La relación entre Guillermo del Toro y James Cameron ha sido, durante décadas, un misterio envuelto en complicidad profesional. Ambos cineastas, procedentes de mundos creativos tan intensos como distintos, mantienen una amistad que rara vez ha sido descrita en detalle. Ahora, una reciente entrevista echa luz sobre un tema de conocimiento popular, que Del Toro vivió en casa de Cameron durante un periodo decisivo de su vida, tiempo en el que compartieron conversaciones nocturnas, proyectos por venir y sesiones de anime.
Guillermo y James, una amistad imperecedera
El vínculo entre ambos comenzó en los años noventa, cuando Del Toro intentaba abrirse paso en un panorama hollywoodense que aún desconfiaba del horror con acentos barrocos. Cameron, ya consolidado como una de las mentes más ambiciosas de la industria, reconoció en el director tapatío una sensibilidad narrativa distinta, enaltecida por criaturas dolientes y metáforas que dialogaban con la violencia, el mito y la fragilidad humana. Se volvieron amigos con una rapidez que sorprendió incluso al propio Del Toro, quien en entrevista para Konbini describió a Cameron como un aliado generoso y, sobre todo, un hermano.
Su complicidad se afianzó cuando Del Toro buscaba vender Cronos, su ópera prima, a distribuidores que no entendían del todo su propuesta. Cameron intervino con la promesa de acercarlo a un agente y cumplirlo sin titubeos. Ese impulso inicial permitió que Cronos encontrara su camino en el circuito internacional, abriendo las puertas a la carrera que hoy le ha dado al cine algunos de sus momentos más memorables.

Hubo también un momento oscuro que terminó de sellar esta hermandad, el secuestro del padre de Del Toro en México. Cameron, enterado de la situación, lo apoyó a través de la contratación de un negociador del Reino Unido e importantes recursos económicos. El gesto quedó inscrito para siempre en la memoria del cineasta mexicano, quien sabe que esta muestra de humanidad sobrepasó cualquier límite profesional. Su relación dejó de ser meramente creativa y se convirtió en un refugio.
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Guillermo y la estancia en casa de James
En la misma entrevista, Del Toro relató ese periodo en el que vivió en casa de Cameron, una etapa que coincidió con inicios complejos, sueños en ebullición y proyectos aún en barbecho. Lo que podría haber sido un arreglo estrictamente logístico se transformó en una convivencia entrañable, con rituales compartidos y descubrimientos mutuos.
Entre ellos destacó uno que el propio Del Toro reveló con una mezcla de nostalgia y humor, ambos pasaban horas viendo anime. Cameron, fascinado por la precisión industrial y estética de ciertas producciones japonesas, le mostró Patlabor. Del Toro respondió compartiendo Battle Angel, material que años después inspiraría el universo visual que Cameron impulsó en Hollywood.
En palabras del propio Del Toro, Cameron ya soñaba con Avatar desde mucho antes de su materialización. Aquellas charlas fueron testigos silenciosos del germen de lo que hoy es una de las franquicias cinematográficas más influyentes de la última década.
Frankenstein y Avatar 3

Hoy, ambos se encuentran en un punto especialmente luminoso de sus carreras. Del Toro acaba de desatar un fenómeno global con Frankenstein, que se ha colocado como la película más vista de Netflix y cuya relectura de la novela de Mary Shelley tiene a los críticos y al público general a sus pies. La crítica coincide en que su versión no diluye la esencia trágica de la obra, sino que la engrandece con la sensibilidad estética que ha caracterizado toda su filmografía.
Por su parte, Cameron está a unos meses del estreno de Avatar 3, programado para diciembre. Del Toro confirmó que ya pudo verla, aunque evitó revelar detalles. Lo que sí compartió fue una reflexión muy veraz, que hay muy pocos artistas estadounidenses que hayan logrado crear una mitología completamente propia. Entre ellos mencionó a George Lucas, que transformó la épica espacial con Star Wars; a L. Frank Baum, creador del universo de Oz; y al propio Cameron, cuya visión de Pandora entreteje la biología, el misticismo y crítica ecológica con una coherencia singular.
Del Toro reconoce que Avatar constituye un ejercicio de mundo construido desde la raíz, donde la estética, la filosofía y hasta la ecocrítica responden a un mismo impulso creativo. Que él, un creador igualmente obsesionado con las mitologías, admire ese logro, habla del profundo respeto que existe entre ambos.
Avatar 3 se estrena el 18 de diciembre.
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