Pocos directores en el mundo moderno poseen una imaginación tan vasta y obsesiva como Guillermo del Toro. En cada una de sus obras, desde El laberinto del fauno hasta La forma del agua, el cineasta mexicano construyó universos donde lo monstruoso y lo humano se confunden. Pero incluso los soñadores más persistentes deben aceptar, a veces, que no todos los proyectos llegan a ver la luz. Después de más de una década de rumores y esperanzas, del Toro confirmó que su añorada adaptación de En las montañas de la locura, inspirada en la obra de H.P. Lovecraft, no se hará realidad.
El mundo mágico de Guillermo
Guillermo del Toro siempre ha sido un narrador que transita entre la oscuridad y la belleza. Desde su infancia en Guadalajara, el cine se le reveló como una ventana hacia lo inexplicable. Sus criaturas, fantasmas, anfibios, autómatas o demonios son, en realidad, metáforas de la soledad, la fe y el deseo. Con Cronos mostró que el terror podía ser poético; con El espinazo del diablo nos hizo que los monstruos pueden llorar; y con El laberinto del fauno, una fábula ambientada en la posguerra española, logró hilvanar lo histórico y lo fantástico como pocos.
Del Toro concibe a los monstruos como santos patronos de los marginados, símbolos de empatía y resistencia. Su filmografía, premiada y reverenciada, lo ha convertido en un autor indispensable del siglo XXI, un artesano de lo imposible cuya obra dialoga con la literatura gótica, la pintura barroca y los mitos populares.

Y, entre todas sus obsesiones, pocas lo sedujeron tanto como H.P. Lovecraft, el escritor estadounidense que imaginó horrores cósmicos más allá de la comprensión humana. Para del Toro, adaptar En las montañas de la locura era una deuda creativa y espiritual, un sueño de juventud que, lamentablemente, el tiempo terminó por enterrar.
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En las montañas de la locura, el sueño frustrado de Guillermo del Toro
La novela corta En las montañas de la locura, escrita por Lovecraft en 1931, narra una expedición científica a la Antártida que descubre los restos de una civilización ancestral y las huellas de criaturas que preceden a la humanidad. Aunque empieza como un relato de exploración científica se transforma en una pesadilla metafísica sobre el origen del miedo, la insignificancia humana y los secretos del cosmos. Era, sin duda, un terreno ideal para la sensibilidad de del Toro.
En el año 2010, el proyecto contaba con el apoyo de Universal Pictures y la participación de James Cameron como productor. Sin embargo, los estudios se mostraron reacios a financiar una película de terror clasificada R, lo que implicaba un producto más violento y adulto. Del Toro se negó a suavizar la historia para obtener una clasificación PG-13, lo que terminó congelando la producción.
Durante años, el cineasta insistió en reanimar el proyecto, explorando incluso alianzas con Legendary Pictures tras el éxito de Titanes del Pacífico. Cada tanto volvióa los rumores sobre nuevos borradores de guion, conversaciones con actores y promesas de un rodaje inminente. Pero todo quedó en el limbo de proyectos que nunca llegan a concretarse.

Finalmente, en una reciente entrevista con Inverse, del Toro reconoció que En las montañas de la locura ya no tiene futuro. “No creo que suceda. Ojalá fuera posible, pero es una película complicada de rodar. Es grande, costosa y, además, con clasificación R. No creo que haya muchos dispuestos a hacerla”, declaró.
Al menos ya hizo Frankenstein
Si bien En las montañas de la locura nunca se realizará, Guillermo del Toro ha logrado concretar otro de sus sueños más antiguos: una nueva versión de Frankenstein, inspirada en la novela de Mary Shelley. El proyecto, gestado durante décadas, se estrena el 7 de noviembre en Netflix, con un estreno en cines seleccionados a partir del 23 de octubre.
La película cuenta con Oscar Isaac como Victor Frankenstein y Jacob Elordi como la criatura. Para del Toro, esta historia representa mucho más que una adaptación literaria, es su lectura personal de lo que significa ser humano. Con esta película no solo rinde homenaje a Shelley, sino que culmina una trayectoria dedicada a dignificar lo monstruoso. La película llega después de Pinocho, que le otorgó el Oscar a Mejor Película Animada, y es prueba de que, aunque algunos proyectos mueran en el camino, su visión sigue intacta, la de un artista que ve belleza en la oscuridad.
Con información de Comicbook.
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