El biopic sobre la pugilista Christy Martin llegó a salas estadounidenses con la promesa de una historia abrasiva sobre golpes dentro y fuera del ring, una carrera pionera y un corazón que se niega a rendirse. Con Sydney Sweeney en el centro del cuadrilátero y un equipo creativo interesado en la verdad de la boxeadora, Christy parecía tener los elementos para conquistar al público ávido de relatos de superación.
La película, dirigida por David Michôd, se presenta con una puesta en escena cruda y una protagonista que carga en los hombros la furia, el miedo y la terquedad de una atleta que abrió camino en los noventa. A su alrededor, un entramado familiar hostil, una industria que dudaba de las mujeres y un sistema de poder que buscó domesticarla. Ese es el lienzo que Christy pinta antes de sonar la campana.
La sorpresa, sin embargo, no llegó en forma de euforia taquillera. De acuerdo con las primeras estimaciones, Christy abrió con poco dinero en Estados Unidos, un estreno que la coloca entre los peores debuts para un estreno nuevo en más de 2 mil pantallas. El golpe noqueó la proyección inicial del estudio y nos hace pensar en por qué un relato tan potente no convocó a más gente el primer fin de semana.
¿De qué trata Christy?

La cinta sigue el ascenso y caída de Christy Martin, una púgil surgida de Virginia Occidental que irrumpió en un circuito dominado por hombres. La narrativa acompaña a la adolescente que descubre su talento a puñetazo limpio, la joven que aprende a vender peleas a base de garra y la mujer que, lejos de la lona, enfrenta el doble round de su intimidad, una sexualidad negada por el entorno y una relación de control que erosiona su libertad.
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Sweeney interpreta a Martin con un registro físico nunca antes visto en ella y una contención que estalla en la mirada. La cámara se pega al resuello, a los vendajes, a la respiración intermitente de quien no sabe pelear a medias. El guion se permite licencias menores pero conserva la médula documental del ascenso mediático, las promotoras que olfatean dinero, las puertas que se abren solo para exigir más sangre. En paralelo, la cinta sugiere el costo de vivir bajo amenaza, el goteo de la manipulación y la tentación de la autodestrucción en un circuito donde la gloria dura un suspiro.
La baja taquilla de Christy
Más allá del pulso narrativo, el marcador del fin de semana fue esquivo. Con más de 2 mil cines y 1.305 millones de dólares de recaudación inicial, el título se ubicó en el noveno peor estreno doméstico. El dato duele porque se esperaba un arrastre mayor con una estrella en pleno auge mediático y un tema que suele conectar con audiencias adultas. El boca a boca inicial resultó tibio y el drama deportivo batalló por conseguir espectadores.
La competencia también metió jab. Franquicias con fanáticos cautivos, terror de temporada y comedias con estrellas monopolizaron conversación y pantallas. Christy llegó con una campaña contenida y un tono áspero, dos factores que, combinados, suelen requerir un recorrido más largo para despegar. Ese es, quizá, el único consuelo de quienes apuestan por su permanencia. Este subgénero deportivo acostumbra a respirar mejor en semanas posteriores, cuando el público adulto se organiza y la crítica especializada ajusta su lectura.

El golpe estadístico, con todo, no invalida su valor cinematográfico. Títulos de trayecto lento han rescatado números con pases matutinos, funciones de descuento y una vida extendida en plataformas. Si el filme sostiene ocupaciones decentes y la conversación se desplaza de la cifra al contenido, el panorama podría mejorar. Pero el diagnóstico inicial es que el estreno quedó por debajo de lo que la distribución amplia necesitaba para llamar “victoria”.
El ascenso de Sydney Sweeney
El tropiezo comercial no borra la curva ascendente de Sweeney. La actriz ha sabido combinar fenómenos televisivos con apuestas de riesgo, y Christy se suma a ese expediente como un gesto de ambición artística al asumir un personaje físicamente exigente, emocionalmente desgarrado y sin redes de seguridad.
En el horizonte inmediato, Sweeney regresa al set que la catapultó. La tercera temporada de Euphoria, prevista para 2026, vuelve a ponerla en el cruce entre prestigio televisivo y conversación cultural. Ese escaparate, más la circulación internacional de Christy y su eventual paso por streaming, amplificará su alcance en mercados donde el drama deportivo encuentra nicho. Actrices de su generación han enfrentado traspiés similares y han salido fortalecidas cuando el público descubre sus trabajos tarde, pero con fervor.
También conviene recordar que el boxeo cinematográfico rara vez gana por nocaut en el primer asalto, ahí tenemos el caso de The Smashing Machine con Dwayne Johsnon. Muchas de las películas emblemáticas del ring construyeron legado a contrarreloj, con recaudaciones modestas que, años después, lucen insignificantes frente a la huella que dejaron. Christy aspira a esa estirpe como un retrato con costuras visibles, sí, pero con una intérprete dispuesta a dejar el alma a cada golpe. El veredicto en taquilla fue un gancho inesperado; la pelea por permanecer apenas comienza.
Con información de Reddit y Discussing Film.