La franquicia ‘Alien’ lleva décadas iluminando la industria de cine y haciéndonos compañía a quienes gustamos de la ciencia ficción, el terror espacial y las criaturas en estado salvaje. Pero aunque ver a un montón de gente común corriendo por su vida podría sonar simple y entretenido, las películas de ‘Alien’ guardan lecturas más interesantes y filosas. En esta ocasión hablaremos sobre cómo esta saga, creada por Ridley Scott e iniciada con ‘El Octavo Pasajero’ en 1979, conecta mucho mejor con el presente que hace 45 años.
La Weyland-Yutani, máxima representación del capitalismo despiadado
Algo que las películas de ‘Alien’ siempre tienen es la presencia de la Weyland-Yutani, esa mega corporación responsable de todo tipo de transacciones turbias. Se trata de un ente encargado de la organización de colonias humanas más allá del planeta Tierra. Además, posee divisiones vinculadas al diseño de armamento biológico, al ejército, a la obtención de recursos minerales y a la exploración espacial. En pocas palabras, a la Weyland-Yutani le gusta tener el poder económico y militar, pues a través de ellos pueden hacerse con todo lo demás. Suena familiar, ¿no?
Su nombre, de acuerdo con el lore oficial, proviene de Weyland Corp. y Yutani Corporation, la primera de origen británico y la segunda japonés. Ambas se fusionaron en algún punto del siglo XXI y dieron rienda suelta a sus intereses.

La Weyland-Yutani, en la franquicia ‘Alien’, es la representación más clara y más grande de la cara inhumana del capitalismo. Explota a sus empleados, los considera absolutamente prescindibles y, claro, pone por encima de ellos cualquier beneficio económico. Si movemos un poco el worldbuilding de ‘Alien: El Octavo Pasajero’, la historia podría leerse como la de un grupo de choferes y técnicos de tráiler que son utilizados por su empresa para recuperar un arma. Por supuesto que a la empresa no le importa si salen con vida de la misión, ellos quieren el artefacto (el xenomorfo).
Te invitamos a leer: ¿’Alien’ sigue siendo la mejor? 7 grandes películas de terror espacial
En ‘Alien’ el cuerpo es un recurso explotable
La Weyland-Yutani no solo envió a muchas personas a su muerte, también los utilizó desde antes como herramientas de reproducción y ganancia económica. Los convierte en instrumentos, los coloniza y los gesta. Tu cuerpo ya no te pertenece, le pertenece a la empresa a la que le entregas tu tiempo de vida por un salario miserable. En el caso de la franquicia ‘Alien’, deslumbra una poderosa metáfora sobre cómo la corporalidad es explotada en entornos laborales donde no existen ni la protección ni los derechos humanos.
El silencio institucional y la negligencia corporativa
La Weyland-Yutani es una cínica experta en el ocultamiento de información y la manipulación de protocolos de seguridad solo para su propio beneficio. Nunca reporta a sus empleados las intenciones verdaderas de una misión y, si las cosas salen mal, prefiere guardar silencio e ignorar toda responsabilidad. Esto nos recuerda mucho a esas corporaciones que callan antes los desastres e injusticias que ellas mismas provocan, todo con el simple objetivo de evitar perdidas económicas. Jamás verás a la Weyland-Yutani (y a muchas corporaciones del mundo real) haciéndose cargo de sus actos. Despierta la iracundia, ¿no?
También puede interesarte: ‘Superman’ de James Gunn alcanza los 400 millones en la taquilla global y supera a ‘Black Adam’
‘Alien’ crítica la colonización espacial bajo lógicas extractivistas
A la Weyland-Yutani por supuesto que no le interesa la expansión humana como una forma de búsqueda de conocimiento y de enaltecimiento para la especie. Su objetivo es la extensión del colonialismo y el extractivismo capitalista, ese modelo económico que busca rapiñar recursos de todos los lugares posibles a costa del medio ambiente o las comunidades locales, siempre con el poder y el dinero como metas últimas. La terraformación, el asentamiento de colonias y la explotación de recursos nos hablan de la repetición de errores históricos, ahora a escala galáctica. Aunque en la realidad no hemos llegado a ese nivel, seguramente solo debes echar un vistazo a tu propia localidad para descubrir que el monstruo capitalista ha cobrado y sigue cobrando víctima; ni hablar a escala global.

‘Alien’ en el siglo XXI
Quizás ‘Alien: Romulus’, la película de 2024, tiene la muestra más explícita de cómo la Weyland-Yutani busca deliberadamente perjudicar a sus trabajadores.
No te vayas sin leer: ¿Fue sin querer queriendo? Este es el rol que tuvieron los hijos de ‘Chespirito’ en la polémica serie de HBO Max
Durante los minutos iniciales de la película, Rain y Andy (interpretados por Cailee Spaeny y David Jonsson) caminan por la colonia minera Jackson’s Star, a cargo de la Weyland-Yutani. La escena muestra a un protestante que pide a todos levantarse contra la mega corporación, siendo ignorado por la mayoría. Rain, quien trabaja como agricultora en la colonia, acude a las oficinas de la Weyland-Yutani para ser liberada del servicio tras haber cumplido las horas de contrato. La burocracia del lugar extiende su contrato de forma ilícita y le comunican que, para ser liberada, debe cumplir con el doble de horas.
No es extraño escuchar que las políticas de trabajo se han modificado con el paso del tiempo y que ahora buscan quitarle beneficios a los trabajadores. Los empleos “de por vida” han ido desapareciendo, así como los sindicatos; los que existen siguen perdiendo poder por culpa de reformas: si no hay poder sindical, hay menos capacidad de exigir aumentos, prestaciones, vacaciones o condiciones dignas. Eso el capitalismo lo sabe muy bien.
La franquicia ‘Alien’ y los métodos de la Weyland-Yutani nos hablan de precariedad laboral sin seguro social, sin contratos rentables, con jornadas extendidas de disponibilidad contante, y deshumanización. No por nada el empleo informal sigue a la alza.
‘Alien’ denunció y sigue denunciando el abuso corporativo que tomó forma en el siglo XX y se pulió a sí mismo en el XXI. Porque el destino último de los humanos no puede ser el de instrumentos prescindibles. Al menos podemos tener la certeza de que las corporaciones y las injusticias algún día desaparecerán.