METE-CRÍTICA | Star Wars High Republic, los Jedi y el lenguaje inclusivo

De entre todas las extensiones que ha tenido la franquicia Star Wars, sin duda las que han dado resultados más afortunados son aquellas que se han planteado entre los huecos o al margen de las líneas arguméntales principales, sin tener que obedecer a lineamientos demasiado específicos, tal es el caso de Rogue One: Una Historia de Star Wars - 85% o The Mandalorian - 90%. Es a las mismas libertades creativas que alude High Republic, propuesta que se enfoca en una etapa poco explorada, ubicada cientos de años antes de la historia de los Skywalker. Tal apuesta ha redundado en sugestivas novelas publicadas por Planeta Libros -Luz de los Jedi, En la Oscuridad-, cuyo sólido desarrollo abre las puertas a múltiples y prometedoras posibilidades, recargándose mucho más en la fantasía épica, para reflejar los años de esplendor de una sociedad que busca expandirse y aún no alcanza los excesos que eventualmente provocarán su caída.

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A este par de títulos se une una serie de cómics -No existe el Miedo-, que entre sus protagonistas cuenta con una joven padawan, quien además de que detrás de una fachada de confianza total, esconde que se la pasa dudando de sus merecimientos y preocupada de como son interpretadas sus acciones, lo cual vemos a través de una especie de monólogo interno incluido en recuadros dentro de las viñetas; no tiene empacho en saltarse algunas reglas, cuando esto se requiere con tal de ayudar y proteger a los demás. Su aparición en la aventura se convierte en uno de los principales aciertos, por que son este tipo de personajes que parecieran no encajar, los que al final sirven como vehículo para cuestionar la imagen idealizada de los Caballeros Jedi, cuyos errores han marcado a la galaxia, tanto como sus aciertos; lo cual ha dado forma a los mejores pasajes de la saga.

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Pero esta no es la única sorpresa que nos guardan sus páginas, y es que en ellas aparece el uso de lenguaje inclusivo, lo cual ha provocado todo tipo de reacciones entre los lectores. Están desde aquellos que han mostrado su entusiasmo y aprobación, hasta los que se muestran reticentes, pasando por aquellos que han maldecido la “sacrílega acción” despotricado, insultado y señalando que arrojarán la otrora preciada publicación antes de terminar de leerla.

Por supuesto entre los argumentos está el abanderarse con la Real Academia de la Lengua, olvidándose que esta funciona más como un registro que como una reglamentación, pues el lenguaje está vivo y en constante cambio, transformándose y respondiendo a las necesidades de quienes lo usan. Pero, sobre todo, olvidándose que por mucho que amamos y hasta veneramos ciertos conceptos surgidos en el cine, la televisión, la literatura, los videojuegos y el mundo de las viñetas, lo mas importante son las personas.

Y es que quizás no sea casualidad que, como una especie de analogía, esta iniciativa editorial perpetrada por Panini, pero surgida de los altos mandos de Disney, coincida con la presentación de un personaje que así como sigue los preceptos de su entrenamiento, los contrapone con la ejecución, teniendo como prioridad a quienes están a su alrededor. Algo que bien podríamos convertir en un llamado para que antes de simplemente reaccionar, no solo recordemos la tolerancia, que a final de cuentas significa “aguantar” al otro, sino a la compresión, para así entender las circunstancias de los demás y despertar la empatía para que por más difíciles, incómodos o absurdos que nos parezcan los cambios, al menos tengamos la apertura para ver lo qué hay detrás de ellos. Supongo que algo con respecto a eso debe haberse dicho por ahí en las enseñanzas Jedi.

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