A lo largo de la historia del cine y la televisión, los dragones han sido representados como enemigos temibles, criaturas místicas o guardianes de secretos antiguos. Sin embargo, pocas veces se explora una relación tan íntima como la de un jinete con su dragón. Montar un dragón no es solo un acto de dominio, sino de confianza mutua, de lazos forjados entre el cielo y el fuego.
También te puede interesar: ¿Quién manda ahora en Marvel? Ellas son las superheroínas más poderosas de las fases 4 y 5 del MCU
En esa categoría especial se ubica Hipo, protagonista de la trilogía original de ‘Cómo entrenar a tu dragón‘ (y del remake live-action de 2025), cuya amistad con Chimuelo (Toothless) cambió el paradigma en la forma de contar estas historias. Pero Hipo no está solo. En otras sagas de fantasía, tanto en live-action como en animación, han surgido jinetes de dragón que dejaron una huella imborrable en el imaginario colectivo.

Esta lista reúne a los jinetes más icónicos que han surcado los cielos del cine y la TV, desde Daenerys con Drogon hasta Chihiro cabalgando sobre Haku. Cada uno representa una forma distinta de vincularse con estas criaturas legendarias: poder, rebeldía, ternura o redención. Esta selección celebra no sólo el hecho de que sean jinetes, sino la narrativa y carga emocional que conlleva volar junto a un dragón.
También lee: Adiós, Ethan Hunt: Los personajes que podrían continuar la saga de ‘Misión Imposible’
Hipo y Chimuelo (‘Cómo entrenar a tu dragón‘)
Cuando Hipo se convierte en el primer vikingo en montar a un dragón, no lo hace desde la violencia ni la superioridad, sino desde la empatía. Su relación con Chimuelo, un Furia Nocturna indomable, comienza en silencio y se transforma en un vínculo profundo. La escena en que vuelan por primera vez juntos es una de las más memorables del cine animado moderno. A lo largo de la trilogía, ese lazo evoluciona de la necesidad a la elección mutua, hasta culminar en una despedida que honra la libertad de ambos. Hipo y Chimuelo no son amo y criatura; son amigos que aprendieron a confiar uno en el otro.

Daenerys Targaryen y Drogon (‘Game of Thrones‘)
Daenerys no monta a Drogon como quien toma un caballo. Su dragón es una extensión de su voluntad, un arma viviente que responde al fuego de su carisma y determinación. Desde que lo monta por primera vez en Meereen hasta su último vuelo sobre Desembarco del Rey, cada aparición de Drogon en pantalla refuerza la idea de que Daenerys es un ser casi mitológico. Su dominio del cielo no es solo espectacular, es una declaración de poder absoluto, pero también de soledad. Drogon es el único ser que la acompaña fielmente hasta el final.

Aemond Targaryen y Vhagar (‘House of the Dragon‘)
Entre todos los jinetes de la casa Targaryen, Aemond destaca por haber reclamado a Vhagar, el dragón viviente más antiguo y colosal de su tiempo. La escena en la que logra montarla, en la oscuridad y bajo amenaza, es una de las más intensas de la serie. No hay afecto en esa relación: hay dominio, hay miedo, hay ambición. Vhagar representa una fuerza de destrucción tan vieja como los reinos, y Aemond, con su parche y su mirada implacable, es el jinete que no busca equilibrio, sino supremacía. Su vuelo no es armonioso, es temible.

Avatar Roku, Sozin y Zuko (‘Avatar: La leyenda de Aang’)
En el universo de ‘Avatar‘, los dragones son criaturas sagradas, asociadas al fuego y la sabiduría. Tanto el Avatar Roku como el Señor del Fuego Sozin fueron jinetes de dragón antes de que los dragones fueran cazados casi hasta la extinción. Más adelante, Zuko y Aang descubren a los últimos dragones vivos y participan en un ritual espiritual con ellos, pero no los montan. En el futuro Zuko sí monta un dragón, como se comprueba en ‘Avatar: La Leyenda de Korra’.

Eragon y Saphira (‘Eragon‘)
Eragon es uno de los pocos ejemplos de jinete de dragón en una historia de fantasía clásica en acción real. Aunque la película de 2006 no estuvo a la altura de las expectativas, su relación con la dragona azul Saphira marcó a una generación. Vínculo telepático, crecimiento compartido y batallas en el cielo construyen una pareja que podría haber sido legendaria con mejor guion. Aun así, el vuelo de Eragon sobre Saphira sigue siendo uno de los pocos ejemplos de caballería dracónica en live-action juvenil.

Burro y Dragona (‘Shrek‘)
En una película donde todo es parodia, la relación entre Burro y la Dragona rosa termina siendo uno de los elementos más entrañables. Aunque Burro no es un jinete de acción, hay momentos, sobre todo en las secuelas, donde monta a su pareja para escapar o entrar en batalla. Es una inversión cómica del mito clásico, pero que funciona sorprendentemente bien. El hecho de que tengan hijos dragón-burro solo refuerza lo absurda y encantadora que es esta pareja.

Atreyu (y Bastián) y Fújur (‘La historia sin fin’)
Fújur es un “dragón de la suerte” con apariencia de perro volador y una sonrisa eterna. Atreyu lo monta durante su viaje en el reino de Fantasía, y Bastián también al final, cuando toma las riendas de su destino. Más que un medio de transporte, Fújur es un compañero sabio que rescata a los niños del abismo de la Nada. Su vuelo representa esperanza y libertad, y su imagen ha quedado grabada como uno de los grandes ídolos de la fantasía ochentera.

Pete y Elliot (‘Pete’s Dragon‘)
En ambas versiones de ‘Pete’s Dragon‘ (1977 y 2016), el niño salvaje Pete encuentra en Elliot, un dragón invisible para los adultos, a su mejor amigo y protector. Pete monta a Elliot en escenas de vuelo que, en lugar de ser espectaculares, se sienten más como sueños infantiles hechos realidad. Es una historia de ternura y pertenencia, donde el dragón es el refugio de un niño herido, y volar juntos es una forma de escapar del mundo que no los entiende.

Harry, Ron y Hermione y el dragón albino de Gringotts (‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte – Parte 2‘)
En una de las escenas más tensas y memorables de la saga, el trío protagonista huye de la bóveda de Gringotts montando un dragón albino encadenado. No se trata de un vuelo heroico, sino de una fuga desesperada montados en una criatura furiosa que rompe sus cadenas. A diferencia de otros jinetes, aquí no hay vínculo: solo la urgencia de escapar. Aún así, la imagen de los tres surcando el cielo londinense sobre un dragón es inolvidable.

Chihiro y Haku (‘El viaje de Chihiro‘)
Cuando Chihiro cabalga sobre Haku, transformado en dragón oriental, el momento está cargado de poesía visual y emocional. No hay otra escena en el cine animado tan etérea como esa. En su forma de dragón blanco, Haku representa el río, la memoria, la identidad y el deseo de libertad. Chihiro lo monta no como jinete, sino como aliada que le devuelve su nombre y su ser. El vuelo entre ambos es, literalmente, un puente entre mundos.
No te vayas sin leer: ¿Dakota Johnson y Chris Martin terminaron su relación definitivamente? Esto reveló una fuente cercana a la pareja
