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Viaje al corazón de la cocina: el papel de la comida en el cine y la televisión

Saborea las historias que la comida cuenta en el cine y la televisión, revelando identidades y emociones a través de los sabores.

La comida y la gastronomía han jugado un papel importante en el cine y la televisión a lo largo de su historia, reflejando y moldeando nuestra relación con los alimentos y las tradiciones culinarias. Sin embargo, más allá del simple entretenimiento, las representaciones de la cocina y la cultura culinaria en el mundo del entretenimiento transmiten mensajes contundentes sobre identidad ligadas a la memoria, la familia y la nostalgia.

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Pero este tipo de narrativas también funciona en distintos niveles, pues con el giro mediático de la gastronomía durante las últimas décadas —apuntalado por reality shows y las cadenas de televisión enfocadas a las recetas—, las historias que se pueden contar con ella han ganado profundidad y matices. Desde el más pragmático de los enfoques, los alimentos crean ambientes, establecen la época y el lugar, y ayudan a desarrollar la trama y los personajes, las elecciones culinarias de sus personajes tienden a revelar aspectos de sus personalidades y relaciones. Pero también han llegado a comunicar ideas sobre la clase social, la etnicidad, género y estructuras de poder.

La comida como un personaje de la trama

Sobre este último punto, algunas producciones recientes se han volcado a explorar las posibilidades de las narrativas dentro de una cocina en donde se ponen a prueba los límites de las jerarquías, la ansiedad y la creatividad como justificación del abuso laboral. Es así como The Bear (100%), El Menú (85%) y Hambre (85%) han puesto sobre la mesa toda una disección de lo que esta confrontación de fuerzas implica.

Y es que el ambiente tóxico dentro del mundo culinario, particularmente los abusos de poder al interior de las cocinas, ha sido retratado en mayor y menor medida en el pasado, aún en los lugares más inesperados. La película Ratatouille de Pixar muestra por una lado una versión idealizada y amigable de la vida en una cocina profesional, pero también muestra cómo las cocinas suelen ser lugares estresantes y competitivos donde los chefs y jefes de cocina a menudo ejercen un control abusivo sobre sus subordinados.

Sin embargo, el éxito de estas nuevas propuestas narrativas radica en no sólo aceptar estas características arquetípicas del mundo de la cocina, sino que las problematizan acertadamente desde el privilegio del factor universal que de la comida de todas las culturas. Mientras los realities de comida—muy particularmente los de la callejera—comenzaban a crecer exponencialmente, la ficción se comenzó a cuestionar sobre la industria que la había mantenido presa del consumo delictivo por estratos sociales.

Pero para lograr esto, se debía de encontrar el equilibrio entre la ruptura con una antigua tradición en las narrativas del cine, muy pocas hasta hace poco en la televisión, que se encuentran ligadas a estructuras sociales tan básicas como la familia, y a menudo. a festividades religiosas. Tarea nada sencilla si se pretende criticar y analizar fríamente muchas de estas estructuras rígidas sin demonizar todo lo que la sociedad ama de este tipo de tradiciones.

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El papel de la comida en el cine

En el libro Food on Film: Bringing Something New to the Table, editado por Tom Hertweck, se explora el papel de la comida en el cine a través de una variedad de películas icónicas. Uno de los temas destacados es el papel de la comida en la cultura italiana y mafiosa, donde se utiliza para definir y reforzar los límites sociales. Sin duda la cinta El Padrino (100%) es un ejemplo claro de esta ambivalencia de la comida y su servicio a propósitos narrativos de poder y roles culturales. Pero el uso de la comida en el cine mundial va mucho más allá de este complejo escenario del escalafón social.

En el contexto de la película japonesa El sabor del té verde con arroz de Yasujirô Ozu, la familia es el foco principal, y las comidas y las mesas desempeñan un papel fundamental a lo largo de la historia, representando tanto la aflicción como la medicina en el realismo melancólico de Ōzu. En el Japón de posguerra, la comida se convirtió en una forma de analizar el momento histórico de pérdida y reconstrucción. El autor también destaca la naturaleza multisensorial del cine y cómo las imágenes de alimentos pueden comunicar simbolismo y crear un estado de ánimo.

En la película coreana noir 301, 302, la comida se utiliza para representar el choque entre los valores modernos y tradicionales. Este fascinante estudio psicológico que explora las complejidades de la soledad y la obsesión a través de la relación entre dos vecinas de apartamento. A medida que se desarrolla el diálogo entre ambas y se comparten comidas, se revelan pistas sutiles sobre la angustia emocional y las heridas psicológicas que cada una de ellas lleva consigo. La meticulosidad en la preparación y presentación de los platos por parte de la vecina del 301 es vital para enmarcar la actitud inquietante y despectiva de la vecina del 302.

Asimismo este libro indaga sobre la película Tiburón (98%), examinando la representación hiperbólica del tiburón como un depredador real. Se analiza cómo se utiliza la comida como símbolo de poder en la película, que muestra a tres personajes en la película comiendo, y son los que tienen el poder de marcar la diferencia: el tiburón, Quint y Hooper. El autor argumenta que la película se ve mejor como un western, con el acto de comer en lugar de la violencia armada y el conocimiento. El tiburón representa al forastero peligroso que mata sin escrúpulos morales, mientras que el jefe Brody es el protector del pueblo en conflicto por la violencia. Quint y Hooper entienden el espíritu del tiburón y saben cómo cazarlo, mientras que Brody no está preparado.

Y es que el cine asiático, en todas sus latitudes, ha sabido sacar jugo a este tipo de historias. En la película Comer,beber, amar, la comida y el comer juegan un papel importante en la simbolización de las relaciones familiares en el Taiwán contemporáneo. Se adentra en el conflicto entre la virtud confuciana tradicional del respeto a los padres y la virtud occidental moderna de perseguir la felicidad individual.

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La comida sirve como un medio en la película, no solo como sustento, sino como un medio para transmitir emociones, establecer dinámicas de poder y resaltar las diferencias culturales , esta vez dentro del núcleo familiar. Así, la familia tradicional china, representada en la película, se caracteriza por su estructura extendida, donde múltiples generaciones viven bajo un mismo techo. A pesar de las tensiones que surgen de los ideales occidentales de independencia en conflicto con los valores confucianos de interdependencia, los valores familiares tradicionales de confianza mutua y devoción entre padres e hijos siguen siendo significativos.

Paralelamente, el libro Appetites and Anxieties: Food, Film, and the Politics of Representation de Cynthia Baron, Diane Carson y Mark Bernard explora diversas temáticas relacionadas con la comida en el cine y su representación política. En primer lugar, se indaga en el caso de la elección de comida del personaje Bugsy (85%) —nuevamente una cinta de la mafia y sus relaciones de poder—, cuya preferencia por alimentos simples sugiere un anhelo por tiempos más sencillos y comunica su frustración por la falta de control en otros aspectos de su vida.

Además, su incapacidad para adaptarse a las normas de etiqueta convencionales revela su inadecuación para la alta sociedad, y la comida de élite no le brinda la satisfacción que busca. El contraste entre alimentos étnicos y no étnicos, así como entre comidas de diferentes clases sociales, resalta el dilema central de los gánsteres que anhelan movilidad social.

En cuanto a las películas de Alfred Hitchcock, se destaca el papel de la comida como símbolo de satisfacción sexual o como elemento ominoso que amenaza a los personajes con culpa o violencia. Las escenas de comida en sus filmes suelen incluir cuchillos, los cuales representan la ansiedad y la culpa que los personajes experimentan por sus acciones.

El texto explora las comidas judías y cómo los platos tradicionales desempeñan un papel fundamental en la alimentación y las dinámicas familiares de esta cultura. Sin embargo, también se señala que las restricciones dietéticas judías pueden dificultar la participación en sociedades multiétnicas y generar tensiones en la dinámica familiar.

Se analiza también cómo los documentales gastronómicos proporcionan una visión de la política personal y cultural. Mientras Hollywood censura las películas que desafían el sistema alimentario industrial, su distribución limitada refleja la política impulsada por las películas con fines de lucro que promueven el consumo de comida rápida.

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La comida como un elemento del género de horror

Así, los documentales sobre alimentos exploran las conexiones entre las comunidades alimentarias, la adquisición y eliminación de alimentos, y el interés del movimiento alimentario por construir un sistema alimentario sostenible y equitativo. Estas películas ofrecen una perspectiva distinta sobre la industria alimentaria y su impacto en los valores sociales, desafiando el sistema dominante.

El género del horror y la comida ha sido objeto de un detallado análisis en el libro Consuming Gothic: Food and Horror in Film de la autora Lorna Piatti-Farnell. En esta obra, se examina cómo se utiliza la comida para crear terror y pesadillas en el cine. El libro aborda diversas temáticas relacionadas con la comida y el horror, como las sustancias abominables, las narrativas del cuerpo, las controversias de la incorporación y el uso de las mesas de comedor en contextos de terror.

Además, se explora el campo de los estudios alimentarios, donde se ha investigado la relación entre el sistema alimentario y las nociones de superioridad social, cultural y racial, así como el funcionamiento del capitalismo de consumo. También se destaca el papel de la comida en la construcción de identidades étnicas, tan importantes en el florecimiento multicultural de las narrativas globales en el siglo XXI.

El libro examina cómo el horror alimentario se ha representado en el cine, especialmente en las películas posteriores a 1980, y cómo la comida puede subvertir las normas sociales y culturales. Se analiza el asco como una emoción relacionada con lo culturalmente abominable, así como la categoría de repugnante en relación con la ruptura de límites y el consumo de excesos.

Otro tema abordado es el uso de la comida en el cine de terror para explorar el miedo y el horror que experimentan las personas, como el vómito y el canibalismo. También se discute el embarazo como horror corporal, el potencial de horror del hambre, la ética intestinal y la representación del cuerpo en el cine y su impacto en nuestro juicio ético.

Se expone cómo la violencia y el consumo se entrelazan, así como la relación entre la agresión y el consumo en el contexto del cuerpo humano. A la par, se aborda la mirada clínica como una forma problemática de percepción y evaluación de los cuerpos, así como el cuerpo delgado y demacrado como una representación inquietante en el cine.

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Se aborda el tema también la cuestión de las representaciones de la subyugación femenina, donde la corporalidad siempre ha tenido un peso específico en materia de horror y abyección. Este es uno de los casos más importantes que el cine ha tenido para representar la otredad a través de la comida, pues si bien ha sido poco vista una confrontación entre estilos culinarios, sí se ha mostrado desde quien los crea y quien los consume.

Pero si bien producciones como El Menú (85%) tienen muy en cuenta esta cualidad de los poderes del horror en el mundo de la cocina, también queda el espacio para rescatar lo hermoso de la relación humana con la comida, tal cómo lo plantean El oso y Hambre. Quizá esta la clave de esta nueva ola de narrativas surgidas a nivel mundial, pues buscan explorar nuevos caminos narrativos sin renunciar a todo aquello que ha asentado las bases para las grandes historias que han marcado generaciones enteras.

Muy pocos otros proyectos ejemplifican el placer de la comida en el cine Como las cintas de Studio Ghibli, que ha cautivado al público de todo el mundo con sus mundos fantásticos y su animación realista. En particular, la representación de la comida en sus películas juega un papel importante en su conexión con la audiencia, pero esta se extiende más allá del mero atractivo estético.

La comida en las producciones de Studio Ghibli

El artículo de investigación More Than Just A Bowl of Ramen: Studio Ghibli's Food of Semiotic Significance de Carlin Mudhalapura profundiza en los intrincados detalles de los platos animados de Studio Ghibli y explorar su profundo significado dentro del contexto de las películas. Al analizar la semiótica de la comida y su relación con la narración visual, advierte cómo la comida sirve como un signo que expresa identidades socioculturales. Es a través de esta exploración, que es posible obtener una comprensión más profunda de cómo la atención meticulosa de Studio Ghibli a los elementos culinarios contribuye a nuestra comprensión de los escenarios y las circunstancias de la película.

Los alimentos no se ven limitados a su función básica de nutrición y en cambio ocupan un lugar crucial dentro del sistema de signos. Comprender el papel de la comida requiere considerar varios aspectos, como la percepción gustativa, los reflejos fisiológicos e incluso los modales en la mesa como reflejos de las condiciones sociopolíticas. Al examinar estos elementos, podemos reconocer cómo la comida actúa como un signo que encarna identidades socioculturales.

La autora acude al trabajo de Roland Barthes, Por una psico-sociología de la alimentación contemporánea, enfatizando que la comida no es una mera trivialidad sino un aspecto esencial profundamente arraigado en la cultura. Esta noción es evidente en las películas de Studio Ghibli, donde la comida rebasa los límites habituales de la estética.

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Es así como la película El Increíble Castillo Vagabundo (87%) retrata la reubicación de una familia en el campo, destacando la vida sencilla que llevan. La comida preparada por los personajes simboliza la imaginación de los niños y evoca un sentimiento nostálgico entre la audiencia japonesa, que recuerda lo que se ha perdido debido a la modernización. A través de la representación de la comida, la película cierra la brecha entre el pasado y el presente, conectando a los espectadores con su herencia cultural.

En Mi Vecino Totoro (93%), la comida asume un papel sagrado en la película, impulsando decisiones que cambian la vida y simbolizando la profunda conexión entre la comida y las relaciones a desarrollar, Cuando Satsuke y Mei se mudan al campo con su padre, a los espectadores se les presenta un repentino cambio de escenario. Con un enfoque en el paisaje y la paz, las niñas entran el proceso de imaginar y respetar la tradición.

En esta película, vemos que la dinámica familiar juega un papel importante. Por ejemplo, Satsuki, la hermana mayor, asume la responsabilidad de preparar la comida. Miyazaki ilustra cómo estar en el campo y constantemente relacionarse con la naturaleza ayuda a cultivar el valor de la familia y los recursos. Es así como se elabora el concepto sobre cómo la comida es más que un sabor para las niñas. Es una respuesta emotiva a incidentes en los que no pueden expresar sus sentimientos con palabras lo mejor que pueden. Su apuesta segura es intercambiar comida porque esa es una comprensión universal de la gratitud.

Al examinar el simbolismo incrustado en la comida, El Viaje de Chihiro (97%) revela una visión profunda de los viajes de los personajes y su crecimiento personal. En este mundo la comida se considera sagrada, ya que es un tema recurrente. Todas las decisiones que cambian la vida de la protagonista parecen girar en torno a la comida. En un caso, la comida y la codicia tienen un vínculo innegable.

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La película comienza a desarrollarse como Chihiro, la protagonista, acompaña a sus padres al puesto de comida. Sus padres consumen grandes cantidades de comida sin pagar por ella, por lo que pronto son convertidos en cerdos. Como es bien conocido, la cultura japonesa en última instancia, se reduce a un término: Respeto.

Sin embargo, además de la codicia y sus consecuencias, la comida resulta ser una fuente de consuelo en la película. Cuando Chihiro atraviesa por su colapso mental, Haru le ofrece bolas de arroz en un intento de animarla. Como podemos ver, este acto logra transmitir la importancia de la comida y cómo logra cambiar el mundo de alguien en un instante.

Pero no todo ha quedado en manos del estudio japonés. Shiki Oriori: Sabores de la juventud es una película de antología animada sinojaponesa que explora los temas de la nostalgia, el crecimiento personal y la identidad cultural a través de la lente de la comida. Presenta tres historias interconectadas ambientadas en diferentes ciudades chinas, cada una de las cuales representa la vida de los jóvenes y sus profundas conexiones con las experiencias culinarias.

La cinta demuestra la profunda conexión entre la comida, los recuerdos y la identidad cultural. A través de su narración conmovedora y su animación visualmente emotiva, la película celebra el poder de las experiencias culinarias para moldear quiénes somos. Al mostrar la nostalgia, el legado y las luchas asociadas con la comida, la película recuerda la importancia de abrazar nuestra herencia cultural mientras navegamos por las complejidades de un mundo cambiante.

Es así como queda claro que la comida y la cultura forman un vínculo íntimo que el cine, y en menor medida la televisión, han sabido explorar desde muy distintas miradas. Así como Asia ha sido la punta de lanza con estas representaciones arraigadas en todos los aspectos de su sociedad, el occidente global ha prestado gran interés en los últimos años con propuestas arriesgadas que buscan exponer las manifestaciones humanas a través de lo que comemos.

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