Las películas de Rápidos y Furiosos han sabido cómo ganarse a sus seguidores, si bien no por sus grandes historias, sí gracias a sus sorprendentes escenas de acción, los actores que participan, los carros y/o tecnología que utilizan, entre otras cosas. De esta manera, la cinta número nueve de la franquicia llega al cine bajo el nombre de Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw - 83%, un spin off que sigue a los personajes interpretados por Dwayne Johnson y Jason Statham.
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Para los que no son seguidores de la franquicia y ya están hartos de esta serie de filmes, una buena razón para ver la última entrega puede ser el morbo, pues, recientemente, han acusado a los actores principales de tener masculinidad frágil, ya que salieron a la luz las demandas contractuales de ambos, en donde se niegan a perder una sola pelea. Así es, por más absurdo que parezca, Johnson y Statham negociaron con los productores de la película para que ninguno dé más golpes que el otro y, por supuesto, que en los enfrentamientos nadie resulte ganador.
La trama del más reciente filme de Rápidos y Furiosos, al igual que la de sus predecesores no es nada espectacular. Se centra en el policía estadounidense, Luke Hobbs (Dwayne Johnson) y el mercenario británico, Deckard Shaw (Jason Statham). Hobbs logró encarcelar a Shaw después de que este intentara matarlo, sin embargo, cuando un anarquista mejorado ciber-genéticamente, llamado Brixton (Idris Elba), consigue una peligrosa arma biológica, el mundo se enfrenta a una de las mayores amenazas. Por esta razón, ambos personajes tendrán que dejar de lado su enemistad para salvar el mundo y derrotar al único hombre que puede vencerlos.
Una vez más, es un filme para ver a hombres musculosos enfrentarse en una asombrosa batalla con explosiones, armas mortales, bromas sobre quién es mejor, entre otras cosas. No obstante, lo que llama la atención es que, gracias a que salieron a la luz las demandas contractuales de los actores, ahora sabemos por qué en todas las películas de la franquicia, ningún hombre pierde a manos de otro.
En un artículo publicado por Erich Schwartzel en The Wall Street Journal (vía The Guardian), el periodista revela que Statham tiene un acuerdo con el estudio que limita la medida en que puede ser golpeado. Asimismo, menciona que Johnson también ha reclutado a productores, editores y coordinadores de lucha para asegurarse de que siempre dé lo mejor y verse como el más rudo en pantalla.
Además, Schwartzel se dio cuenta de que en las cintas de la franquicia siempre hay una salida para evitar que una pelea acabe con la victoria (derrota) de alguien o para que los actores no se vean “frágiles”. Por ejemplo, en Rápidos y Furiosos 8 - 67% se escribió, originalmente, una escena en la que Johnson estaría acostado a los pies de Vin Diesel, pero The Rock la cambió para que estuviera sentado y, de esta manera, no se viera débil. Por otra parte, el periodista señala que Diesel sigue las mismas medidas que sus compañeros, pues contrata a su hermana para ensayar y contar cuántas veces lo golpean.
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Por otra parte, el periodista Stuart Heritage, quien recopiló lo dicho por Schwartzel en un divertido artículo publicado en The Guardian, recuerda que en Rápidos y Furiosos 7 - 79%, cuando Statham y Johnson tienen un enfrentamiento, este se termina cuando un helicóptero dispara un misil que destruye el suelo. Esto fue porque ninguno de los dos quería perder.
Es muy dulce pensar en Jason Statham y Dwayne Johnson pavoneándose con los brazos engrasados como pavos navideños, manteniendo un recuento mental de cuántos golpes reciben cada uno para preservar el hilo de credibilidad alfa que existe entre ellos y la nube sensible de Lynx Africa que pasa por su audiencia.
Sin embargo, Heritage señala que esto puede llevar a que otros actores tomen decisiones interesantes y sean mejor pagados.
Hay un par de puntos interesantes. Primero, el estancamiento sin pérdidas se ha vuelto tan pronunciado que si algún actor voluminoso prometedor está dispuesto a especializarse en peleas perdedoras, los productores, agradecidos, terminarán pagando una fortuna. En segundo lugar, está claro que estamos tratando con algunos pétalos increíblemente delicados aquí, por lo que tal vez sería una buena idea ampliar las cláusulas contractuales a otros aspectos no violentos de su trabajo. Porque, claro, han descubierto cómo hacer que cada pelea sea un baile de tedio perfectamente equilibrado que nadie gana o pierde porque los actores son muy protectores de su preciosa reputación.
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