Tomatazos

Esta tarde ha muerto a los 85 años José de la Colina, escritor, ensayista, periodista y crítico literario español que se asentó en México como consecuencia de la Guerra Civil Española. De acuerdo con la información proporcionada por Milenio, el afamado autor respiró su último aliento en su casa de la colonia Florida en la Ciudad de México. Las causas de su fallecimiento no han quedado esclarecidas.

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José de la Colina llegó al mundo el 29 de marzo de 1934. Pronto, la tierra que lo vio nacer, Santander, se vio azotada por la guerra civil en España, conflicto bélico resultado del golpe de estado fallido propiciado por la Fuerzas Armadas en contra del gobierno de la Segunda República en 1936. Mientras su padre combatía para las fuerzas, el resto de la familia de José se unió a la enorme cantidad de civiles y militares que marcharon al exilio en ese tiempo, rebotando en países como Bélgica, Francia, Cuba y República Dominicana hasta que finalmente fueron recibidos por México en 1940.

Su infancia y adolescencia las vivió en México, y para la mayoría de edad tomó la firme decisión de entregarse a la literatura y al periodismo. Con tan solo 21 años publica su libro Cuentos para vencer a la muerte, un trabajo que, en palabras del autor, representa la clara visión infantil que todavía poseía del mundo.

En 1984, junto con Tomás Pérez Turrent, publica el libro Luis Buñuel, prohibido asomarse al exterior, una ambiciosa recopilación de entrevistas con el director español que reunía al menos cincuenta horas de material transcrito. Este trabajo había iniciado diez años atrás y claramente pone sobre la mesa otra de las grandes pasiones de de la Colina, el séptimo arte; sin embargo, no fue el único esfuerzo del escritor al momento de hablar sobre cine. También son notables contribuciones como El cine italiano, Miradas al cine y El cine del “Indio” Fernández, publicados en 1962, 1972 y 1984, respectivamente.

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Tan solo en julio de este año, José de la Colina escribió para Milenio un artículo en el que recuperó extractos y reflexiones de sus experiencias en compañía de Luis Buñuel:

Los personajes de Buñuel son trágicos en el sentido en que, tensos hacia aquello a lo que aspiran, se mantienen en perpetua agonía; y Buñuel, felicitándonos por nuestra trouvaille, nos dejaba hablar y sonreía.

En otra fragmento rescatado por INBA (vía Milenio), de la Colina mencionaba:

El cine ha sido el arte que más ha impregnado a la gente en el siglo XX. Ha sido fundamental, porque nos ha duplicado el mundo. Nosotros conocemos el mundo y las distintas realidades que existen gracias al cine. Y luego nos ha aportado mitos, figuras como Gary Cooper, Humphrey Bogart.

En años más recientes destacó en los géneros de novela, ensayo y cuento, obteniendo en 2002 el Premio Mazatlán de Literatura por su libro Libertades imaginarias. Para 2005, la Feria internacional de Libro de Guadalajara le concedió el Homenaje Nacional del Periodismo Cultural Fernando Benítez. En esta profesión destacó por sus contribuciones a medios como Revista Mexicana de Literatura, Vuelta y Plural, además, fungió como director de El Seminario Cultural y colaborador en Milenio Diario, México en la Cultura y muchas más.

Respecto a sus años más tiernos, de la Colina explicó en otro fragmento recogido por INBA que su origen español y su convivencia con la mexicanidad dieron como resultado un enriquecimiento singular que le brindó una voz distinta a su escritura, una visión diferente a la de su generación.

Esos años de formación me han hecho, por encima de tantas afinidades, distinto a los escritores de mi generación, que han nacido en un lugar, han arraigado y se han formado y han respirado en él con absoluta naturalidad. No fue ése mi caso, porque si bien en la casa y en el colegio Madrid, donde transcurrió mi primaria, me podía sentir español y hablar como tal, por ejemplo, pronunciando la ce, también vivía y respiraba y hablaba en la calle, y me formaba en ella, con mis amigos mexicanos a los cuales me dirigía siempre pronunciando la ce como ese. Esta ambivalencia, esta ambigüedad de mi situación, fuente de una irreductible inquietud, que no lamento porque creo que a final de cuentas me ha enriquecido, hace de mi visión del mundo, y por tanto de mi literatura, algo un poco aparte, que se resiente del sentimiento de la inseguridad, la fragilidad, la fugacidad de todo.

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