David Chase, creador de Los Soprano, dice que la televisión se ha vuelto cada vez más tonta

David Chase no se anda con rodeos al momento de compartir su opinión sobre la calidad de los productos televisivos que se emiten hoy en día. A través de una nueva entrevista con The Times, el creador de Los Soprano afirma que la pantalla chica se ha vuelto insulza durante los últimos años, argumentando que los showrunner ya no se preocupan por hacer TV de calidad porque la gente ya no tiene la paciencia y la atención para enfocarse en narrativas complejas.

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Los Soprano se emitió entre 1999 y 2007. La trama se centra en Tony Soprano, un jefe de la mafia ítaloamericana de Nueva Jersey, que enfrenta los desafíos tanto en su vida criminal como en su vida familiar. La serie es conocida por su narrativa compleja, personajes multifacéticos y exploración profunda de temas como la moralidad, la familia y el poder. El impacto de Los Soprano en la cultura pop ha sido significativo, marcando un punto de inflexión en la televisión por cable y consolidándose como una de las series más influyentes de la historia. Su enfoque audaz en personajes moralmente ambiguos y la forma en que aborda la psicología de sus protagonistas establecieron un estándar para la calidad televisiva, influyendo en numerosas producciones posteriores y redefiniendo las expectativas del público respecto a la narrativa televisiva.

Sobre la televisión en el tiempo presente, Chase habla sobre un reciente proyecto para televisión en el que estuvo trabajando, explicando que los ejecutivos de la empresa le pidieron “simplificar el argumento”.

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Volvemos a donde estaba yo. Van a tener comerciales [en transmisores respecto a plataformas como Prime Video]. Nos gusta más la multitarea. Estamos confundidos porque el público no puede mantener su mente en las cosas, por lo que no podemos hacer nada que tenga demasiado sentido, que llame la atención y requiera que el público se concentre.

La televisión eterna

Los Soprano también dejó una marca duradera en la cultura popular al desafiar convenciones narrativas y al presentar personajes complejos que no encajaban fácilmente en estereotipos. La icónica secuencia de apertura, la brillante actuación de James Gandolfini como Tony Soprano y la habilidad para combinar drama, comedia y reflexión filosófica contribuyeron a su aclamación generalizada. Los Soprano allanó el camino para la Edad de Oro de la Televisión y estableció un modelo que inspiró a numerosas series contemporáneas, demostrando que la televisión podía ser un medio artístico sofisticado y complejo.

Ahora bien, la infantilización de la sociedad a través del cine y la televisión en Hollywood se ha convertido en una tendencia perceptible en la última década. Muchas producciones audiovisuales, tanto para la pantalla grande como para la pequeña, han mostrado una inclinación hacia tramas simplificadas, humor ligero y una estética visual colorida destinada a atraer a un público más joven. Este enfoque busca no solo entretener sino también captar la atención de consumidores más jóvenes, considerando su influencia en las decisiones familiares de entretenimiento. La abundancia de adaptaciones de películas animadas, franquicias de superhéroes con tonos más livianos y la revitalización de programas infantiles clásicos indican un cambio hacia un contenido que pueda ser consumido por audiencias de todas las edades, pero que, en última instancia, favorece una perspectiva más simplificada y fácil de digerir.

Este fenómeno también se refleja en la mercadotecnia de productos y la creciente dependencia de franquicias familiares. Las estrategias de comercialización están cada vez más orientadas a productos y juguetes, creando una experiencia de consumo que se extiende más allá de la pantalla. La infantilización, en este contexto, no solo se manifiesta en la elección de contenido, sino también en la forma en que se presenta y comercializa, contribuyendo a una cultura que prioriza la nostalgia y la accesibilidad en lugar de la complejidad narrativa y el desafío artístico.

La infantilización puede contribuir a un nivel más superficial de consumo cultural, donde el entretenimiento se reduce a una experiencia visual y emocional rápida sin la profundidad que ofrece un contenido más complejo. Esto podría influir en la capacidad del público para involucrarse críticamente con las historias que consumen y limitar su exposición a perspectivas diversas y reflexiones más maduras sobre la vida y la sociedad.

Además, la excesiva orientación hacia un público más joven en la industria del entretenimiento puede generar una pérdida de la riqueza cultural y artística que puede proporcionar un contenido más diverso y desafiante. En última instancia, la infantilización puede tener efectos negativos en la calidad y la variedad del contenido disponible, así como en la capacidad del público para enfrentar y apreciar narrativas más complejas y significativas.

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