América Martín, actriz de la época de oro del cine mexicano, fallece víctima de la delincuencia organizada

Vine un día a la Ciudad de México porque me dijeron que aquí me darían trabajo en una universidad privada. No sabía dónde iba a vivir. Un amigo mío, Alejandro Albarrán, recién había sido beneficiado con la Fundación para las Letras Mexicanas y llevaba varios meses en la colonia Del Valle. Vivía en una casa muy particular. “El departamento tiene tina y cantina”, repetía con una sonrisa descomunal. Me dio asilo. Quien me abrió las puertas hace nueve años para residir en esta ciudad a la que no he podido abandonar, fue nada más y nada menos que la actriz y cantante América Martín, un icono de la época de oro del cine mexicano.

Con ella aprendía a pagar la renta a tiempo, a pagar en abonos chiquitos pero consistentes los adeudos, a que en un huevito se puede meter toda una vida por mucho tiempo. Que los amigos son siempre bien recibidos, pero también deben pagar lo que consumen. Que un abrazo no se le niega a nadie aunque deba la renta. Es (todavía, y eso que la competencia es tremenda) la mujer más nerviosa que hay visto sobre la faz de la Tierra. Su vozarrón era digno de temer, como buena cantante de música ranchera.

En 1959 fue dirigida por Raúl de Anda en la película mexicana Estampida, una de las seis películas en las que participó. Transcurre en la zona fronteriza entre México y los Estados Unidos, en tiempos de la revolución de Pancho Villa contra la tiranía del general Huerta. Se trata de enviar a las tropas revolucionarias a una partida de caballos. Dos cuatreros son los encargados de llevar a cabo tan difícil misión.

Esa fue su cuarta película. Se inauguró como cantante en la pantalla grande en su aparición en Con el diablo en el cuerpo, en 1954. También participó en Enemigos, La marca de Satanás, El enmascarado justiciero, El Siete Leguas, Los Hijos de María Morales y El moro de Cumpas. Sus apariciones se caracterizaban, como era común por entonces, por lucir su voz.

Nació en El Tanque, comunidad del municipio Parás, en el bravo estado del cabrito: Nuevo León. Más tarde se trasladó a la ciudad de Monterrey donde a los nueve años, y a escondidas de sus padres, participó en un programa en la XET. Grabó más de 40 discos.

Sin embargo, su luz se apagó recientemente, víctima de la delincuencia organizada.

Tras varios días de estar secuestrada, fue encontrada sin vida Virginia Martínez García, actriz y cantante conocida como América Martín, en Nuevo León. Los reportes indican que el cuerpo de la artista, de 84 años de edad fue hallado dentro de su vehículo el lunes a las 10:30 pm, y se determinó que murió por un paro cardiaco. Llevaba por lo menos un par de días muerta.

Sus familiares aseguran que se trata de un secuestro atípico porque desde su privación de la libertad, el pasado 28 de febrero, nunca hubo una petición de rescate. Los testigos señalaron en su momento que América fue extraída de su domicilio con extrema violencia, y que se llevaron una camioneta propiedad de la familia.

En entrevista con Ciro Gómez Leyva, Antonio Cosío Martínez, el hijo de la cantante, delató su inconformidad por parte del actuar de las autoridades en el caso del secuestro de su madre. “Esto no es justo. Mi mamá, cuyo nombre artístico era América Martín, se vino a vivir a Nuevo León porque era de aquí y lo que quería era pasar los últimos años de su vida con su familia y sus amigos. Llevaba un mes de haber llegado a San Nicolás y pasó esto”, dijo. “La sacaron con lujo de violencia de su casa, se la llevaron y después de ocho días apareció muerta”.

Cosío Martínez aseguró que tanto él como los demás integrantes de su familia desconocían qué ocurría con su mamá, porque los autores del secuestro no solicitaron en ningún momento algún tipo de rescate. “Nunca pasó nada; mi hermana, mis sobrinos y yo andábamos en la locura porque no sabíamos nada, los policías ministeriales realmente no hacían nada, absolutamente nada y finalmente apareció muerta”.

América Martín vendió su casa en la Ciudad de México desde noviembre pasado. Se mudó apenas a finales de enero y mediados de febrero. Su casa en la colonia Del Valle, tras habernos dado residencia en este mar de asfalto y gente, de tráfico y jaleo, optó por algo que todos le deseábamos: una vida de paz para que (bromeaba) pasara los 50 años de vida que le quedaban. A decir de Sarahí, su nieta, su mayor ilusión era celebrar su cumpleaños.

La familia reveló que el dinero por la venta de la casa se encuentra en el banco y no fue tocado. “Mi sobrino fue a preguntar al banco y el dinero estaba intacto, lo que sobró porque compró la casa, cuatro millones de pesos”, dijo.

El cuerpo de la actriz y cantante le será entregado a la familia hasta el domingo, porque las autoridades correspondientes continúan con la autopsia. “Todavía no están seguros si sí murió de un infarto o porque la mataron estas personas, desde antier están en el proceso de la autopsia”, sostuvo su hijo.

Su amor por México y cuantos la rodearon era capaz de cruzar los muros macizos de su casa. Una casa que siempre tuvo un problema en el portón: podía abrirse de un empujón fuerte. Nunca la asaltaron en la peligrosa Ciudad de México. A veces, recuerdo, hasta dejó abiertas las puertas de su casa —casa que sirvió incluso para producciones cinematográficas por su acabado pintoresco.

Como ella sólo vivía para el futuro, en Tomatazos la recordamos por su sonrisa larga, su carácter de hierro y esa necesidad de gozar a pesar de los nervios, las deudas y los pesares que compartía con cuantos la rodeaban.

Que su generosidad sea ejemplo. Así como su carisma. Pero eso sí, que ese enojo que la caracterizó, no nos abandone. Autoridades y delincuencia tienen una deuda. Y la tienen que pagar con creces.