RESEÑA: Salvaje | Desgarrando la heteronormatividad

Dicen que la excepción hace la regla y eso es exactamente lo que trata de hacer Salvaje - 89% con las concepciones que compartimos sobre el bienestar y nuestras aspiraciones románticas. A través del relato de un joven prostituto, Camille Vidal-Naquet se pregunta si no existe algún tipo de persona que, naturalmente, se vea imposibilitado a encajar en la sociedad que hemos construido.

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Salvaje sigue a Leo (Félix Maritaud), un trabajador sexual que se gana la vida al conseguir clientes en una avenida. El dinero que gana no es suficiente para cuidar su salud y mucho menos para comprarse ropa o alimentarse correctamente y su adicción a las drogas lo empeora todo. El filme lo sigue de cama en cama y es a través de sus trabajos que poco a poco se revela su naturaleza y su relación con sus propias aspiraciones.

Contrario a lo que el título de Salvaje - 89% podría sugerir, Vidal hace lo posible por abstenerse de realizar un juicio moral sobre Leo y su profesión y es con esa distancia con la que consigue dejar que el espectador forme sus propias opiniones respecto a él y el relato en general. Mucho más más cruda y explícita que, por ejemplo, Desobediencia - 85%, de Sebastián Lelio, la película de Camille Vidal-Naquet, todo el tiempo trata de preguntarse cómo son, cómo se configuran y qué implicaciones tienen las relaciones homosexuales en una sociedad mayormente heterosexual para un joven que parece ser completamente indiferente ante ellas.

Leo es un "salvaje" en tanto que se desentiende de las aspiraciones que se nos enseñan desde pequeños, no de forma consciente sino más bien natural. No se interesa por tener una casa propia, por tener dinero, ni siquiera por mantenerse saludable. Cuando una doctora le explica cómo dejar la droga aliviará sus malestares, él no parece entender el beneficio detrás de mantenerse “limpio” y se cuestiona por qué querría hacerlo. Él simplemente no comparte estos deseos que parecen ser los motores detrás de lo que concebimos como una conducta “normal”.

Pese a ello, Salvaje - 89% no es un relato que ponga toda la "culpa" sobre a la sociedad o a las instituciones, de marginar a los trabajadores sexuales, a los adictos o a los homosexuales, pues el personaje principal tiene por lo menos dos oportunidades de reivindicar, si podemos llamarlo así, sus decisiones y conseguir un estilo de vida mucho más tradicional, pero simplemente decide no tomarlas. La cinta más bien pretende retratar a alguien que no persigue estos ideales de lo que la vida tiene que ser y que se pregunta si ese tipo de comportamiento, desprevenido y casi autodestructivo, es su naturaleza. Y para hacerlo, lo inserta junto a un grupo de personajes homosexuales, todos representativos de distintas subculturas, con los que tiene en su mayoría diferencias, pero una importante similitud.

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La única condición que Leo parece compartir con el resto es la aversión a la soledad y una incompetencia total para establecer relaciones saludables y duraderas. Y esto podríamos interpretarlo como una crítica de Salvaje a la noción del amor romántico como respuesta a ese miedo. El protagonista tiene varios encuentros emocionales con varios personajes muy distintos de él y otros más similares, pero ninguno de ellos termina por satisfacerlo. Es ahí que el filme pone en cuestión si las relaciones homosexuales están hechas para seguir el modelo de la heteronormatividad, el cual pone, por ejemplo, la monogamia como un principio básico. El relato se pregunta si esa es la solución a la soledad y si este tipo de modelo realmente solucionan sus necesidades emocionales y si no es más bien contraproducente para empujarlos hacia una normatividad que les resulta naturalmente ajena, como sucede con Leo.

Salvaje - 89% tiene uno de los mejores personajes LGBT protagónicos que el cine ha visto en el último par de años. Además de alejarse de esta tendencia hollywoodense por edulcorar las relaciones homosexuales, en un intento por tratar de asimilarlas a las heterosexuales, y así presentarlas como menos disidentes, la profundidad que el libreto le otorga y la forma en la que lo confronta con su sexualidad y la comunidad a la que pertenece obligan a una autocrítica. Al presentar a Leo como esta excepción a la regla, sobre lo que consideramos debe ser la vida, nos revela más sobre quiénes somos nosotros o quienes aspiramos a ser que sobre el inusual protagonista. La película ya está en cartelera.

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