RESEÑA | Los Cabos 2021 | Belfast: la tragedia de mudarse fuera de la niñez

Kenneth Branagh, como realizador, es mejor recordado por sus adaptaciones shakesperianas y películas de fantasía y época, por lo que es una grata sorpresa que Belfast - 95%, su más reciente largometraje, al ser un drama mucho más cotidiano y sumamente personal, resulte tan efectivo para conmover. Aunque quizá sea exactamente por esas dos razones que esta historia tan particular esté resonando con las audiencias.

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Buddy (Jude Hill) es el hijo menor de una pareja de Irlanda del Norte (interpretada por Caitriona Balfe y Jamie Dornan) la cual se encuentra en una encrucijada: tienen la oportunidad de dejar su ciudad, Belfast, de la cual el filme toma su título, y a sus familiares con ella o pueden arriesgarse a quedarse allí pese a los creciente conflictos sociales de nacionalistas que buscan la reunión de la isla a través de violentos ataques y disturbios en su vecindario.

Lo que vuelve a Belfast - 95% tan efectiva es la perspectiva desde la que cuenta su historia: la del pequeño atrapado entre todas estas circunstancias sobre las que realmente no tiene control. La película, desde el inicio, se centra desde ese ángulo pues desde que comienza, con una escena de Buddy jugando en la calle antes de que el vecindario sea atacado por un grupo de choque, los encuadres lo ponen al centro, en medio y como espectador de los hechos que narra.

Buddy constantemente se esconde en pequeñas esquinas y se escabulle en habitaciones para escuchar peleas entre sus padres y discute con sus abuelos y amigos los problemas que sus papás creen que él no puede entender. Es así que, tanto él como el espectador, se comienza a desarrollar la trama. El matrimonio de sus papás está atravesando una turbulencia dado que él trabaja en Inglaterra y no puede estar ahí para protegerlos mientras que su mamá hace lo posible por criarlos y mantener unida a su familia.

Branagh es muy cuidadoso de construir, poco a poco, un sentido de pertenencia en su hogar al establecer la relación de Buddy con otros personajes, como sus abuelos, con quienes habla de la niña que le gusta o algunos de sus vecinos. Esto ayuda a revelar, poco a poco, el conflicto cuando se presenta la oportunidad a sus padres de partir a Inglaterra. También evita caer en un error común cuando se presenta personajes infantiles: el subestimar su inteligencia.

Es por eso que para Belfast lo más vital es construir la perspectiva de Buddy. Una de las más devastadoras realizaciones de volverse adulto es darse cuenta de todo el sacrificio que los padres hacen por protegernos de niños, los cuales con frecuencia, y en el caso del filme, no siempre son exitosos, y esto es algo que intuye el protagonista. Conforme la trama avanza, la tragedia se asienta no tanto en el hecho de partir, sino en que la partida es realmente una alegoría por esa pérdida de la inocencia que conlleva crecer. Al verse forzado a dejar atrás su hogar y al confrontar las más violentas realidades del mundo, el personaje también deja atrás parte de su niñez. Esto lo hace explícito el propio personaje cuando, en una escena, le reclama a sus padres porque en Inglaterra no tendrá amigos y su acento lo hará objeto de burlas. Si sumamos a esto el gran carisma que Hill imprime en el papel, el filme tiene la combinación perfecta para resultar entrañable. El espectador difícilmente permanecerá indiferente ante él y su frustración por ser tomado en cuenta en las grandes decisiones que toma su familia o que, más bien, se ven forzados a tomar.

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Otro logro de Branagh, en cuya infancia se basa la película, es que no cae en el sentimentalismo. Si bien apela a un sentido de la nostalgia, particularmente a través del uso de ciertas canciones y la fotografía en blanco y negro, las escenas más emotivas se alejan de la caricatura o el melodrama. El director encuentra emoción en pequeños detalles antes que en la exageración de gestos. Por ejemplo, una conversación entre Buddy y su abuela (Judi Dench) en la que discuten los sueños frustrados de ella de visitar cierto lugar. O cuando él le pregunta a su mamá por qué se pone triste cada vez que le llega el correo, el cual, sin que el niño sepa, trae consigo notificaciones sobre impuestos que su papá debe. La confianza del realizador está totalmente en su libreto y en sus actores y no pudo haber sido más acertado en ponerla en ellos. Mención especial merece también Balfe, quien se roba varias escenas dramáticas.

Para concluir, se ha escrito sobre las similitudes entre Belfast y Roma - 99%, pero más allá de que ambas estén basadas en la infancia de sus directores, que su fotografía sea en blanco y negro y que retraten disturbios no tienen más en común. La perspectiva, el ritmo y el tono son completamente distintos y la comparación no es más que superficial en el mejor de los casos.

Belfast - 95% todavía no tiene una fecha de estreno, se estrenó en México como parte del Festival Internacional del Cine de Los Cabos, cuya décima edición trajo varios títulos a su plataforma de forma gratuita. Se espera que la película sea una de las consentidas de la temporada de premios, por lo que quizá haya que esperar unos meses más hasta su lanzamiento comercial.

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