‘Frankenstein’: Por qué las mujeres aman a la Criatura

‘Frankenstein’: Por qué las mujeres aman a la Criatura

El interés por este personaje llenó las redes sociales

Por Sofía Torres el 18 noviembre, 2025

La nueva adaptación de Frankenstein dirigida por Guillermo del Toro es un hechizo que ganó todas los elogios. El regreso de la Criatura como figura trágica nos dio numerosos análisis extenuantes, ensayos improvisados en redes y un repunte en la discusión sobre la tradición literaria que convirtió al ser de Mary Shelley en un espejo universal del deseo y del rechazo. Por encima del terror gótico, la audiencia encontró su ancla en el romance, si es que le podemos llamar de esa forma, protagonizado por Elizabeth y la Criatura, subtrama que coloca en el centro el tema de la fascinación femenina por los monstruos.

El imaginario colectivo ha elevado al monstruo a un territorio ambiguo donde lo ajeno se vuelve cercano. Ese tránsito de fragilidad y amenaza se ha vuelto especialmente atractivo en nuestro presente, donde la vulnerabilidad masculina genuina es casi un mito. La Criatura, con su torpeza melancólica y su hambre de compañía, emerge como una figura que despierta protección y reconocimiento.

Como experto del lenguaje cinematográfico, del Toro retoma esa sensibilidad y la expande hacia un relato donde la otredad es atractiva. Solo más adelante, al entrar en los detalles específicos de esta versión, aparece la pieza que articula el romance central y que tiene a los fans encantados y haciendo edits (por si los de Drácula de Luc Besson con Caribbean Blue de Enya no eran suficientes).

Frankenstein, el sueño de Guillermo del Toro

La pasión de del Toro por Frankenstein no es nueva. La novela de Mary Shelley es la Biblia para él, en especial por el dolor de la criatura abandonada. Esa herida originaria se convierte en el núcleo de su adaptación, donde la Criatura no aparece como abominación, sino como alguien moldeado por el abandono y la soledad.

Noticias similares: ‘Frankenstein’, de Guillermo del Toro, es criticada por Mariana Enríquez, reconocida escritora argentin

En esta versión, Del Toro regresa a un elemento esencial del texto original: el aprendizaje del monstruo a través de la observación. El ser contempla la ternura ajena, descubre la compasión en gestos cotidianos y sufre la distancia entre aquello que anhela y aquello que se le niega. No hay caricaturas ni villanos absolutos; hay seres temerosos de lo diferente. La película construye un espacio donde la Criatura respira como un sujeto deseante y devastado, lo que abre la puerta al vínculo que articula la historia. Es en esa relación, cuidadosamente dosificada en pantalla, donde aparece el gran giro romántico de esta versión.

Las mujeres y los monstruos

¿Por qué Elizabeth se siente atraída por la Criatura en la película de del Toro? La respuesta no está en la lógica del romance convencional, sino en un reconocimiento silencioso. Las mujeres han vivido siglos bajo las observaciones ajenas y los prejuicios, reducidas a su apariencia. La Criatura, por su parte, nace en un cuerpo leído como error y amenaza. Entre ambos surge una comprensión que no necesita belleza para existir. Allí se sostiene el misterio que ha fascinado al público femenino, la sensación de que la Criatura entiende mejor que nadie lo que significa ser visto, pero no entendido.

En la tradición cultural, las mujeres han cargado con heridas similares: exigencias que las fragmentan, expectativas que las moldean, castigos por no cumplir con la imagen prescrita. Muchas se identifican con ese cuerpo que la sociedad llama grotesco, porque saben lo que es ser interpretadas antes de ser escuchadas. La criatura, al no exigir perfección ni someter a pruebas de atractivo, ofrece un refugio donde las mujeres pueden imaginar relaciones sin humillación ni competencia.

La literatura y el cine han tejido durante décadas esta atracción simbólica. El sentimiento no nace del deseo de “arreglar” al monstruo, sino de la posibilidad de alcanzar el amor sin máscaras. La Criatura, incapaz de fingir, se vuelve figura de honestidad. Su falta de artificio contrasta con la frialdad científica de Victor Frankenstein, quien engendra sin asumir responsabilidad. En ese contraste aparece el punto más luminoso. El monstruo ansía cariño porque jamás lo tuvo; su necesidad de afecto es pura, él en sí mismo es puro, lo cual atrae a Elizabeth. Para muchas mujeres, ese gesto de vulnerabilidad representa un ideal afectivo más real que cualquier héroe impecable.

Otras películas donde la mujer se enamora del monstruo

La historia del amor femenino hacia criaturas imposibles se ha repetido con insistencia. En Nosferatu de Robert Eggers, la conexión entre la protagonista y el vampiro surge del reconocimiento de un dolor ancestral. Ella percibe en el Conde Orlok una soledad semejante a la suya. En Crepúsculo, Bella gravita hacia un vampiro que escapa del molde masculino contemporáneo, pues no demanda sumisión ni exhibe una seguridad inquebrantable, sino que se debate entre la ética y el deseo.

En Mi novio es un zombie, el romance entre la chica humana y el muerto viviente subraya la posibilidad de que la emoción transforme incluso aquello que parece condenado a la apatía. El fantasma de la ópera, con su pasión oscura y melancólica, ilustra la misma fascinación, pues la heroína es atraída por un hombre marcado por su deformidad, un artista oculto en las sombras cuya sensibilidad musical compite con su impulso destructivo. En La bella y la bestia, la protagonista descubre que la monstruosidad del cuerpo no impide la ternura; y la bestia, incapaz de responder desde la arrogancia, aprende a amar sin exigir sometimiento.

Una historia que no es desconocida

Guillermo del Toro ya había explorado este territorio en La forma del agua, donde una mujer sin voz encuentra en un ser anfibio un espejo que le permite nombrarse sin palabras. Ese romance se convirtió en una meditación sobre el afecto entre quienes nunca han encajado. Incluso en Hellboy II aparece una variación del mito cuando Nuala desarrolla un lazo profundo con Abe Sapien, un ser anfibio intelectual, tímido y sensible. La atracción hacia la otredad recorre las historias fantásticas como una corriente inagotable.

En todos estos relatos, la mujer no cae en la fantasía del “monstruo domesticado”; más bien contempla la posibilidad de un amor que surge donde la sociedad no mira. El monstruo ofrece un espacio simbólico donde la mujer puede ser ella misma sin ser adorno ni proyecto.

Entérate: Francis Ford Coppola elogia ‘Frankenstein’ y llama a Guillermo del Toro ‘un genio del cine’

Imperdibles de la semana

Muere Alicia Bonet a los 78 años, leyenda del terror mexicano y estrella de ‘Hasta el viento tiene miedo’ y ‘El escapulario’

Muere Alicia Bonet a los 78 años, leyenda del terror mexicano y estrella de ‘Hasta el viento tiene miedo’ y ‘El escapulario’

26 octubre, 2025

Contenido recomendado