A pesar de que en el pasado ninguna institución legal encontró evidencias de las acusaciones contra Woody Allen por abuso sexual a su hija Dylan Farrow, ésta retornó a mediados de enero a denunciarlo públicamente justo después de que se destapara el asunto de Harvey Weinstein. Allen ha señalado que su ex mujer, Mia Farrow, plantó en la cabeza de la joven la idea de que el abusó de ella desde pequeña todo esto a raíz de la dolorosa separación entre la pareja y dupla de director y actriz.
El cineasta se encuentra en severos aprietos ya que a pesar de la falta de evidencias legales las palabras de su hija han sido suficientes para que varios actores que han trabajado con él declararan que están arrepentidos y que jamás regresarán a un set de filmación bajo su control. No sólo eso ha ocurrido a raíz de las denuncias de Dylan, sino que Amazon Studios, empresa que había firmado un acuerdo con el director para producir contenidos, empezó a considerar seriamente terminar su relación de negocios con Allen. Un movimiento que cada día que pasa parece más y más inminente.
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Dylan escribió un artículo para Los Angeles Times en el que denunciaba que los actores que se unieron al #MeToo y que habían trabajado con Allen eran unos hipócritas. Varios de los actores arrepentidos donaron sus salarios al movimiento, con el supuesto fin de usar dicho dinero para apoyar a mujeres que han sido violentadas.
La Rueda de la Maravilla - 35%, la más reciente cinta de Allen, batalló para encontrar lugar en taquilla. Sus últimas películas han costado mucho más de lo que recaudaron (nada raro en la filmografía de Allen) y en general el cineasta tampoco ha tenido tantos elogios de la crítica como en otras eras de su carrera. Ante la cacería de brujas en su contra, sólo Alec Baldwin ha salido para defender al director. Ahora el problema gira en torno a la cinta Rainy Day In New York, protagonizada por Timothée Chalamet y Selena Gomez, la cual Amazon está obligado a sacar en cines, pero que aún no tiene fecha de estreno y probablemente tenga cero publicidad aún si se estrena (los actores Timothée Chalamet y Rebecca Hall ya han renegado de haber trabajado en dicho proyecto).
Todas las señales parecen indicar que, de seguir así las cosas, la carrera del director podría estar ya prácticamente liquidada. Una vez más la pregunta sale al aire: ¿es justo que la carrera profesional de alguien sea finalizada ante acusaciones, sin importar la validez de estas? ¿La tribuna pública ha reemplazado ya los procesos legales de justicia?
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