Han pasado trece años desde que George Lucas decidió vender Star Wars a Disney por poco más de cuatro mil millones de dólares. El anuncio, hecho en 2012, fue un antes y un después en la historia del cine. El creador de una de las sagas más influyentes del siglo XX se despedía de su obra para entregarla a una nueva generación de narradores. Lo que siguió fue una etapa de expansión sin precedentes. Star Wars dejó de ser únicamente una serie de películas para convertirse en un vasto universo de historias, plataformas y estilos que han mantenido viva a la galaxia.
¿Qué cambió con la llegada de Disney?
El movimiento de Lucas hacia Disney no solo significó la continuidad de la saga, sino su reinvención. La compañía del ratón buscó adaptar la galaxia a los tiempos del streaming, el marketing global y las franquicias interconectadas. Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, asumió la tarea de administrar una herencia de nostalgia, tecnología y responsabilidad creativa.
El primer resultado fue Star Wars: El despertar de la Fuerza de 2015, dirigida por J.J. Abrams. Aunque su estructura imitaba a la cinta original de 1977, devolvió la emoción a millones de espectadores y presentó nuevos héroes, Rey, Finn y Poe Dameron, junto a los legendarios Han Solo y Leia Organa. Su éxito fue colosal al recaudar más de dos mil millones de dólares en taquilla mundial y funcionó como nuevo impulso para una saga que parecía dormida desde la trilogía de precuelas.

Sin embargo, la era Disney también trajo turbulencias. Las secuelas posteriores, Los últimos Jedi de 2017 y El ascenso de Skywalker de 2019, dividieron a la audiencia. La primera, dirigida por Rian Johnson, buscó romper con los dogmas de la Fuerza y explorar el fracaso de los héroes, mientras que la segunda trató de cerrar la historia de los Skywalker con un retorno a la nostalgia. A pesar de las opiniones divididas, el universo galáctico siguió creciendo más allá de las salas de cine, abriéndose camino hacia la televisión y las plataformas digitales.
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Las joyas del nuevo canon galáctico
Entre las múltiples producciones surgidas tras la compra, Rogue One: Una historia de Star Wars de 2016 se alza como una de las más admiradas. Dirigida por Gareth Edwards, narra el sacrificio de un grupo de rebeldes que roba los planos de la Estrella de la Muerte, conectando directamente con los eventos del Episodio IV. Su tono bélico y su final trágico nos hizo ver que la saga también podía a atreverse a ser adulta, sombría y profundamente humana. Fue, además, la primera cinta del universo sin la presencia de Jedi como protagonistas, lo que la convirtió en una rareza valiente y necesaria.
Años más tarde, esa misma sensibilidad se expandió con Andor, la serie protagonizada por Diego Luna. Su primera temporada exploró los orígenes del espionaje rebelde, y su segunda, estrenada hace unos meses, profundizó en los dilemas morales de la revolución y el costo de perder la verdad en tiempos de guerra. Andor fue un fenómeno crítico, una ficción política en el corazón de una franquicia comercial gracias a la pluma de Tony Gilroy. Su mirada sobre la mentira institucional y la manipulación la colocó entre las obras más inteligentes (quizá la mejor) que ha producido Disney bajo el sello de Star Wars.

Por su parte, The Mandalorian de 2019 se convirtió en el estandarte del universo televisivo de la saga. Creada por Jon Favreau, retomó el espíritu del western y del cine samurái para narrar la historia de un cazarrecompensas solitario y su vínculo con un pequeño ser llamado Grogu. Aunque su propuesta no alcanzó la complejidad de Andor, despertó el entusiasmo global por la franquicia y demostrar que Star Wars podía sobrevivir, una vez más, sin los Skywalker.
Otras producciones, como Obi-Wan Kenobi de 2022 o Ahsoka de 2023, buscaron rescatar el legado de personajes clásicos con resultados muy desiguales.
El mañana de Star Wars
A lo largo de trece años, Disney ha intentado equilibrar la herencia de George Lucas con su propio modelo industrial. En algunos casos lo ha logrado con brillantez; en otros, ha dejado la sensación de que la saga perdió parte de su misticismo original. Al menos sabemos que la galaxia continúa expandiéndose, y con ella todas las posibilidades.
El futuro luce brillante para Star Wars con producciones como The Mandalorian & Grogu y Star Wars: Starfighter, programadas para 2026 y 2027. Solo el tiempo nos dirá si la galaxia recupera su vieja gloria en cine y se queda en televisión.
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