day-Lewis tras años de retiro produce una fascinación particular entre críticos y cinéfilos. No solo se trata de una figura magnánima que abandonó el cine en la cima de su prestigio, sino de un actor cuya entrega absoluta a cada papel rozaba la leyenda. A sus 68 años, el británico se presentó en el Festival de Cine de Londres para hablar de su regreso con Anémona, la película dirigida por su hijo Ronan Day-Lewis, pero terminó protagonizando un inesperado debate sobre el arte de actuar.
La inmortalidad de Daniel Day-Lewis
A lo largo de cuatro décadas, Daniel Day-Lewis cimentó un legado intocable en la historia del cine. Tres premios Óscar como mejor actor por Mi pie izquierdo, Petróleo sangriento y Lincoln lo colocan en un pedestal que nadie más ha alcanzado. No se conformaba con interpretar, más bien habitaba por completo a sus personajes. Se convirtió en un asesino despiadado en Pandillas de Nueva York, en un sastre consumido por la obsesión en El hilo fantasma, en un hombre destruido en En el nombre del padre.
Esa entrega lo convirtió en un mito viviente. Cada película suya ocurría con la solemnidad de un acontecimiento cultural. A diferencia de otros intérpretes prolíficos, Day-Lewis aparecía poco, pero cada vez que lo hacía redefinía lo que se espera de un actor. Incluso su retiro, anunciado en 2017, no disminuyó la fuerza de su presencia; al contrario, lo volvió más enigmático, casi irreal, como si perteneciera más al recuerdo colectivo que a la vida cotidiana.

¿Qué es la actuación de método?
La palabra “método” se ha convertido en un arma arrojadiza en redes sociales y programas de entretenimiento. Se le asocia con actores que llevan al extremo su comportamiento fuera de cámara, confundiendo disciplina creativa con extravagancia innecesaria. Sin embargo, el llamado método, inspirado en las enseñanzas de Konstantín Stanislavski y adaptado en Estados Unidos por Lee Strasberg, no dicta reglas rígidas ni exige delirios. Su propósito es permitir que el actor viva la emoción de su personaje de manera auténtica y reactiva, incluso en medio de un rodaje fragmentado.
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Day-Lewis lo llevó a un nivel legendario. Por ejemplo, tan solo para interpretar al escritor Christy Brown en Mi pie izquierdo, vivió meses en silla de ruedas y aprendió a escribir solo con el pie. Pese a la mitificación extrema, nunca presumió de ello; lo veía como una consecuencia lógica del respeto hacia el personaje.
Daniel Day-Lewis defiende la actuación de método
Durante la charla en el BFI London Film Festival, el actor respondió a un asistente que le preguntó directamente por las recientes críticas hacia ese estilo de actuación. Fue entonces cuando hizo la declaración más contundente de la velada.
“Todos los comentarios recientes de los últimos años sobre la actuación de método provienen, invariablemente, de personas que tienen poco o ningún entendimiento de lo que realmente implica. Es casi como si pensaran que estamos metidos en una ciencia falsa, o en una secta. Pero en realidad es solo una forma de liberarte, para que, cuando estés trabajando con tus colegas frente a la cámara, tengas la libertad de responder de cualquier manera a la que te lleve el momento.”
Day-Lewis aseguró que el método no implica alienarse de la realidad, sino convivir con ella desde otra perspectiva. Explicó que se trata de un estado de conciencia sostenida en el que el actor puede responder libremente a lo que sucede en escena. Lejos de ser un sacrificio tortuoso, le parece un privilegio creativo.
Anémona, la nueva película de Daniel

Varios años después de su supuesto retiro, su voz vuelve a escucharse en pantalla con Anémona, drama psicológico ambientado en el norte de Inglaterra dirigido por su hijo Ronan Day-Lewis. La cinta retrata a dos hermanos separados por un pasado turbio, interpretados por Sean Bean y el propio Day-Lewis, obligados a enfrentarse a heridas que ninguna distancia pudo sanar.
Lejos de ser un regreso triunfal con fanfarria mediática, su participación suena más íntima que grandilocuente. Es un acto familiar, casi espiritual, en el que no busca volver al centro de la industria, sino explorar el cine desde otro lugar.
Si este regreso es el comienzo de una nueva etapa o solo una despedida definitiva, solo él lo sabe. Su carrera nunca ha obedecido a las expectativas de nadie más que las suyas. Mientras siga hablando, el cine seguirá escuchando. Y mientras siga defendiendo con esa claridad la búsqueda profunda del actor, el método, tan cuestionado en redes y tan vilipendiado, seguirá siendo una forma válida y poderosa para él de acercarse a la verdad.
Con información de Variety.
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