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El reto pendiente de Hollywood: ¿Por qué adaptar anime a live-action es tan difícil?

En las últimas décadas, Hollywood ha intentado llevar algunas de las historias de anime más icónicas al formato live-action, pero a menudo enfrenta obstáculos y críticas en el proceso.

En las últimas décadas, Hollywood ha intentado llevar algunas de las historias de anime más icónicas al formato live-action, pero a menudo se encuentra con obstáculos y críticas en el proceso. A pesar de los avances en la tecnología cinematográfica y el creciente interés en la cultura del anime, la adaptación de estas obras maestras animadas a largometrajes con actores parece ser un desafío pendiente para la industria.

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Pero entonces ¿cuáles son las razones detrás de estas dificultades? Existen diversos factores que pueden llegar a afectar el resultado final de estos proyectos, tales como la fidelidad a la fuente original, las diferencias culturales y la complejidad de los mundos. No obstante, en la actual época se comienzan a observar cambios en este rubro.

Después de proyectos tan contundentes como Game of Thrones - 83% —con un vasto universo adaptado—, The Last of Us - 97% —la mejor prueba de que adaptar videojuegos es posible— o el reciente éxito descomunal de Super Mario Bros. La Película - 75%, es posible y justo imaginar que Hollywood debería de poner más empeño en la adaptación de algunas de las más queridas historias de anime. Pero para entender estas problemáticas habría que ir más atrás, hasta el origen de este género.

Tanto el anime como el manga son dos formas de entretenimiento muy populares en todo el mundo. Ambas se originaron en Japón y se han convertido en una parte importante de la cultura popular japonesa, trascendiendo sus fronteras y convirtiéndose también en una parte importante de la cultura pop post globalización.

Partamos de lo básico: El manga es la vida anterior de anime, frecuentemente más extensa y no necesariamente igual a su versión animada. Este equivalente japonés del cómic americano es extremadamente popular en su país publicándose semanalmente en revistas especializadas. De tal manera que, en términos per cápita, Japón produce y consume más manga que Estados Unidos. Este abarca una amplia gama de géneros y a menudo se convierte en series de televisión o películas de anime.

También es cierto que debido a sus innovaciones estilísticas, audaces y con claro referente a la cultura japonesa, el manga ha llegado a cambiar el estilo del propio cómic occidental. Con el empleo artesanal de cada fotograma, a veces deprisa y a veces a cámara lenta, a veces de lejos y a veces de cerca, las viñetas animadas del manga emulan lo que posteriormente se convertirá en el guión gráfico para el anime, y a su vez se convierten en un sello característico de esta creaciones japonesas.

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En el libro JAPAN From anime to zen el autor David Watts Barton asegura que el manga-ka (escritor de manga) sólo necesita un lápiz o un bolígrafo y algo de papel, para crear la historias más deslumbrantes, emotivas y llenas de acción que existen. Y es que el manga ya lo dice todo en el título.

La palabra manga procede de las palabras man (caprichoso) y ga (dibujo), lo cual no tiene nada de extraño. Con una popularidad del cómic en Occidente que data desde al menos el siglo XIX, durante la ocupación estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial, los soldados norteamericanos los introdujeron en Japón.

Aunque el país de sol naciente ya contaba con contaba con sus propias versiones: una serie era del artista Hokusai, y una revista, Eshinbun Nipponchi, que se inspiraba en la icónica revista británica de cómics Punch. Pero la introducción en la posguerra de los modernos cómics de superhéroes estadounidenses pronto llevó a los japoneses al fastidio —algo entendible tomando en cuenta el carácter propagandístico de estos—, por lo que estos inmediatamente empezaron a crear sus propias versiones.

Uno de los mangaka más destacados fue Osamu Tezuka, quien desarrolló un estilo "cinematográfico" en el que cada cuadro se asemejaba a una toma de película. Uno de sus personajes, Astro Boy, un niño biónico aventurero y atrevido, se hizo extremadamente popular y tuvo éxito no solo en Japón sino también en los Estados Unidos. Machiko Hasegawa, otra artista, también utilizó el dinamismo visual en su trabajo, aunque se centró en la vida cotidiana y en temas más relevantes para las niñas, dando lugar a la serie de manga Sazae-san.

Juntos, estos dos artistas sentaron las bases de un torrente de creatividad que inicialmente se dirigió a los niños (manga shonen) y las niñas (manga shojo), pero que evolucionaría a lo largo de las próximas dos décadas en géneros basados en intereses de género y edad. Con títulos como Sailor Moon, el manga se hizo cada vez más popular en todo el mundo y adquirió un público devoto tanto dentro como fuera de Japón a principios del siglo XXI.

Es así como llegamos al anime, que se refiere a las versiones animadas de estos manga. La animación japonesa es conocida por su estilo único, caracterizado por grandes ojos expresivos, acción trepidante e historias emocionantes. El anime también abarca una amplia gama de géneros, desde la ciencia ficción y la fantasía hasta el romance y la comedia, sin olvidar que los japoneses son unos verdaderos maestros del horror, característica que no es ajena al anime.

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La industria de la animación japonesa tiene sus raíces en la creación de la primera película comercial de animación japonesa, llamada Katsudo Shashin, en 1917. Desde entonces, la industria ha crecido significativamente y hoy cuenta con casi quinientas productoras que producen miles de películas de animación cada año, lo que ha llevado a la creación de un estilo de animación japonés distintivo conocido como anime.

La palabra anime proviene de la palabra japonesa animeeshon, que a su vez es una abreviatura de la palabra inglesa animation. Aunque en Japón todas las películas de animación son consideradas anime, fuera de Japón, el término se ha utilizado para referirse específicamente a las películas de animación japonesas.
El anime se desarrolló en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial junto con las películas de animación de Walt Disney y otros productores extranjeros. Aunque el estilo de animación japonés se vio influenciado por Disney, los artistas del anime desarrollaron un estilo propio que se enfocaba en la calidad artística y en la creación de personajes con movimientos realistas.

Una de las características únicas del anime japonés es su enfoque cinematográfico, con movimientos panorámicos de "cámara" que crean una experiencia visual más dinámica que la animación estadounidense. Además, el anime también ha influido en la cultura global a través de remakes de acción real de populares películas y series de animación japonesas.
El simbolismo en el anime ha cambiado con el tiempo en respuesta a los cambios culturales y sociales de Japón y del mundo. En décadas anteriores, el simbolismo era a menudo muy explícito y se centraba en la lucha contra la opresión y el mal en la sociedad, pero se ha vuelto más complejo y ambiguo a lo largo de los años, centrándose en temas psicológicos y emocionales.

Aunque el simbolismo ha evolucionado, sigue siendo una parte importante del anime y muchos de los símbolos utilizados son reconocidos y apreciados por los fans en todo el mundo. El ejemplo perfecto de esto es observar la evolución simbólica de Los Caballeros de Zodiaco a Neon Genesis Evangelion, hasta el Attack on Titan contemporáneo.

Uno de los temas principales del libro es la noción de que el anime no es simplemente una forma de entretenimiento, sino que es una expresión artística compleja que refleja y comenta sobre la sociedad y la cultura japonesa. Napier explora cómo el anime aborda temas como la identidad, la sexualidad, la tecnología y la naturaleza, y cómo utiliza técnicas de animación específicas para comunicar estas ideas.

En lo relativo a identidad, el anime a menudo se centra en personajes que buscan descubrir quiénes son y qué les da significado en el mundo. Un ejemplo es el mismo Evangelion, donde los personajes principales luchan por encontrar su lugar en un mundo en constante cambio y en crisis existencial.

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En términos de sexualidad, el anime ha explorado temas como la sexualidad queer y la identidad de género en series como Sailor Moon y Revolutionary Girl Utena. Estos animes han sido pioneros en la representación de personajes LGBTQ+ en el anime, y han influido en el género del anime y en la cultura popular en general.

En cuanto a la tecnología, el anime a menudo explora temas relacionados con el uso y abuso de la tecnología y su impacto en la sociedad y en la vida humana. Un ejemplo es Ghost in the Shell, que explora la relación entre los seres humanos y la tecnología en un futuro cercano.

Aunque el anime y el manga tienen sus raíces en Japón, ambos han ganado popularidad en todo el mundo. Los aficionados al anime y al manga disfrutan con sus emocionantes historias, personajes memorables y un estilo artístico único. Además, el anime y el manga han inspirado una gran cantidad de productos derivados, como videojuegos, juguetes, ropa y cualquier cantidad inimaginable de artículos.

Con todo este gran panorama de caminos y posibilidades creativas, la pregunta permanece, ¿por qué Hollywood sigue fallando con las adaptaciones de estas historias? Quizá la pregunta es incorrecta, ¿debe Hollywood seguir tratando de adaptarlas? Quizá las adaptaciones japonesas al live action—de un considerable más bajo presupuesto— sean todo lo que el género necesita. Pero tal vez los fans tengan la última palabra en este tema.

En el caso concreto de la industria hollywoodense, muchos seguidores ven estos remakes como una traición a los materiales originales, pues ven en este medio una maquinaria de producción en línea incapaz de entender la profundidad de una narrativa animada —particularmente si ésta viene del extranjero. Esto se debe a la práctica común de muchas productoras, que suelen modificar la trama, el aspecto y la personalidad de los personajes. Si bien esta es una práctica con una actual tendencia a la baja, casos como la reciente adaptación de Los caballeros del zodiaco muestra que tal vez Hollywood aún no logra aprender de sus errores.

Evidentemente, esto resulta decepcionante para los fans del material original, pues estas modificaciones los alejan lo más posible de la experiencia que buscan. Además, las películas de live action suelen parecer mucho más realistas que el anime, lo que puede resultar —en caso de un mal tratamiento en la historia—en un efecto contrario al que la audiencia quiere, ya que el anime les ofrece la oportunidad de experimentar con mundos fantásticos y alejarse de la monotonía y limitación del mundo real. Pero como sabemos bien, las películas con actores en pantalla no son ajenas a estas características.

En la realidad, los elementos fantásticos del anime no son retratados con la suficiente verosimilitud que la historia demanda. Los efectos especiales y CGI pueden ayudar, pero por lo general, estos son demasiado caros y los estudios optan por no invertir lo suficiente en este aspecto. Incluso cuando se mantienen fieles a ciertos elementos, estos pueden carecer del mismo impacto o emoción sin el mismo nivel de fidelidad visual.

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El anime es una entidad compuesta por muchos legados tecnológicos y de gusto. Estos nuevos gustos crean nuevas estructuras junto a las antiguas, lo que ha permitido que el anime evolucione. Sufrió varias crisis en el pasado, pero persistió. El anime se ha convertido en una de las exportaciones culturales más importantes de Japón, pero para Hollywood adaptarlo a la pantalla grande ha sido “complicado y caro”. A esto se le suma que ante los ojos de la industria, que hasta muy recientemente pasaban por alto temas de representación —donde el sector asiántico sigue permaneciendo con creces en el fondo de las estadísticas—, los actores asiáticos famosos “escaseaban”.

Al reflexionar sobre el anime, es probable que se piense en elementos fantásticos como robots, monstruos y poderes mágicos, los cuales son los que hacen que el anime sea único. Desafortunadamente, estos elementos no siempre se pueden traducir adecuadamente en una película de live action, ya que la tecnología necesaria para recrear estos elementos es costosa. Por consiguiente, esto puede conducir a que las adaptaciones pierdan el atractivo del material original.

Además, en muchos de estos remakes live-action de anime, los guionistas tienden a tomarse demasiadas libertades en cuanto a la trama y los personajes. Esto puede resultar en cambios significativos que alejen el remake de la obra original, lo cual no necesariamente representa algo malo; sin embargo, cuando se le suman las problemáticas previamente mencionadas tales como el presupuesto limitado o el uso indebido de efectos especiales, el resultado ciertamente es catastrófico.

Ante esto los fans de la obra original suelen quedar descontentos con esta transformación, lo que muchas veces conduce a una recepción fría por parte del público que se refleja en taquilla. Ahí están las cintas de Dragón Ball: Evolución y la Death Note - 40% de Netflix como tristes recordatorios de esto.

Sin embargo, sí existe un caso contrastantemente irónico de una producción estadounidense que ha seguido los pasos del anime con éxito. La saga de Avatar: The Last Airbender es una serie animada de gran éxito desde su debut en 2005. Su narrativa y personajes profundos así como un mundo fantástico han cautivado a millones de espectadores. Este éxito incluye entre sus factores a una narrativa bien estructurada, atención al detalle en la representación de culturas y animación de alta calidad.

Sin embargo, su adaptación live-action en 2010 El Último Maestro del Aire - 6% fue un rotundo fracaso. Al tiempo que, se repitieron los factores que contribuyeron al éxito de la serie animada y lo que llevó al fracaso de la adaptación live-action. Y como este texto lo ha establecido antes, un sector predominante de la industria no ha terminado de entender qué hay tras estos errores —que les cuestan millones de dólares.

Adaptar el anime al live action nunca será una tarea sencilla y, a menudo, podrá representar un conjunto de desafíos para quienes emprendan esta ardua misión. La transición de la animación a la acción en vivo no sólo es difícil, sino también puede ser controvertida y generar grandes expectativas que difícilmente generarán unanimidad entre los otakus.

Por lo tanto, los cineastas deben tener cautela y precisión al adaptar el anime del live action Deben tener en cuenta estas expectativas tanto como los elementos únicos que caracterizan al anime, como su estilo, narración, personajes y demás componentes de su universo. Si Hollywood algún día es capaz de capturar fielmente la esencia del anime, crearán una obra de arte que atraiga tanto a fans veteranos como a los recién llegados.

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