A estas alturas es evidente que La Forma Del Agua - 92% es una de las cintas más importantes de la temporada. El reciente trabajo de Guillermo del Toro tuvo, desde el comienzo, las mejores críticas y una gran recepción a su paso por diversos festivales durante el 2017. Su estreno en salas comerciales se da después de que el director ganara el Globo de Oro por su trabajo y que se estableciera como una de las favoritas para las próximas premiaciones, incluyendo el Óscar.
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Como siempre sucede con los trabajos de del Toro, es indispensable un equilibrio importante entre su mensaje y la imagen, que además depende de muchos otros factores como la actuación y la atmósfera general con la que se desarrollan las escenas. Sus “monstruosos” cuentos de hadas han mejorado a nivel visual por obvias razones y ahora se logran analizar mejor los otros componentes de la visión que inicia con el guión.
El compositor Alexandre Desplat fue el encargado de darle poder a las escenas por medio de la música, una que debía conjugar lo mejor de la época con la fantasía propia de la historia, evitando las melodías cursis o predecibles. Como reconocimiento a esto, Desplat también fue galardonado con un Globo de Oro por La Forma del Agua, además de que ha sido nominado en varias otras ocasiones.
El reto principal para el compositor venía desde el título mismo de la película, pues implicaba crear una melodía que representara los cambios y constantes adaptaciones del agua, que sirve como imagen de la protagonista y de la criatura. En una reciente entrevista para Deadline, Desplat explica:
El agua toma la forma de lo que sea. Va a través del aire, es invisible, es transparente, pero aún así tiene mucho poder.
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Para lograr el efecto, el compositor recordó los tiempos en los que vivió cerca de la playa y cómo las olas terminaban por musicalizar momentos cotidianos. Desplat también trató de comparar la sensación de entrar al agua, y el abrazo cálido que se da en algunos días, con la sensación de enamorarse y la calidez misma del sentimiento al fluir y extenderse dentro de uno mismo. De igual modo, existe un cierto temor a ambos casos, y eso es algo que también trató de representar con sus melodías. Las composiciones debían representar el proceso de sumergirse, primero con el claro sonido de las olas y luego con el sutil caos de la vida marina.
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