METE-CRÍTICA | El Santo, Stranger Things y la alucinante lucha libre mexicana

Parece increíble que a estas alturas en nuestro país sigan sin superarse los prejuicios que impiden hacer explotar en propuestas creativas y de entretenimiento, los rasgos que definen uno de los conceptos más extravagantes que ha entregado la cultura popular mexicana. Por supuesto nos referimos a la Lucha Libre, que con su desfachatada mezcla de deporte espectáculo, la cual plagada de alegorías y convenciones que transitan entre lo ridículo y lo extraordinario, alimentada por un surrealismo casi arrabalero y un sincretismo improbable, además de un claro discurso sobre la tradición y la familia; explotó en la pantalla grande y los cómics, dando origen a pasajes de delirio involuntario con rasgos de terror, ciencia ficción y hasta cine negro. Como han dado muestra de ello ingeniosas y divertidas propuestas, dígase el disparatado falso documental canadiense Operation Luchador por ejemplo, son los ojos extranjeros quienes en los últimos años mejor han entendido las posibilidades que ofrece.

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Ahora toca turno a Demogorgon vs El Santo, corto realizado por el argentino Armando Bo -coguionista de Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) - 91%, que presenta el más inesperado de los crossovers combinando el popular universo de Stranger Things - 98% con el mundo del pancracio mexicano y su máxima figura, el mismísimo Enmascarado de Plata, contando con la participación del hijo de la leyenda. Aquí el primer acierto esta en aprovechar que la popular franquicia se ubica en los 80s, para darle un estilo análogo y plantear una supuesta presentación de El Santo en Hawkins, durante el punto más alto de su popularidad y de la ficción que planteaba que era una especie de superhéroe arriba y abajo del ring, justificándolo al no tomarse serio. A su vez eso logra el match entre los efectos especiales actuales y el siempre llamativo estilo cutre del cine de luchadores.

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Pero lo mejor es que entiende los códigos de este tipo de aventuras fílmicas, empezando por usar como escenario una función de lucha libre para la irrupción de la terrible criatura, pasando por el insólito juego de roles en el que habrá de entrar en el enlonado, hasta los recursos que solían utilizar los paladines para enfrentar monstruos, dígase sacar de la cajuela una llave de cruz o hasta formar un crucifico con el cuerpo para repeler a los vampiros y similares.

En fin, sin duda esta producción realizada como parte de la campaña de la serie de Netflix y Pepsi Co es una de esas disparatadas curiosidades que se agiganta por el atrevimiento de hurgar en un subgénero único que se válida en el absurdo, y cuyo encanto y profundo arraigo con el gran público es innegable.

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