Los remakes del horror comercial

El cine de horror comercial es perseguido por una sombra, la cual lo atormenta y al mismo tiempo le da fuerza para seguir adelante por un sendero oscuro que no va a ninguna parte. Esta mancha negra es el recuerdo del pasado, de las películas que han sido retomadas y actualizadas. A veces no es bueno despertar viejos fantasmas y la prueba viviente de ello son las innumerables adaptaciones de horror que vemos en la actualidad.

Resulta imposible no hacer comparaciones cuando las películas actuales son remakes de obras que marcaron a toda una generación, producciones que dejaron una profunda cicatriz en el público. Estos nuevos proyectos retoman en específico largometrajes de los 70 y 80 tan populares como El Despertar del Diablo, Poltergeist y Viernes 13, películas tan aterradoras como innovadoras en su tiempo.

El problema con algunas de las adaptaciones es que olvidan que conocemos la historia y nos presentan de nueva cuenta la misma película, pero con efectos especiales, como si estos fueran la cura que justifica la carencia de desarrollo en el resto de los elementos.

Temática

Uno de los problemas más grandes de las adaptaciones de estos últimos tiempos es que trabajan con la misma temática de hace treinta años, como si el contexto social se hubiera quedado atrapado en el tiempo y planean que funcione en la actualidad.

El acierto de Posesión Infernal, el remake de El Despertar del Diablo, es que cambia un poco la fórmula al incluir la historia de una chica adicta a las drogas, quien al final debe enfrentar verdaderos demonios para salir viva del bosque.

Por otro lado, están adaptaciones como la de Carrie, que no sólo decide no proponer algo más a la historia de la obra original, sino que censura lo que hizo de ésta una película provocadora a finales de los 70, que exploraba el cuerpo femenino en la etapa de crecimiento de la desafortunada protagonista.

Efectos

Mucho se ha hablado de la explotación del CGI en estos últimos años, sobre todo en la imagen tan irreal y poco tangible que tienen los monstruos de hoy día. La verdad es que estos efectos pueden crear de manera ilimitada nuevas posibilidades, pero una verdad más oscura que esa es que las grandes producciones parecen utilizar el CGI como atractivo principal y no como un recurso que funcione como apoyo.

Es difícil olvidar que en 1981 un hombre se convirtió en lobo de manera asombrosa (y dolorosa), con efectos especiales reales creados por Rick Baker. La transformación que lleva al protagonista a convertirse en una criatura de la noche, con el instinto de un animal salvaje en busca de carne, es considerada una de las más grandes escenas del cine de horror de su década.

Otro ejemplo de efectos bien realizados fue el trabajo en El Exorcista, una película que logró aterrorizar a la audiencia en las salas de cine como pocas lo han hecho en la historia. El maquillaje fue uno de los elementos que, aunque simple en teoría, lograron dar a Linda Blair y su cara angelical un gran giro, convirtiéndola en una víctima de posesión satánica.

Blockbusters

Los monstruos más grandes del año. Las películas más exitosas lo son o adquieren esta etiqueta por llenar las salas de cine y ganar más dinero (mucho más) del que le fue invertido. Uno de los factores que afectan la manera en que se hace cine de horror actualmente es precisamente la necesidad de llenar las salas y vender muchos boletos que, aunque no se condena la idea de que el cine es un negocio, habría que retomar la idea de que, como entretenimiento, es una forma de arte.

En 2010 se estrenó el remake de Pesadilla en la Calle Elm, producida por Michael Bay. En esta película cambiaron la historia del sádico Freddy Krueger y actualizaron el rostro del villano con uso de un CGI más modesto de lo esperado. ¿El resultado? 15% en el Tomatometer, el cual afirma que la película carece de la complejidad y los giros de la versión de Wes Craven.

Cambiar la temática y no bañar a la película en CGI como se empapa el villano de sangre no es suficiente, ya que las películas originales, como se mencionó anteriormente, fueron innovadoras en su tiempo, una característica que hace falta en las adaptaciones.

Franquicias

Liberando en parte de pecado a la industria actual, la práctica de revivir una película una y otra vez nace justamente en la época en la que nacieron grandes producciones del género de horror. El ejemplo perfecto sería la franquicia Halloween, la cual nació en 1978 y dio fin con una octava entrega en 2002 (sin contar con el remake de Rob Zombie y su secuela).

Entonces las franquicias, igual que los blockbusters que las inician, forman parte del valor monetario de las películas para las compañías. ¿Es justo? Lo es ¿Es necesario? No para el público, pero igual funciona.

El cine de horror comercial

Al género le hace falta ese factor de sorpresa y asombro del que disfrutó el público hace un par de décadas, que los atemorice al apagar la luz de la habitación o que los paralice de miedo en la sala de cine. Los remakes son un mal necesario que nos sirven para recordar las posibilidades del género cuando se trabaja en él, que simultáneamente pone en evidencia la falta de contenido original en las grandes producciones.

Pero nada se ha perdido, porque aún existen cineastas que se acercan a los mejores elementos del cine de horror y los retoman, como en La Noche del Demonio y El Conjuro del director James Wan. Aunque el panorama del género está pasando por tiempos oscuros, el horror se mantiene vivo por las excepciones.

Estos buenos exponentes del cine de horror, aunque utilizan CGI, lo hacen moderadamente para complementar visualmente las películas, las cuales se apoyan más en el maquillaje que en los efectos computarizados; dan más peso a la historia y a sus personajes que a los sustos rápidos que poco aportan a la trama. Construyen el horror desde sus entrañas.

Como habíamos planteado en el artículo de la nueva ola del cine independiente de horror, el género ha encontrado un refugio en las películas indie, las cuales han explorado la naturaleza humana y sus miedos, utilizando elementos sutiles pero poderosos que se aferran a la memoria del espectador. Tal vez éste sea un paso que también deben tomar las grandes producciones.

El cine de horror comercial debe encontrar la manera de reinventarse y dar al público una nueva razón para temer a la oscuridad.