RESEÑA | Mal de Ojo | Una vela negra para el cine de terror nacional

A estas alturas, es redundante decir que el cine comercial mexicano está atravesando por una decadencia catastrófica donde la creatividad, alma y originalidad han quedado relegadas a un segundo plano para darle prioridad a la fórmula segura que garantiza resultados en taquilla. Sin embargo, de vez en cuando llega alguna sorpresa que hace lo suficiente para reavivar la llama de la esperanza en nuestra industria y a mi parecer, Mal de Ojo - 83% de Isaac Ezban (Los Parecidos - 94%, El Incidente - 83%) es una vela negra para el cine de terror nacional. La película está centrada en el folclore que rodea a las brujas y el mundo de lo esotérico, temas que ya han sido explorados anteriormente por otros títulos provenientes de nuestro país, lo que diferencia a la cinta de Ezban es que cuenta con un corazón siniestro en su núcleo que la hace una experiencia tan aterradora como satisfactoria.

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La historia, escrita por Ezban, Junior Rosario y Edgar San Juan , sigue a Nala, una niña de 13 años que viaja con su familia a la casa de su abuela en el campo para tratar de encontrar una cura para la misteriosa enfermedad de su hermana pequeña. En este lugar, ella aprenderá sobre leyendas locales de brujas que se alimentan de la sangre de los niños para permanecer por siempre jóvenes. Mientras más conoce Nala sobre estos seres diabólicos, más se convencerá de que su abuela podría ser una bruja. En el reparto podemos encontrar a Ofelia Medina, Samantha Castillo, Arap Bethke, Paola Miguel, Ivanna Sofia Ferro, entre otros.

Lo primero que hay que decir es que Ezban, un director que ha incorporado lo fantástico en toda su obra, hace un trabajo sólido en su primer ejercicio de terror. Aquí, el cineasta muestra un buen dominio de sus elementos e ideas, creando una historia donde la mitología de brujas es un pretexto para hablar de los dolores de crecer, la prevalencia de las leyendas en nuestra cultura y el lado oscuro del ser humano. Aunque la película no carece de los clásicos jumpscares, este recurso está perfectamente equilibrado con una construcción de suspenso y atmósfera que hace su alquimia funcione de forma escalofriante. Tampoco es que Mal de Ojo esté libre de los tropos de género que todos conocemos, sin embargo se permite divertirse con estos y nos lleva a un par de lugares inesperados con ellos.

En la escritura, Mal de Ojo - 83% tiene sus virtudes y defectos como todo, por una parte la construcción de la historia es oportuna, oscilando entre el pasado y presente para crear una odisea redonda en la que terror y comedia conviven en perfecta armonía. No obstante, el diálogo a veces cae en la sobreexposición y algunos giros de sus giros claves se sienten predecibles. En cuanto a los temas, creo que a veces la cinta intenta abarcar más de lo que puede en poco tiempo, quedando a deber un poco en desarrollo y profundidad de ciertos personajes o situaciones, pero tal como está, el resultado final te deja con un buen sabor de boca.

En el apartado actoral, la cinta le pertenece a Paola Miguel y Ofelia Medina, con su peculiar dinámica del gato y el ratón entre abuela-nieta que ejecutan con mucha gracia. Individualmente, Miguel captura las ansiedades propias de la adolescencia con mucha credibilidad, la película podría describirse como un viaje de autodescubrimiento para su personaje y ella aporta los matices necesarios para empatizar con su situación. Medina, por su parte, es hilarante cuando se le necesita como alivio cómico y oscuramente retorcida cuando se lo propone, siendo la presencia con mayor fuerza de todo el proyecto y quien sostiene bajo sus hombros las casi dos horas de duración.

Hablando de la duración, lamentablemente hay tramos donde el ritmo decae un poco y otros donde se siente demasiado acelerado, quedando un poco desigual en ese departamento. La edición también llega a sentirse extraña en algunos puntos, moviéndose de un pasaje a otro de forma confusa o abrupta. Otro aspecto que a mi parecer sale sobrando es el epílogo: son 5 minutos extra que le restan mucho poder a lo que debió ser el final verdadero (la escena de una caja siendo transportada a la ciudad).

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Vale la pena destacar el trabajo de maquillaje y efectos de Mal de Ojo: el presupuesto se refleja directamente en lo perturbador que lucen los diseños de las distintas criaturas que aparecen a cuadro, tanto así que por momentos la película llega a caer en el horror corporal o body horror. Visualmente, el filme luce bastante atractivo, con una paleta de colores amarilla y un trabajo de cámara que te hace sentir físicamente incómodo. La banda sonora también cumple con su función como las mejores películas de terror lo saben hacer, creando una sensación de angustia en el espectador de principio a fin.

Finalmente, Mal de Ojo - 83% representa una incursión exitosa de Isaac Ezban a un género con el que siempre estuvo coqueteando a lo largo de su carrera. Incluso si no todo funciona, al final sus elementos se conjuran para hacer una macabra pieza de horror que brilla por su mezcla de folclor con lo kitsch, dos actuaciones centrales cautivadoras y la dirección más sólida de su autor hasta la fecha. No creo que el material sea para todos, pero aquellos que se dejen llevar por sus ritos excéntricos encontrarán una propuesta orgullosamente nacional que sale de lo convencional para envolvernos en su oscuridad.

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