RESEÑA | FERATUM 2020 | Rendez-Vous: Amor, engaños y muerte en una sola toma

En 1948, Alfred Hitchcock filmaría uno de sus trabajos más retadores y experimentales técnicamente hablando, al adaptar una dramaturgia escrita por Patrick Hamilton e inspirada en un hecho real. El resultado fue La Soga - 97%, una de sus obras más legendarias. En ella, vemos un crimen cometido usando el objeto que da título a la película, así como las peripecias de los dos homicidas quienes tratan de salirse con la suya y ufanarse de haber perpetrado un asesinato perfecto. Para narrar esta historia, Hitchcock emplea una puesta en escena teatral y la conjuga con una detallada planeación de encuadres y movimientos de cámara; creando así la ilusión de que la cinta fue filmada en una sola toma, sin cortes. Aunque en realidad estos cortes sí existen, pero están muy bien disimulados.

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Ahora, un joven cineasta mexicano, homenajeando directamente a esta obra -y también al Amo del Suspenso-, decide elaborar su ópera prima emulando las características de este filme, pero con retos técnicos mayores: fotografiando en blanco y negro; rodando en locaciones exteriores e interiores en el momento justo en que el día da paso a la noche; y filmar todo en una sola toma, sin cortes, y en tiempo real.

El resultado de este desafío es Rendez-Vous, un largometraje donde al igual que en La Soga, se presencia un crimen, pero también incluye un romance, y una serie de mentiras y engaños que nos llevan de una situación a la otra.

Dirigida por Pablo Olmos Arrayales y rodada en el corazón y las cercanías del centro de Coyoacán; la trama de esta película también involucra a una pareja. En este caso se trata de Lili (Helena Puig) y Eduardo (Antonio Alcántara) quienes se dan cita allí para verse en persona, tras haberse conocido y entablado una relación previa de modo online. Y aunque este primer encuentro inicia de modo un tanto accidentado (él llega demorado), las cosas siguen su curso de modo tranquilo y agradable, denotando cierta química que parece surgir entre ambos, mientras charlan y caminan por las calles rumbo a casa de él, quien se ha comprometido a preparar la cena en compensación por su retraso.

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Las cosas cambian gradualmente cuando la recién formada pareja llega al hogar de Eduardo, y a unos minutos de encontrarse allí, ella se percata de que la supuesta excusa que él le dio para disculpar su demora es falsa. A partir de ese punto y de forma gradual, se hacen patentes más mentiras. Y mientras la historia avanza, se van dando toda serie de giros argumentales que derivan en situaciones violentas y en juegos de poder, los cuales revelan que la identidad de los dos involucrados no es la que aparentan, y que existen oscuras motivaciones detrás de esa cita romántica.

El resultado es soberbio, considerando las exigencias que un proyecto de esta envergadura implica: mucha planeación previa, un guión de hierro donde nada se modificase de ultimo minuto y todo estuviese medido y calculado con precisión y sin dejar nada al azar ni a la improvisación, porque cualquier error implicaría comenzar todo de nuevo. Y Olmos Arrayales sale airoso de este reto.

En contraste con el esmero y la planeación detallada de cada momento del largometraje, la trama transcurre de modo muy natural, y su dueto protagónico logra imprimirles un tono fresco y espontáneo a sus interpretaciones, ricas en matices. Y confieren veracidad y dinamismo a sus charlas banales, a sus chispazos románticos y a los momentos de mayor tensión dramática demandados por el argumento.

Cierto es que Rendez-Vous no esta exento de pequeños errores -los esperados, tratándose de un filme debut-; y de un desenlace que se atropella un poco en sus últimos minutos. No obstante, sus cualidades se imponen a sus defectos, ofreciendo una obra refrescante dentro del panorama del cine de género producido en nuestro país. Y sin duda, una obra que se aparta de los convencionalismos y los lugares comunes del cine mexicano actual.

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La película fue la gran ganadora en la edición 2020 del FERATUM, donde obtuvo el Nosferatu de Bronce por Mejor Largometraje Mexicano de Ficción; el Premio Alucarda a la Mejor Fotografía para Luis Enrique Carrión; y una mención honorífica a Mejor Actriz para Helena Puig.