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por Jacobo Antúnez

Roberto Gómez Bolaños marcó un antes y un después en la televisión de habla hispana, pero su ascenso no fue inmediato ni casual. Su camino comenzó lejos del reflector, en el mundo de la publicidad, hasta abrirse paso como guionista en una industria dominada por nombres consagrados. Hoy, con el estreno del tercer capítulo de la bioserie ‘Sin querer queriendo’, muchos redescubren los inicios del hombre que más tarde sería conocido como Chespirito. El apodo por el que sería conocido en todo el continente no fue producto de una estrategia comercial, sino de una anécdota de trabajo que revelaba tanto su estatura como su genio creativo. Con el paso del tiempo, esa etiqueta afectuosa terminó sintetizando todo un universo de personajes, frases, estilo y humor. Pero detrás del apodo había una trayectoria forjada con perseverancia. En sus primeros años, Gómez Bolaños colaboró con comediantes de renombre y escribió guiones para programas de gran audiencia, incluso antes de tener un espacio propio en pantalla. Fue hasta finales de los años 60 que una nueva televisora le ofreció la libertad para crear sus propios contenidos. A partir de ahí, todo cambió. Esta cronología repasa, paso a paso, los momentos clave en la transformación de Gómez Bolaños: desde sus estudios universitarios abandonados hasta la consolidación de su estilo, el surgimiento de sus primeros personajes y el respaldo de colegas que fueron fundamentales en su consolidación profesional. También se señalan los momentos de quiebre, los obstáculos inesperados y el contexto televisivo que hizo posible su fenómeno. No es solo una historia de éxito. Es también un recorrido por el ecosistema cultural de la televisión mexicana en una época en la que el humor se convirtió en un vehículo para entender el país. La figura de Chespirito, más allá de sus personajes, representa una forma particular de contar historias con ingenio, accesibilidad y empatía.