Está de más decir que esta reseña nace de una escritora de hueso colorado de cine y televisión, una amante del cine que conoce, con el corazón y la experiencia, de lo que implica escribir, crear y dar vida a un largometraje.
Ver ‘Soy Frankelda‘ fue para mí algo más que asistir a una función de cine: fue un viaje al interior del arte y de mi alma, un encuentro con la memoria, con la belleza y con la sombra de nuestros temores y deseos mas oscuros que a veces esconden nuestro propósito.
Desde los primeros minutos, la película te envuelve en una atmósfera barroca, colorida y profundamente mexicana. Es como si los sentidos no alcanzaran para abarcar tanto detalle: los escenarios, los objetos, los personajes… todo parece respirar vida artesanal, cada textura tallada a mano con amor y obsesión por lo bello y lo terrorífico convertido en bellezas de arte. Es una cinta que no solo se mira: se siente, se huele, se escucha y se recuerda.
Las canciones son un corazón palpitante dentro de la historia; emotivas, potentes y narrativas, hacen que la trama vuele con una musicalidad que atraviesa los planos de la realidad. ‘Soy Frankelda‘ no es una historia común: es una experiencia sensorial y filosófica, un espejo que refleja nuestras propias sombras y sueños. Los personajes hablan de varios planos de existencia, y al hacerlo nos abren la puerta a otros mundos, a las posibilidades infinitas de ser y de viajar por medio del sueño, la mente y los deseos.
Hay un detalle que me conmovió profundamente: el libro de ‘Frankenstein‘ que aparece varias veces en escena. Ese gesto sutil, casi íntimo, parece rendir tributo a su espíritu creador.
Me encanta pensar que ‘Soy Frankelda‘ y ‘Frankenstein’ nacieron el mismo día en los cines, como dos almas hermanas que se reconocen a través del tiempo: una obra mexicana que dialoga con un clásico universal interpretado desde la lente de nuestro siempre amado Guillermo del Toro, ambas unidas por la idea de crear vida a partir de la imaginación.
Pero más allá de su esplendor visual y sus detalles barrocos ‘Frankelda’ me tocó el alma. Tal vez porque soy escritora, y mi madre es pintora de la vieja escuela del claro-oscuro mexicano, lo que sí es que entendí en cada trazo y cada sombra el lenguaje secreto del arte.
Y así como me dejó llorando con su mensaje final, estoy segura de que tocará el alma de cada espectador, porque es un filme mágico que se descubre de manera íntima, como un susurro que cada quien interpreta desde su propia historia.
‘Soy Frankelda’ es parte de nuestra identidad: un homenaje a nuestra cultura, a nuestras raíces, y a las mujeres visionarias que abrieron portales entre la pintura y el sueño como lo son: Leonora Carrington y Remedios Varo, cuyas huellas se perciben en los cuadros vivos que la película nos regala.
En conjunto, ‘Soy Frankelda’ no solo es una película: es una obra de arte total, que se descubre minuto a minuto, una sinfonía de imágenes, emociones y símbolos que nos recuerdan que el cine también puede ser alma, mito y memoria.
Porque ‘Frankelda‘ no solo se ve… se siente en el alma mucho después de que se encienden las luces del cine.