El Nombre de la Rosa se vuelve real, encuentran libros envenenados en biblioteca

Es bien conocida la historia de El Nombre de la Rosa - 76%, novela de Umberto Eco publicada en 1980 que fue llevada al cine en 1986. A diferencia del libro que toca temas teológicos y políticos, la cinta se centra en el aspecto detectivesco de la trama y presenta a Sean Connery en el papel del fraile franciscano Guillermo de Baskerville y a Christian Slater en el de su joven discípulo,​ Adso de Melk. El filme gira en torno al primero, quien es llamado para resolver el misterio sobre una serie de asesinatos en una abadía italiana.

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Finalmente, Guillermo de Baskerville descubre que todos en la abadía tienen algo que ocultar: vicios del cuerpo, vicios del espíritu y, finalmente, vicios del intelecto, y son precisamente estos últimos los que originan los trágicos acontecimientos. Esto es porque en la biblioteca había libros, considerados prohibidos, que se guardaban con recelo, y para evitar que ojos curiosos los leyeran y pasaran la voz sobre lo que contenían, las páginas eran cubiertas con arsénico. De esta manera, los que sucumbían a la curiosidad de revisar libros como la Poética de Aristóteles morían envenenados.

Esta historia ha trascendido a lo largo de los años por el impacto de lo que cuenta. De igual manera, el filme fue muy exitoso, pues cosechó 16 premios en distintos festivales y concursos internacionales, entre los que destacan: el César de la Academia francesa a mejor película extranjera, en 1987, y dos premios BAFTA, uno para Sean Connery como mejor actor y otro para Hasso von Hugo por el mejor maquillaje, en 1988.

Apenas a mediados de 2018, descubrieron que, por años, habían tenido libros envenenados en la Universidad de Southern Denmark, en Esbjerg, Dinamarca. Al igual que en la novela de Eco, estos tres textos habían sido impregnados con arsénico y, lo más preocupante, es que estaban al alcance del público.

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Este veneno se encuentra entre las sustancias químicas más tóxicas del mundo, provocando desde una intoxicación grave, hasta el desarrollo de un cáncer o la muerte. Se requieren apenas 0.15 gramos para terminar con la vida de una persona de 75 kilos. Una vez que se ingiere, rápidamente, se distribuye por todo el cuerpo, a través del torrente sanguíneo.

El sitio The Conversation señaló que los libros envenenados, que datan de los siglos XVI y XVII, se detectaron mediante la realización de análisis de rayos X. Esta tecnología se usa ampliamente en los campos de la arqueología y el arte, al investigar los elementos químicos de la cerámica y las pinturas.

El hecho de que se analizaran estos tres libros fue totalmente circunstancial, ya que los profesores Jakob Povl Holck y Kaare Lund Rasmussen se habían dado cuenta previamente que se utilizaron fragmentos de manuscritos medievales para hacer sus portadas, por lo que quisieron identificar los textos latinos utilizados o al menos leer algunos de sus contenidos, reportó el mismo medio.

Sin embargo, cuando los revisaron se dieron cuenta que era difícil leerlos debido a una extensa capa de pintura verde que oscurecía las antiguas letras manuscritas. Por esta razón los llevaron al laboratorio y les hicieron los análisis, con la esperanza de hacer las letras más legibles para los investigadores de la universidad. No obstante, los resultados de las pruebas fueron sorprendentes pues se detectó que la pintura verde era la que contenía el arsénico.

Ahora, los libros se encuentran dentro de cajas de cartón, ventilados y separados del resto de volúmenes con etiquetas de seguridad. La idea, según dice The Conversation, es digitalizarlos para minimizar el riesgo del contacto físico. Con esta situación una vez más queda claro que, a veces, la realidad supera la ficción.

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