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Chucky y el canibalismo del género de horror

Una nueva entrega en la saga del muñeco diabólico se avecina

Hacer cine de horror es algo que en apariencia es fácil de manejar, pero sumamente difícil de dominar. Es un género que la gente busca casi instintivamente en las salas de cine, a pesar de lo ninguneado que es por críticos y similares. La demanda siempre es alta y esto conlleva a que las secuelas y remakes proliferen tanto o más que en otros géneros.

La franquicia del muñeco diabólico Chucky empezó, como otras sagas de horror, con una idea interesante y fresca provista de una puesta en escena intrigante. El espíritu de un asesino transportado a un inocente muñeco para niños por medio de un ritual de magia negra. La inocencia de la infancia generalmente es campo fértil para relatos de horror y si bien la primera cinta de Chucky, el Muñeco Diabólico (67%) no pretendía ser más que un slasher lo que hacía lo hacía con energía y convicción.

El éxito fue inmediato y de igual manera el arribo de las secuelas, la enorme ventaja del cine de terror comparado a las grandes súper producciones es que rara vez llega a requerir grandes cantidades de dinero. Su realización se concibe con presupuestos modestos y si llega el éxito esto hace que hasta la cinta de terror más simplona, mediocre y ridícula pueda ser redituable y con ello convertirse en una franquicia.

Chucky, creación del director Don Mancini cuando este tenía 22 años y cursaba la universidad, prácticamente ha solidificado lo que se podría llamar el sub género de figuras o muñecos oscuros y terroríficos. La costumbre de colocar estos objetos y darles un significado particular en cintas de horror es ya una práctica antigua, con Chucky como el icono más identificable de este tipo de cintas. Por ahí se encuentra también la saga de Puppet Master, otro relato sobre figuras maquiavélicas que siempre dejan una estela de muerte a su paso. En el mundo del cine directo en video ha logrado subsistir con un total de 9 películas, sin señal de que vayan a dejar de hacer más.

En estos momentos se filma la séptima entrega en la saga de Chucky, titulada Cult of Chucky. La rutina y formula a la que se han apegado estas cintas no ha variado. Así como Viernes 13 (1980), Halloween (94%) y otros slashers el porque se dan los sucesos es lo de menos, lo importante es el cómo. Ver como el enmascarado, o en este caso muñeco, acribilla a sus víctimas de las formas más improbables posibles. Es simple y directo y el público desea más de lo mismo, para bien y para mal, así que no se puede culpar a productores y realizadores por suplir dicha demanda. Así como Chucky, muchas otras sagas de terror continuaran produciendo cintas durante varios años y décadas. Un logro que definitivamente otras cintas que tuvieron grandes presupuestos y aparatos de marketing no son capaces de presumir.

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