La incorporación de Oona Chaplin a la saga ‘Avatar’ marca un giro relevante en su trayectoria internacional. La actriz nacida en Madrid, nieta de Charles Chaplin, forma parte de ‘Avatar: Fuego y cenizas’, la tercera entrega de la franquicia dirigida por James Cameron, cuyo estreno está previsto para el 19 de diciembre. En el marco de la promoción en España, país donde se crió, Chaplin ha reflexionado sobre su trabajo como Varang, el proceso creativo detrás del personaje y la manera en que Cameron concibe el cine: como un espacio donde la tecnología está al servicio de historias esencialmente humanas.
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¿Cómo fue el proceso creativo con James Cameron?
Para Oona Chaplin, trabajar con James Cameron supuso una experiencia poco habitual dentro del cine de gran escala. Según ha explicado, el rodaje de ‘Avatar: Fuego y cenizas’ estuvo marcado por largas conversaciones previas a las escenas, en las que el director exploraba motivaciones, conflictos internos y posibles rutas narrativas antes de filmar. Ese tiempo dedicado al diálogo, señala, es algo casi inexistente en producciones de este tamaño.

Chaplin describe a Cameron como un cineasta movido por una curiosidad constante, que no solo formula preguntas sobre sus personajes y su universo, sino que invierte todos los recursos necesarios en intentar responderlas. Ese método generó, de acuerdo con la actriz, un ambiente de confianza creativa donde no se trataba únicamente de ejecutar una escena, sino de comprenderla en profundidad.
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En ese contexto, Chaplin establece un paralelismo entre Cameron y su abuelo Charles Chaplin, a quienes considera pioneros en el uso de la tecnología cinematográfica. En una de sus reflexiones, afirma que “los dos usan la tecnología de su tiempo para revolucionar el cine”, subrayando que, pese a los avances técnicos, el centro de sus obras sigue siendo la experiencia humana.
Varang y la construcción de una antagonista marcada por la pérdida
En ‘Avatar: Fuego y cenizas’, Oona Chaplin interpreta a Varang, una líder Na’vi cuya historia está atravesada por la destrucción total de su mundo. El volcán que arrasa con el territorio de su pueblo elimina su hogar y sus recursos, así como su cultura y su vínculo espiritual con Eywa, la deidad de la vida en Pandora.
La actriz ha explicado que la relación entre miedo y poder fue clave en la construcción del personaje. Varang actúa desde el instinto cuando se enfrenta a algo que percibe como amenazante o poderoso, y a partir de ahí decide si lo destruye, lo adopta o lo usurpa. No se trata de una villana impulsiva, sino de una figura moldeada por el trauma y la necesidad de supervivencia.
El título de la película está directamente vinculado a los elementos que definen a este pueblo: fuego y ceniza como símbolos de devastación, duelo y reconstrucción. Chaplin ha señalado que, durante todo el proceso, fue esencial que la ira del personaje estuviera atravesada por el dolor, evitando que Varang se redujera a una antagonista plana o carente de contexto emocional.
Tecnología, cuerpo y el mensaje de ‘Avatar’
El trabajo en ‘Avatar: Fuego y cenizas’ implicó también una transformación física exigente. Oona Chaplin pasó seis semanas de entrenamiento intensivo, con jornadas de hasta diez horas dedicadas a arco y flecha, artes marciales y gimnasia. Todo el rodaje se realizó mediante captura de movimiento, sin maquillaje tradicional, en sets mínimos que obligan a los actores a apoyarse casi por completo en la imaginación y el trabajo corporal.

La actriz describe este proceso como un ejercicio creativo cercano al juego y al teatro físico, una experiencia que conecta con su formación en danza y artes escénicas. Para Chaplin, ese enfoque permite una encarnación más completa del personaje, pese a que el resultado final sea generado digitalmente.
Más allá del despliegue visual, Chaplin considera que la saga ‘Avatar’ busca provocar una reacción ética en el espectador. Desde su perspectiva, las películas transmiten una sensación de responsabilidad y de cuidado hacia la familia, la naturaleza y el entorno. En ese sentido, su colaboración con James Cameron refuerza una idea que atraviesa su discurso: incluso en el cine más tecnológico, las historias siguen siendo universales y profundamente humanas.
Con información de La Vanguardia.
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