El regreso de Jimmy Kimmel a la pantalla no ha calmado la tormenta que rodea a Disney, su filial ABC y hasta el gobierno de Donald Trump. Aunque el presentador volvió triunfalmente a su programa tras días de suspensión, las dudas sobre cómo se tomó esa decisión no dejan de crecer. Ahora, un grupo de accionistas exige explicaciones formales y pide investigar si la compañía actuó bajo presión política, lo que podría representar una violación a sus deberes corporativos.
La suspensión de Jimmy Kimmel, Donald Trump y Disney
Todo comenzó el 17 de septiembre, cuando ABC anunció la suspensión de ‘Jimmy Kimmel Live!‘ después de que el presentador hablara sobre Charlie Kirk y el movimiento MAGA. Sus palabras provocaron la inconformidad la Comisión Federal de Comunicaciones, organismo que advirtió que podrían revisarse las licencias de transmisión de las estaciones afiliadas si no se tomaban medidas en contra del presentador.
La amenaza surtió efecto. ABC decidió suspender el programa, una medida sumamente criticada tanto en el mundo político como en la industria del entretenimiento. Lo que vino después fue una avalancha de protestas en redes sociales, cancelaciones de suscripciones a Disney+ y Hulu, y la adhesión de cientos de celebridades que firmaron cartas públicas pidiendo la restitución del conductor. Finalmente, el 22 de septiembre, ABC anunció el regreso del programa, en lo que se convirtió en el episodio más visto en la historia del show.

Accionistas piden cuentas a Disney
Lejos de cerrarse, el caso escaló a la arena corporativa. Organizaciones vinculadas con accionistas, como la American Federation of Teachers y Reporters Without Borders, enviaron una carta al director ejecutivo de Disney, Bob Iger, solicitando la entrega de documentos internos relacionados con la suspensión de Kimmel. Alegan que la decisión podría representar una violación del deber fiduciario de la empresa hacia sus inversionistas, ya que al ceder a presiones políticas habría puesto en riesgo su valor y reputación.
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Los accionistas señalan que entre el 18 y el 23 de septiembre, las acciones de Disney cayeron 3.3%, lo que evidenciaría un daño financiero relacionado con el episodio. Además, advierten que el caso abre la puerta a una posible demanda si se confirma que los ejecutivos de la compañía priorizaron intereses políticos sobre la lealtad hacia sus inversionistas.
En la misma carta, los firmantes citan directamente publicaciones de Donald Trump, quien en su red social sugirió “probar a ABC” y presumió que en una ocasión previa obtuvo un beneficio millonario al presionar a la cadena. Para los accionistas, estas declaraciones no son menores, ya que confirman la gravedad de la injerencia política en un asunto empresarial.

El apoyo a Jimmy Kimmel y el regreso del presentador
El regreso de Kimmel a la televisión logró celebraciones entre sus seguidores, así como el respaldado por organizaciones como la ACLU y el sindicato SAG-AFTRA, que condenaron la suspensión inicial como un ataque a la libertad de expresión.
El episodio de reapertura alcanzó cifras récord: más de 6.3 millones de televidentes en su emisión en vivo y más de 17 millones de vistas en YouTube. Aunque alrededor del 23% de los hogares estadounidenses no pudo verlo por la negativa de las cadenas Sinclair y Nexstar de retransmitirlo, el impacto cultural fue inmediato.
En su regreso, Kimmel no solo agradeció el apoyo recibido, también sostuvo que su intención nunca fue trivializar la tragedia del asesinato de Kirk ni responsabilizar a ningún sector político en específico. Al mismo tiempo, retomó su característico humor para responder a los ataques de Trump, lo que le devolvió su lugar como una de las voces más influyentes del late night.
La libertad de expresión en Estados Unidos
¿Hasta dónde puede llegar la presión política sobre los medios en un país que presume de ser garante de la Primera Enmienda? La carta de los accionistas subraya que la suspensión de un programa por presiones gubernamentales sienta un precedente alarmante para la libertad de prensa.
La interferencia de la FCC en la decisión empresarial de Disney es un ejemplo de cómo el poder político puede intentar moldear lo que se cuenta. El hecho de que una empresa del tamaño de Disney cediera a estas presiones invita a reflexionar sobre posibles actos de censura indirecta.
Con la investigación en marcha y la amenaza de una demanda, el caso de Kimmel es mucho más que un escándalo televisivo. Es ya un símbolo de las tensiones entre política, empresas y libertad de expresión en la era del trumpismo. Lo que ocurra en los próximos meses podría definir no solo el futuro de Disney, sino también los límites del poder político sobre los medios en Estados Unidos.
Con información de Variety.
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