No es realmente una especie de renacimiento el que ha vivido Andrew Garfield recientemente, pero se siente como tal. Está en todos lados: en el cine, en el teatro, en Netflix y en la temporada de premios por su papel protagónico en Tick, Tick… Boom!. La carrera por el Óscar parecía indicar que no lo iba a conseguir, y muchos estarían bien con eso dada la capacidad del actor de alegrar al público con su presencia, pero finalmente lo consiguió y en una categoría que estuvo llena de excelentes actuaciones. Tiene un poco más de mérito sabiendo que se trata de un musical, aunque también tiene bastante de drama, y especialmente por el hecho de venir de una plataforma de streaming a la cual muchas organizaciones aún tienden a no querer que se lleve premios por sus estrenos nada usuales.
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En la ópera prima de Lin-Manuel Miranda, Garfield interpreta a un hombre que sueña con hacer realidad el musical de sus sueños mientras intenta pagar la renta y, básicamente, sobrevivir sin muchos ingresos al mismo tiempo que trata de conseguir el dinero para su producción. Cuando conocemos a Jon (Garfield), todavía está sirviendo mesas y puliendo el guión del gran proyecto en el que ha pasado los últimos varios años de su vida trabajando. Creía que esa era su obra magna, una ópera rock futurista que exploraba el capitalismo y la distopía, pero eso no se sentía tan Broadway. Sin embargo, se las arregló para reservar un taller para mostrar su trabajo y las cosas parecen mejorar para el artista.
El filme muestra también cómo se siente aquella transición por la que pasan las personas cuando llegan a los 30 años de edad, y en el caso de este personaje se analiza si su creatividad seguirá allí para cuando llegue a ese momento de su vida. Y es irónico, pero interesante de ver, porque el papel de Garfield es en realidad otra interpretación sobre una figura que existió. Jonathan Larson fue el compositor y escritor que creó el musical Rent y Tick, Tick… Boom! presenta el antes, aunque también está tomado de la realidad porque está basado en una obra de teatro que hizo el propio Larson.
Al igual que en Rent, esta obra toma en cuenta problemas que afectan a muchas culturas, como las adicciones y la homofobia. Al final sí logra su obra magna, pero falleció el día en el que se iba a realizar la función de pre-estreno de Rent, lo que también significa que sucedió pocos días antes de su gran lanzamiento al público. En este filme, Garfield explora también el bloqueo creativo cuando su personaje debe escribir la canción definitiva para el segundo acto.
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Esto lo consume y todo se acumula en su vida, desde las deudas, lo mal que se lleva con su novia y su posterior ruptura, la manera en la que descuida muchas cosas porque no puede dejar de pensar en que necesita hacer esa canción y no tiene ideas. Pero también está la creciente epidemia de SIDA que amenaza la vida de sus seres queridos, en este caso sus amigos.
Netflix se aseguró una buena producción, y al menos varias nominaciones, con este monólogo de rock autobiográfico de Larson que lleva el mismo nombre que la obra original, y la película es una carta de amor a artistas de todo tipo, la cual incluye una canción que reúne a varios de los talentos más destacados de Broadway en la misma escena junto con el protagonista de la historia. Andrew Garfield se ganó la aclamación de la crítica por este papel, el cual le valió también un Globo de Oro. Ahora suma a su escaparate, que también incluye un Tony, el premio Óscar que acaba de ganar, quedando pendiente solo el Emmy para ser una de las pocas personas en lograr el EGOT.
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