Benno es un ladronzuelo divorciado que padece episodios de narcolepsia, y cuando está especialmente excitado por algo, se queda dormido. Un día, durante una revisión médica de rutina, le descubren un tumor canceroso que además, se ha expandido por su organismo, y no le queda más remedio que internarse para recibir tratamiento e intentar postergar un poco una muerte segura.
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Mientras tanto Andi, otro joven un tanto tímido quien aspiraba convertirse en un músico reconocido, se encuentra gravemente enfermo de fibrosis pulmonar, y mientras espera a obtener un trasplante vía donación de órganos, graba con su cámara su día a día en el hospital para subirlo a su blog. Pero cuando la espera no fructifica y su condición empeora, comienza a perder la esperanza y acariciar la posibilidad del suicidio.
Casualmente, Benno y Andi se encuentran internados en la misma clínica, y cuando se conocen simpatizan entre ellos. Al darse cuenta de que no les queda mucho tiempo, ambos toman una decisión radical: reúnen una cuantiosa suma de dinero -por medio de créditos obtenidos a base de engaños- para darse la gran vida sin importar las consecuencias porque, después de todo, no tienen nada que perder.
Pero cuando Benno se entera que su exesposa volverá a casarse, y se llevará a su hija a vivir al África, decide lanzarse en su búsqueda sin decirle nada a Andi. Sin embargo, este se entera y decide acompañarle en un viaje donde vivirán una serie de divertidas aventuras, antes de encontrar a la hija de Benno. Pero allí también descubrirán la verdad acerca de cada uno, y sobre sí mismos.
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El Mejor Día de mi Vida es la segunda comedia escrita, dirigida y estelarizada por el veterano actor [Director] Florian David Fitz. En esta ocasión, se trata de una Buddy Movie en toda forma: con un dúo protagónico compuesto por dos personajes opuestos en temperamentos, anhelos y formas de pensar, unidos por una desafortunada circunstancia, brotando entre ellos una complicidad y solidaridad que desembocará en una profunda amistad. Y son sus distintas personalidades y formas de pensar la clave para que la trama funcione y se sostenga.
La anécdota de un par de desahuciados quienes, al ver que su vida se acerca a su fin, deciden invertir su escaso tiempo que les queda para saborear cada día de vida al máximo, es explotada apropiadamente por el guión de David Fitz, explorando (por medio de un humor irreverente y desarmante) aspectos como el efecto liberador que la muerte próxima ejerce sobre los personajes, y les permite vencer sus propios miedos e inclusive afrontar a uno que otro demonio de su pasado. En ese aspecto, conforme sus disparatadas y muy divertidas andanzas transcurren, poco a poco se hacen conscientes de los errores y equívocos los cuales han definido sus vidas hasta el momento, y deciden tratar de enmendarlos en la medida de lo posible.
La película tiene algunos defectos como el resolver varias situaciones de forma apresurada o dejar otras de lado de forma un tanto arbitraria, pero en su conjunto funciona bien, logrando de manera sencilla y sin grandes pretensiones contar un relato de una profunda amistad nacida en la adversidad.
Si bien es cierto que el tema de El Mejor Día de mi Vida no es nada novedoso ni tampoco es la primera vez que se lleva al cine (baste recordar que hace poco más de diez años, [Director] Rob Reiner dirigió Antes de Partir, con una premisa similar); la forma en que el filme es desarrollado mantiene un sutil equilibrio entre sensibilidad y humor negro, conservando siempre un tono ligero pero no superficial, resultando en una historia que divierte y conmueve a partes iguales. No es un largometraje memorable, pero sí uno que cumple lo que promete y un poco más.
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