‘Frankenstein’: Así fue como Jacob Elordi se transformó en la criatura de Guillermo del Toro

‘Frankenstein’: Así fue como Jacob Elordi se transformó en la criatura de Guillermo del Toro

El actor protagonista demuestra que es un profesional

Por Sofía Torres el 11 noviembre, 2025

La llegada de Frankenstein a Netflix marcó uno de los estrenos más comentados del año, no solo por el peso simbólico del mito literario, sino por la metamorfosis física y psicológica que vivió Jacob Elordi para encarnar a la criatura. Su interpretación, situada en el centro de un universo construido por Guillermo del Toro, se convirtió en uno de los procesos actorales más exigentes de su carrera y en una prueba de resistencia que lo llevó a desafiar su propio cuerpo.

Jacob Elordi, del drama adolescente a la gloria cinematográfica

Jacob Elordi inició su camino en proyectos juveniles, entre ellos El stand de los besos, donde se volvió un rostro popular para audiencias que consumían historias ligeras y romances estudiantiles. Ese periodo le dio fuerza a su presencia en plataformas, pero fue Euphoria la serie que lo empujó a un terreno más complejo, donde interpretó a un personaje lleno de violencia interior, máscaras y contradicciones humanas.

Ese tránsito le permitió abandonar la etiqueta de galán adolescente y lo acercó a directores interesados en llevarlo a nuevos extremos interpretativos. La consolidación llegó con filmes como Saltburn y Priscilla. Ahora, con Frankenstein ya disponible en Netflix, Elordi puede presumir haber trabajado bajo la mirada de Guillermo del Toro, un cineasta que exige sensibilidad, entrega física y un compromiso absoluto con el universo que crea.

El próximo año estrenará The Dog Stars, dirigida por Ridley Scott, un paso más en una carrera que ha evolucionado con una velocidad sorprendente. Si bien empezó como una aparición en películas juveniles, ahora se enfoca en proyectos donde la vulnerabilidad, la extrañeza y la exploración corporal se unen para formar personajes inolvidables.

La transformación de Jacob Elordi en Frankenstein

Cuando Jacob Elordi aceptó el papel de la criatura, sabía que enfrentaría un proceso que iría más allá del maquillaje habitual. Su transformación requería hasta diez horas diarias en la silla de prótesis, donde se le aplicaban cuarenta y dos piezas distribuidas por todo el cuerpo, catorce de ellas dedicadas únicamente a cabeza y cuello. Algunas jornadas exigían que entrara al tráiler de maquillaje desde las diez de la noche y permaneciera allí toda la madrugada para dar tiempo a su caracterización antes del amanecer.

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Elordi describió para People que el proceso como una suspensión del tiempo. Dejó de organizar su día en mañanas o noches y comenzó a medir su ritmo únicamente cuando llegaba la camioneta de producción. Mientras tanto permanecía inmóvil, cubierto de capas que lo convertían en un ser pálido y vulnerable.

Guillermo Del Toro quedó impresionado

Del Toro señaló para el mismo medio que, a pesar de los días que superaban las veinte horas, el actor nunca se quejó, nunca pidió una pausa y mantuvo un temple admirable. Su estoicismo recuerda los relatos sobre Boris Karloff durante el rodaje del Frankenstein de 1931, cuando el actor soportó maquillaje pesado, una espalda forzada y jornadas agotadoras que le dejaron secuelas físicas. Sin embargo, la criatura de Elordi se mueve en una estética distinta; su piel parece frágil, casi líquida; su cuerpo se arquea con una sensibilidad que evoca a la adolescencia y al desconcierto.

Para hallar la forma de caminar, Elordi estudió el butoh, danza japonesa que enseña movimientos abruptos con lentitud meditativa. Su criatura avanza como si descubriera el mundo a través del dolor. Para la voz, escuchó canto de garganta mongol, buscando un sonido irregular, casi animal, que emergiera desde un cuerpo reconstruido. Ensayó sus líneas con dientes postizos que deformaban su dicción y añadían torpeza a cada frase.

Fuera de cámaras, incluso su perra Layla reaccionó con naturalidad al nuevo rostro de su dueño. Según contó, no ladró ni se sintió amenazada; aceptó sin reservas esa piel ajena que Elordi debía llevar durante horas. Para el actor todo ese proceso no fue solo una prueba corporal, sino un cambio de percepción sobre su oficio. Dijo que interpretarlo lo modificó de manera profunda, obligándolo a repensar cómo observa el cine y cómo habita cada personaje.

La visión de Guillermo del Toro en Frankenstein

Guillermo del Toro soñó con hacer Frankenstein desde su juventud. Para él, la criatura no es un monstruo; es una figura llena de inocencia, tragedia y preguntas sobre lo que significa vivir. Su versión busca cantar de nuevo la melodía que Mary Shelley escribió en 1818, pero en una clave distinta, atravesada por sus propias obsesiones e ideas.

En esta adaptación, Del Toro une lo gótico con lo íntimo. El cuerpo de Elordi expresa todo lo que el personaje no puede decir; la confusión, la ternura fallida, el anhelo de pertenecer. Cada pieza de prótesis, cada sombra sobre su piel y cada movimiento aprendido en silencio construyen una versión desgarradoramente humana del mito.

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