¿Vikingos que montan dragones y usan cascos con cuernos? Bienvenidos al universo donde la arqueología se pone el disfraz de Hollywood. El live-action de ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ ya llegó a los cines, y más allá de los efectos visuales y la nostalgia animada, es momento de preguntarnos: ¿qué tan cerca está esta saga de la realidad histórica? No mucho, pero tampoco tan lejos como crees.
En esta ocasión nos ponemos la capa de la antropología, y otras ciencias sociales, y vamos a analizar los aciertos, errores y delirios creativos de la representación de los vikingos en ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’, esa franquicia que convirtió la amistad con un dragón en algo creíble, digno de maravilla y admiración entre millennials, Gen Z y mayores.
‘Cómo Entrenar a tu Dragón’, una historia con corazón
La historia de Hipo y Chimuelo no solo conquistó al público por su ternura, también porque habla sobre historias universales con las que todos conectamos: la relación padre-hijo, el miedo al otro y el camino del héroe. Pero hay un detalle que se cuela entre las alas de los dragones y los rugidos vikingos: un interés genuino por hacer las cosas más o menos bien en términos históricos.

Aunque DreamWorks se tomó muchas libertades, no podemos decir que se fumaron todo el libro de historia. De hecho, los diseñadores del filme hicieron su tarea. Las pinturas en los escudos vikingos, los patrones geométricos y hasta las ilustraciones de batallas míticas están ahí, claro, con dragones incluidos, porque si no, no vende. Pero el punto es que sí hay investigación detrás de la fantasía. De hecho, los escudos retratados en la saga animada tienen muchas similitudes con los descritos en poemas antiguos como el Ragnarsdrápa.
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¿Qué tan realista es ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’?
Bueno, eso depende de ti, más o menos. Si esperas una clase de historia con peras y manzanas, entonces estás en el lugar correcto. Por ejemplo, el diseño de los cascos con cuernos es un clásico error hollywoodense que no muere. Y no, los vikingos reales no usaban eso. Esta imagen se originó en el siglo XIX, cuando unos románticos europeos decidieron que un casco aburrido no era suficientemente épico para contar las historias de los nórdicos. Desde entonces, el cine no ha podido dejar esa idea, y ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ no fue la excepción.
Entonces, ¿por qué seguimos poniéndole cascos con cuernos a los vikingos del cine? Tal vez porque, en el fondo, queremos que la historia sea más entretenida que precisa. Nada grita “bárbaro legendario” como unos cuernitos decorativos. La lógica parece ser: si le ponemos alas a un reptil gigante, ¿por qué no cuernos a un casco?
En defensa de DreamWorks, ellos sabían lo que hacían. Las decisiones creativas, como los cascos, los colores brillantes o la estética de los escudos, responden más a una lógica de narrativa infantil que a una falta de rigor. A fin de cuentas, ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ es una historia para infancias y adultos con sentimientos, no un documental académico.
Cuando la historia se disfraza de mito
Los vikingos en ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’, y también los del mundo real, no solo fueron guerreros rudos que gritaban por cada cosa. También fueron agricultores, inventores y hasta poetas. En ese sentido, las sociedades vikingas no solo basaban su estilo de vida en la guerra y la conquista, también tuvieron tratos afables con otras tribus y se dedicaron a oficios variados.
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De hecho, aquí entra un concepto que los académicos llaman “meta-historia”, es decir, cómo se escribe la historia misma y cómo la idea de que las representaciones del pasado sirven para reflexionar sobre temas eternos, tales como quiénes somos o cómo podríamos vivir bajo otras circunstancias. Por eso, aunque los cascos estén mal y los dragones no existan (sí, lo sentimos), el relato conecta con quien lo experimenta. Es más, podríamos decir que los vikingos en ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ son menos una representación literal y más una excusa narrativa para hablar de empatía, diferencia y transformación.

Y si nos ponemos filosóficos, el dragón que no mata pero se convierte en amigo refleja justo eso: una reinterpretación contemporánea del “otro”, del monstruo incomprendido. Como diría Emmanuel Levinas, la ética empieza cuando ves el rostro del otro, aunque tenga escamas y dispare fuego.
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Vikingos y dragones: ¿mitología o manual de crianza?
Lo que realmente hace especial a esta saga no es su fidelidad histórica, sino cómo usa lo histórico para construir un mito nuevo. Los vikingos en ‘Cómo Entrenar a tu Dragón’ no buscan enseñarte qué comían en el siglo IX (ni explicar por qué los nórdicos siguen comiendo como si estuvieran en el reinado de Harald III Haardrade en pleno siglo XXI), sino qué significa crecer, tomar decisiones y enfrentarte a lo desconocido. El live-action, ahora en cines, retoma estos mismos elementos, pero con actores de carne, hueso y un contrato multimillonario.
Así que sí, los historiadores pueden tener razones para fruncir el ceño, pero también para aplaudir el esfuerzo. Porque aunque esta historia no sea un reflejo exacto del pasado, sí nos invita a imaginar futuros posibles donde convivamos con nuestras diferencias y con dragones adorables.
Fuentes: Art Speak with Tara Jaiyeola e International Journal of Zizek Studies.