La paternidad no siempre empieza con certezas. A veces, lo primero que llega es la duda. Así arranca El hijo de su padre, la más reciente película del director Aaron Fernández, que fue presentada en conferencia de prensa durante la edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). E
Fernández explicó que su interés por contar esta historia nació de observar lo poco que se habla en pantalla de los hombres que crían solos, alejados del estereotipo de fortaleza o de torpeza paternal. “Me atraía retratar a un hombre común enfrentado a una situación extraordinaria, y cómo eso lo obliga a repensarse emocionalmente”, comentó el director ante los medios.

El hijo de su padre sigue a Gabriel, un padre soltero que va sorteando en la cotidianidad las dificultades de crianza, los problemas familiares y sentimentales mientras intenta desarrollarse profesional y personalmente.
En la conferencia, Fernández resaltó que la película evita caer en dramatismos artificiales. En cambio, apuesta por una narrativa contenida, centrada en los pequeños gestos, en la incomodidad de los silencios y en la complejidad de la adaptación emocional. “Quise tratar esta historia con empatía y verdad. No se trata de hacer al personaje entrañable, sino humano”, subrayó.
La película propone una relectura de la masculinidad contemporánea, desde una perspectiva donde el cuidado, la responsabilidad afectiva y la incertidumbre no se ven como debilidades, sino como parte del proceso de madurez emocional.

Fernández plantea preguntas necesarias: ¿qué significa ser un buen padre cuando nunca se pensó en serlo? ¿Es posible aprender a cuidar mientras se construye el vínculo?
El hijo de su padre fue bien recibida por el público en Morelia, generando reflexiones sobre los modelos de familia y el papel activo que pueden —y deben— asumir los hombres en la crianza.
Con una narrativa sencilla pero incisiva, Aarón Fernández entrega una obra sensible que aborda con honestidad la paternidad desde la ternura, la torpeza y la transformación.
