METE-CRÍTICA | Lo afortunado del regreso de Los Simpson

Cómo dijera el abuelo Abe “Corría el año de mil novecientos tijiri-dos”...bueno no, era el 2008 y Los Simpson alcanzaban la temporada veinte, luego de tocar su punto más bajo con parodias fácilonas como "El Simple Simpson" o "La Venganza es un plato que se sirve tres veces", compilado de pasajes en torno al tema de la venganza, con uno de sus peores personajes como enlace, el Texano Rico. Fue entonces que entre la intermitencia surgieron episodios mucho más afortunados, dígase "Los buenos, los tristes y los drogados", además de otros que recuperaban aquello que les había echo tan exitosos en su primera década, es decir, el uso de la irreverencia para hacer del humor comprometido la vía de identificación cultural a distintos niveles. Entre ellos, se estrenó aquel titulado "El pequeño amor de Moe", dónde el actual y más que necesario afán de inclusión es llevado con inteligencia al campo del entretenimiento, al plantear una relación romántica entre uno de los habitantes de Springfield más prejuicios e inconvenientes, y la en ese entonces recién presentada Maya, persona de baja estatura y buen corazón, poseedora de una enorme capacidad para reírse de sí misma. Es esto último lo que dentro de la historia, se convierte en el factor clave para que todo pueda funcionar de inicio en tal idilio, pero que también al ser llevado al límite por el ya mencionado dueño de la taberna, provoca que este pierda lo que parecía su primera gran posibilidad de encontrar el amor.

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La trama transcurre con ligereza, entre chistes políticamente incorrectos llevados a un escenario que evidencia las complicaciones propias de nuestra sociedad que suele terminar cayendo en la condescendencia, debido a los anacronismos que le impiden apreciar las diferencias. En el camino surgen sentidas reflexiones que cobran un mayor sentido al ser congruentes con la experiencia de quien las dice y provocar cambios en quien las recibe, dígase aquella de Homero “...A veces cuando menos lo esperas, te das cuenta que alguien te amó, lo que significa que alguien te volverá a amar...”, o la más importante “Nunca pensé que una mujercita, me haría sentir tan grande”. Ahora, es precisamente el retomar dicho episodio lo que da pie para desarrollar uno de los mejores momentos de la actual temporada 33 que está llegando a Latinoamérica vía Star Plus. Y es que al traer de regreso a Maya, no solo apuestan por darle continuidad al tema de inclusión, sino que buscan normalizarlo al enfocarse en la historia romántica entre dos personas, para hablar con humor y cierta melancolía, de sus miedos e inseguridades, más allá de sus características físicas, empujando a evolucionar al protagonista y abrir posibilidades a explotar en las siguientes entregas. El reencuentro además se da durante un pasaje con algunos pequeños reflejos de la soledad urbana, en este caso trasladada a los suburbios.

Claro, hay que mencionar que la subtrama relacionada con el uso de waze, que lleva a la familia amarilla a hacer consciente y tratar de cambiar el cómo es que los perciben sus vecinos, mientras de paso traen de regreso a algunos viejos conocidos; cae en la literalidad y queda más cómo mera curiosidad. Sin embargo esto da pie a algunos chistes simpáticos a cerca de los mecanismos de seguridad en internet, y le ceder todo el peso a la línea principal que transcurre entregando en cada escena pequeños guiños a los fans, tales como la aparición en la cantina de botellas “Absolut Krusty” y las acostumbradas fotos de los Borbotones. Así pues, queda claro con el episodio titulado Tal como éramos, que aunque después de 35 años la serie no llega a los niveles de genialidad que alguna vez le distinguieron, si ha recuperado parte de ella y lo compensa con una entrañable madurez. Esto por cierto, se ve reforzado por al regreso de las voces originales en español, las cuales, sin demeritar el trabajo de quienes les habían sustituido, nunca se dejaron de extrañar.

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