RESEÑA: El Llamado Salvaje | El morderse la propia cola

Las películas sobre perritos rara vez son innovadoras, salvo algunas gratas sorpresas como el filme alemán, Hagen y Yo - 89%, de Kornél Mundruczó. El mejor amigo del hombre ha sido protagonista y coprotagonista de numerosos relatos y la relación entre ambos también, pero las aspiraciones de El Llamado Salvaje - 80% a subvertir las expectativas de este tipo de relatos, acaba por contar una historia incoherente que caricaturiza aquello que quiere tratar con seriedad a cambio de un sentimentalismo abusivo y muy básico.

No te pierdas: Harrison Ford vuelve a mostrar su desprecio por Star Wars en una entrevista

Dirigida por Chris Sanders, que en el pasado se ha encargado de realizar a dos manos, la belleza Cómo Entrenar A Tu Dragón - 98%, El Llamado Salvaje es un adaptación de una famosa novela que cuenta la historia de Buck, un perro inquieto y muy grande que es robado y llevado al norte de Canadá para tirar de un trineo. Pero luego de un tiempo junto a un compañero humano, el ermitaño John Thornton (Harrison Ford), comienza a descubrir que su lugar está en la libertad que siente en las montañas, y no en la correa de sus dueños.

Es difícil resistirse a un perrito carismático, y las audiencias que no sean muy exigentes y que sólo quieran pasar el rato junto a sus familias, podrán hacer justo esto con la película, pero eso no desestima la descuidada manera en la que se realizó el filme. Principalmente se nota las fallas en la construcción y desarrollo de su protagonista, un can hecho a partir de efectos digitales que prueba una vez más que el fotorrealismo roba mucho a la fantasía de la animación.

Comenzando por ese último punto: Disney no aprende. El rey león - 40% es el mejor ejemplo de que una animación realista rara vez conseguirá replicar los elementos fantásticos que los clásicos originales lograron. Y El Llamado Salvaje - 80% lo vuelve a corroborar. Por mejor pulimentados que estén los efectos de Buck, resulta muy inverosímil que un perro, que se ve así de real, tenga las expresiones faciales que vemos en la película. Y eso impide que el espectador se compenetre por completo en el relato.

Hay que sumar a esto que hay una contradicción en el personaje del animal. Mediante una alucinación (porque sí, el perro alucina) de un lobo negro, se sugiere que Buck está siguiendo su instinto, el llamado de lo salvaje, y abandona cada vez más su aspiración a ser un perro domesticado. Pero al mismo tiempo, la película le imprime características humanas casi en cada secuencia. Demuestra empatía, compasión, liderazgo, solidaridad, en algún momento hasta decide dejar ir a un conejo que atrapa luego de cazarlo en jauría, y hasta tiene aires de padrino con personas que sufren alcoholismo. El protagonista no humano, cuyo arco narrativo aspira regresar a la vida “natural”, es víctima de un guión que abusa de atribuirle características humanas conforme avanza la trama.

Te recomendamos: Isla de Perros: 5 razones para ver la película

Y este es un error muy común de películas de este tipo. Si bien los perros han pasado mucho tiempo a nuestro lado, y son también animales sociables, generalmente las producciones que buscan explotar a los canes y así conmover a los amantes de estos, siempre caen en la exageración de sus atributos emocionales, y esto termina por convertirlos en caricaturas que, si bien en ciertos títulos funciona, por su énfasis en la comedia, en esta película simplemente resulta incompatible con la narrativa que pretenden mostrar. Y hablando de lugares comunes, abundan los clichés que buscan explotar el sentimentalismo al mostrar, por ejemplo, el maltrato del que llega a ser víctima, o la tristeza de verlo ser abandonado por unos de sus tantos dueños.

El Llamado Salvaje - 80% es fácilmente la menos sofisticada película de Sanders, quien podría haber tomado un par de notas del desenlace de la trilogía que comenzó con Cómo Entrenar a tu Dragón 3 - 97%, la cual sí consigue despedir a un par de amigos de forma entrañable. Este filme es mejor descrito como un cachorrito que, por más tierno que sea, no da más que risa cuando falla en distinguir que lo que está haciendo es morderse su propia cola.

Continúa leyendo: Corgi: Un Perro Real | top de críticas, reseñas y calificaciones