No muchos personajes de la fantasía moderna gozan del extraño privilegio de existir simultáneamente en la literatura, la televisión y los videojuegos sin perder su identidad. Geralt de Rivia, el brujo albino creado por el escritor polaco Andrzej Sapkowski, es uno de esos raros casos. Nacido en páginas cargadas de tragedia y cinismo, convertido en héroe silencioso y elevado luego al estrellato en los formatos de entretenimiento más importante, el Lobo Blanco ha cambiado de rostro incontables veces. ¿Quién lo ha encarnado mejor?
La larga vida de Geralt de Rivia
Geralt no es un héroe tradicional. No es noble, no es idealista y, la mayor parte del tiempo, solo quiere que lo dejen en paz. Fue sometido a mutaciones desde niño para convertirse en brujo —cazador de monstruos por contrato— y su vida entera se mueve entre caminos polvorientos y decisiones morales grises. Aunque su reputación no es la mejor, busca hacer lo correcto sin olvidar que el mal es el mal.
Su historia no sería la misma sin Yennefer de Vengerberg, la hechicera que lo ama y lo mantiene lejos por igual; ni sin Vesemir, el mentor que le enseñó a blandir la espada y a desconfiar del mundo; ni, sobre todo, sin Ciri, la niña destinada a convertirse en su hija adoptiva, su causa, su condena y todo su destino. Geralt es, en esencia, un hombre que insiste en criar esperanza en un mundo que no deja de empujarlo hacia la oscuridad.

A partir del éxito de los videojuegos de CD Projekt Red y luego la serie de Netflix, millones de personas conocieron al brujo antes de conocer al escritor. Y con ello, Geralt empezó a fragmentarse en distintas pieles.
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¿Cuál es la mejor versión de Geralt de Rivia en la pantalla?
Aunque muchos actores trabajaron en el doblaje de Geralt para los juegos de The Witcher, en realidad tres intérpretes han marcado su identidad pública: Doug Cockle, Michał Żebrowski y Henry Cavill.
Doug Cockle, voz oficial de Geralt en la trilogía de The Witcher creada por CD Projekt RED, logró algo insólito. Creó un personaje completo sin mostrar el rostro. Su timbre grave, casi ronco, no pierde el tiempo con el arquetipo del guerrero silencioso; entre sus frases secas se cuela un humor cansado, una ternura disimulada bajo gruñidos y una ferocidad sin control. Su Geralt huele a pantano y a acero, pero también a un padre involuntario que solo siente miedo cuando sus seres queridos están en peligro. Para muchos fans, él es “el verdadero Geralt”, no porque sea el más fiel, sino porque tal vez es el más íntimo.
Antes de que el mundo angloparlante pronunciara la palabra “witcher”, el actor polaco Michał Żebrowski ya había empuñado dos espadas en The Hexer (2001), adaptación temprana y desafortunada de las novelas de Sapkowski. Aunque la posterior serie de 2002 también se llevó duras críticas por su tono irregular, Żebrowski ofreció un Geralt melancólico, contenido y, sobre todo, humano, más cercano al tono filosófico de los libros. No tenía el presupuesto, pero sí el espíritu.
En CD Projekt RED son tan fans de Żebrowski que lo contrataron para interpretar a Johnny Silverhand en el doblaje polaco de Cyberpunk 2077.
Y llegó Henry Cavill. Con su voz grave, sus músculos imposibles y una obsesión documentada por la fidelidad al material original, le devolvió la dignidad al brujo ante los ojos de millones. Cavill interpretó un Geralt menos introspectivo que el de Żebrowski y menos sardónico que el de Cockle, pero más físico y más tangible. Su salida de la serie fue duelo internacional, señal de que, aunque criticada, su versión había calado hondo.

Liam Hemsworth y el legado
Netflix ya tiene reemplazo para su Geralt de Rivia. El 30 de octubre llega la cuarta temporada con Liam Hemsworth en el papel principal, y la quinta —aún sin fecha— será la última. ¿Podrá un nuevo rostro sostener un personaje construido a base de cicatrices?
Hemsworth tendrá que cargar con dos fantasmas, el del personaje literario y el del actor anterior. Tal vez su mayor reto no sea parecerse a Cavill, sino encontrar su propio punto de equilibrio. Si logra evitar la imitación, podría ofrecer un Geralt más joven, más impulsivo, quizá más temerario. Si fracasa, quedará como nota al pie.
Pero el brujo tiene algo muy a su favor, no es propiedad de un solo actor. Es un mito itinerante. Hoy se mueve en Netflix, ayer caminaba por la heladas montañas de Skellige en un videojuego, antes discutía con poetas en una taberna. Mañana, quién sabe.
Al final, no hay un único ganador. Y como todo buen brujo, Geralt siempre vuelve al origen. Cuando el ruido pase, cuando Netflix termine, cuando los mods del juego envejezcan, seguirá existiendo en las páginas del escritor polaco. Ahí, entre frases ásperas y silencios incómodos, vive el único Geralt que nunca cambiará de máscara.
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