RESEÑA: Pacifiction | De política y otros males

Amado por unos y odiado por otros, lo cierto es que Albert Serra (Libertad - 90%, La Muerte de Luis XIV - 75%) es uno de los autores contemporáneos más interesantes y propositivos del cine europeo. Su trabajo, cortado de la misma madera que su excéntrica personalidad, ha sido catalogado como contracorriente, desafiante y por supuesto auténtico, pero jamás accesible. En Pacifiction - 90%, su último proyecto, el director se aleja un poco del carácter abstracto que ha impregnado a su obra durante sus más de 20 años de trayectoria para ofrecer su pieza más convencional hasta la fecha, siguiendo una trama y una estructura lineal entre comillas, pero no por ello más fácil de digerir, a final de cuentas esto es una película de Serra y uno sabe a que tipo de experiencia va cuando entra a la sala de cine.

Te invitamos a leer: Antonioni, Los Caifanes, Tár y más en la 72 Muestra de la Cineteca Nacional, aquí la programación

Pacifiction nos sitúa en una isla de la Polinesia Francesa, después de que una escritora regresa a su país después de haber triunfado en Francia con una novela. Sin embargo, está desorientada y en una crisis creativa. Ante la imposibilidad de escribir nuevas obras, decide aceptar un trabajo de traducción simultánea junto a un embajador. Comienza entre ellos una extraña atracción amorosa, llena de contrastes. Poco a poco se da cuenta del cinismo de la política internacional, con una amenaza latente de nuevos ensayos nucleares por parte del gobierno francés. Su relación amorosa con el embajador se verá afectada por ese conflicto, y el interés y el romance se mezclarán de manera confusa y absorbente hasta el triste final. En el elenco podemos encontrar a Benoît Magimel, Pahoa Mahagafanau, Marc Susini, Matahi Pambrun, Alexandre Mello, Sergi López y Montse Triola.

Lo que el espectador podrá encontrar en Pacifiction es un thriller de diferentes tonos y texturas que sigue un marcado eje de nihilismo apocalíptico. Desde el inicio se nos plantea un misterio que sirve de pretexto para que Serra aborde satíricamente tópicos como las amenazas nucleares, las conspiraciones políticas, el colonialismo, las relaciones diplomáticas, la corrupción en el sistema y lo prescindibles que son los ciudadanos o sus espacios para él. Sin embargo, dichos temas se encuentran en los profundo de una experiencia onírica, casi surrealista, que exige toda la atención e inmersión de su público para que puedan extraer el mensaje completo.

Profundizando en esto último, en un inicio resulta un poco complicado entender las intenciones de Serra con este trabajo, toda la información se dosifica a cuentagotas en su primera mitad y el ritmo glaciar tampoco ayuda mucho a la comprensión inmediata de qué se nos quiere decir. Al final, todo está perfectamente justificado, pues el cineasta es un maestro para la construcción de atmósferas y aquí realmente se toma su tiempo para establecer poco a poco el conflicto sobre el que gira toda la trama: los rumores de la reanudación de pruebas nucleares por parte del gobierno francés. Es en estos momentos de cocción a fuego lento que el español pone a prueba la paciencia del espectador, con una serie de largos monólogos y secuencias donde parece que no está ocurriendo nada, cuando en realidad es todo lo contrario. Pero esto únicamente cobra sentido cuándo se nos da la recompensa en su satisfactorio tercer acto que se encarga de atar todos los cabos y finalmente llegamos a la comprensión del propósito que tenía el autor con este trabajo.

Es a partir de la mitad del segundo acto que todo comienza a sentirse más dinámico, Serra abandona por completo el humor negro con el que jugueteaba al comienzo del filme para sumergirse de lleno en el thriller conspiranoico, teñiendo todo de una oscuridad embriagadora con la que es fácil dejarse llevar. Y es que esta es una película en la tienes que vibrar con ella en lugar de tratar de entenderla o descifrarla, de lo contrario estarías condenandote a la frustración. También vale la pena mencionar que creo que este es un título al que se le puede apreciar mucho más en una segunda visualización, con el giro que se nos da en los últimos momentos presente en nuestra cabeza para ir diseccionando el misterio desde otra perspectiva, una que prese atención a todos los pequeños guiños que se nos van dando a lo largo del metraje.

En cuanto a la dirección, toda la experiencia que Albert Serra ha cultivado en sus años como cineasta se reflejan directamente en Pacifiction, sintiéndose como su trabajo más redondo y completo hasta la fecha, además de tener impregnada mucha de su personalidad en cada una de sus venas. Aquí, el cineasta demuestra una vez más que pocos como él saben hacer un cine socio-político que impacte con su discurso y aporte ideas muy valiosas para nuestro panorama actual, con una escritura y manejo de cámara lleno de contrastes y matices, que si bien a veces llegan a rozar los territorios de la autoindulgencia, terminan aterrizando de una u otra forma. Puntos extra por la forma en que realiza la deconstrucción de los temas de una forma que se siente sugerente pero nunca didáctica.

También lee: RESEÑA | Ensayo de un Crimen: Una sátira sobre la burguesía y la necesidad de reconocimiento

Pero la dirección y la escritura sólidas no son los únicos pilares que sostienen a la bestia que es Pacifiction, siendo la actuación estelar de Benoît Magimel la pieza clave para que todas las piezas del rompecabezas terminen de encajar. El actor francés le da vida a un funcionario público con mucho poder y facilidad para crear relaciones que le terminen beneficiando, pero al igual que muchos de los personajes que vemos a lo largo del metraje, es una persona que solamente ve por sus intereses y aun así la interpretación de Magimel hace que sea un protagonista al que disfrutemos de seguir en su odisea: con mucho carisma de sobra, una naturalidad sobresaliente a la hora de repartir sus líneas y habilidad admirable para la improvisación, el intérprete nos mantiene arraigados en su viaje durante las casi 3 horas de duración.

Entrar en trance con los placeres contemplativos de esta obra tampoco sería posible sin el impresionante trabajo de fotografía y sonido que se despliega aquí. Dichos elementos técnicos hacen una fusión perfecta en la que es imposible no verte envuelto, con la Polinesia Francesa siendo retrada en todo su esplendor. La belleza que resulta de esta alquimia refleja un excelente manejo del lenguaje cinematográfico, el cual es eficaz a la hora de despertar emociones y transportar a la audiencia en el epicentro del caos en ciernes.

Finalmente, Pacifiction - 90% es una obra hipnótica, tan personal como universal, que te dejará desorientado de formas inesperadas. Un ensayo político y social en el que su amalgama de elementos alcanza niveles monumentales mientras retrata con un lente único la decadencia humana y el cáncer que fue, es y será el privilegio burgués. No te la pierdas en la 72 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

No te vayas sin leer: RESEÑA: Bacurau: Tierra de Nadie | Una alegoría de la política latinoamericana