RESEÑA: Frankie | Un acercamiento humano, pero superficial a la pérdida

A veces hay que salir de lo conocido y cotidiano para darnos cuenta de lo que aún podemos perder. Frankie - 56%, la nueva cinta de Ira Sachs, protagonizada por la gran Isabelle Huppert, habla un poco sobre la pérdida, el descontrol y los desenlaces, todo a partir de la historia de una familia disfuncional que ha decidido pasar unas vacaciones en Sintra, histórica ciudad portuguesa conocida por sus jardines, villas y palacios de ensueño.

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Frankie, interpretada de forma magistral por Huppert, es una exitosa actriz con dos matrimonios en su historia, que decide reunir a todos los miembros de su familia en unas vacaciones en Portugal, en las que las tres generaciones de este peculiar grupo luchan contra una experiencia que cambiará sus vidas para siempre.

A lo largo de los 100 minutos que dura el filme vemos a cada uno de los personajes desarrollarse y exponer sus aciertos y sobre todo fracasos en términos de relaciones de pareja. Además de Huppert, en el reparto destacan Brendan Gleeson, quien interpreta a Jimmy, esposo actual de Frankie y padre de Sylvia (Vinette Robinson). Por otro lado está Pascal Greggory, quien le da vida a Michel, el primer esposo de la actriz con quien tuvo a Paul (Jérémie Renier); y Marisa Tomei, quien interpreta a Irene, una maquillista de cine y gran amiga de Frankie, quien fue convocada por la actriz a estas vacaciones familiares.

Sin ser la mejor de sus interpretaciones, Huppert logra cautivar a los espectadores con su desempeño, dándole vida a una singular mujer, que se ha realizado a lo largo de los años, se ha enamorado, desenamorado, ha sido madre y, sin embargo, está a punto de perder el control, algo que ha tenido toda la vida.

El filme es Frankie, pero a la vez es los demás miembros de la familia, quienes la aman, la estiman, apenas la conocen, pero reconocen la importancia de la mujer. Mientras la protagonista trata de resistir la pérdida de control, los demás personajes comienzan a ser conscientes de los fracasos de su vida, de lo que han dejado de hacer y lo que han perdido en vida.

Ahora bien, el filme, que es muy rico y agradable visualmente, carece de un buen manejo de tiempo y ritmo, pues las largas secuencias, algunos diálogos que podrían parecer profundos, pero al final son vacíos, incluso la intervención de ciertos personajes parece forzada. No obstante, como drama familiar que pone a pensar al espectador por unos minutos, es efectivo.

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Otro aspecto positivo de la cinta de Sachs son las relaciones entre ciertos personajes en algunas escenas que funcionan de maravilla y condimentan el drama que está viviendo la familia, pero sobre todo Frankie. Una de las charlas del personaje de Marisa Tomei con el de Jérémie Renier es uno de los grandes momentos del filme, pues permite entender la importancia del lugar, así como comprender cómo ha sido la vida familiar de la actriz.

Sin lograr un drama profundo sobre la pérdida, Ira Sachs logra un acercamiento humano a esta, gracias, en gran parte, a la interpretación de sus actores y al desarrollo de sus personajes. Frankie no es una cinta que trascienda, sin embargo, es una experiencia conmovedora y algo cansada sobre las relaciones familiares y de pareja.

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